Capitulo 60

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  —Nunca puedes saber cuando será el momento en el que pierdas a una persona. —dice mamá, con su mirada vacía fija en la pared de enfrente. —el azar puede llegar a ser brutal.

Suena distante, como si no me estuviera hablando a mí realmente, si es que lo estaba haciendo.

Balanceo mis pies que no logran tocar el suelo porque el asiento es muy alto. Sé que agarro firmemente los bordes de la silla, pero no me veo las manos. Sólo la miro a ella, ya que es en lo único que puedo concentrarme; estoy demasiado asustada.
Sé que estamos en el hospital. Sé que mi padre está por ahí detrás, en las profundidades que esconde esa puerta al final del pasillo, justo donde arriba dice "Urgencias" .

No es un sueño. Es un recuerdo.

—No es justo que para venir a este mundo: tu vida y tu cuerpo se desarrolle en un largo tiempo, de forma tan sincronizada y perfecta, lo cual toma determinación y meticulosidad. —ella calla un momento. Y entiendo lo que quiere decir, me lo han enseñado en biología. —para luego, ver como es posible que todo aquello acabe. Puede terminar en un segundo, toda una vida, así sin más. Como si no fuera importante. O necesario.

Le quise preguntar qué estaba pasando, porqué estaba diciendo eso. Quise preguntar por papá o si se refería a él.
Pero nada salió de mi boca. En cambio, a mamá le salieron un par de lágrimas.
Las vi caer sobre sus mejillas.

—No es justo perder a alguien si no lo quieres dejar ir.
Dije lo primero que se me vino a la mente:
—Pero cuando pierdes algo, siempre es mejor ir a buscarlo.

Sólo ahí mi mamá puso su atención en mí. Me observó un instante hasta que sonrió débilmente, su mano acarició mi pequeña cabeza.
—Cuando estés a punto de perder a alguien podrás entenderme.

Veo aquella furgoneta alejándose, las siglas de la CIA cada vez haciendo más pequeñas.
"perder a alguien"
Justin en sus cadenas.
¡Justin! Gritaba su nombre otra vez.

Tragué un suspiro, despertando sobresaltada.
Tengo mi cara en el volante. Me duele el cuello y la frente por la presión.
Estoy en el Wolksvagen, las llaves estaban en el bolso que Justin seguramente dejó olvidado en la entrada de la estación. Sus pertenencias están a mi lado y su aroma flota en el aire.
No sé en qué momento me quedé dormida. Supongo que no pude resistirlo por mucho. Cuando me encuentro mal o triste dormir se convierte en mi mejor opción. Con el tiempo creo que es como un interruptor, que cuando lo necesito se enciende.

Ya ha anochecido.
Joder. No.
No puedo perder el tiempo.
Aunque no creo que este me sirva de mucho.

Después de que todo se disipara en la avenida, también se disipó mi pequeño mundo.
Me quedé temblando sentada en la vereda, en shock. Mi mente en blanco, y ninguna reacción coherente o una idea desesperada.
Lo único que pensé fue que lo había perdido.
No supe, y aún no sé qué diablos hacer. ¿Qué puede hacer una insignificante chica de 17 años ante una de las más grandes autoridades del mundo? ¿Cómo rescatarlo?
Se me hace imposible pero es mi novio, es más que eso en toda mi vida, y no puedo dejarlo ir y esperar a que hagan lo que quieran con él. Que le hagan daño. No puedo permitirlo de ninguna jodida manera.

Desde que lo conocí me ha salvado de muchos aprietos, ha sido mi héroe personal, me ha salvado la vida en varias ocasiones. Me ha cuidado, me ha protegido, y amado como nadie.
Yo no puedo quedarme aquí. ¡No!

Es la hora de que yo lo salve a él.

JUSTIN.

Como era de esperarse no me dieron la oportunidad de llamarla, ni de tampoco salir de esta jodida cama.
Era mucho pedir. Incluso no sé como imaginé pedirlo esperando una respuesta positiva.
Mi nivel de importancia no iba acorde a condiciones.
Me negaron la llamada, que era lo más importante, y me enfurecí de tal manera que me sedaron de nuevo, pero esta vez de un modo aún peor. Dejándome en un letargo, aturdido. Como en un extraño estado de vigilia. No podía moverme (más de lo que las cadenas me permitían) inmóvil, al borde de la inconsciencia. Toda la habitación es omnipresente, borroso, flotante, como si estuviera bajo el agua mirando a la superficie.
Nada existe, pero tengo los ojos abiertos, puedo oír mi alrededor aunque medio lejano.
Sólo podía sentir emociones. Ningún pensamiento coherente. Sólo sé que estoy irritado, frustrado e impotente.

Oigo apenas que alguien me hablar, casi no logro entenderle. Sin embargo voy procesándolo.

—Justin, por favor no causes problemas. Mientras más cooperes, más pronto saldrás de aquí.

Mentiras.
Sentí que mentía.
Estaba ido, y por un momento le creí.
Tal vez era el momento. O mejor dicho: Es el momento....de enfrentarlo todo.

—Necesitamos una respuesta de verdad. —le escuché otra vez. —¿Vas entrar en el proyecto?

Fue inapropiado que me lo preguntara justo cuando estaba en aquel estado. Una trampa.
Sin embargo, de todos modos, no había ninguna salida. Absolutamente.
Era hora de acabar con esto: por cerrar finalmente esta guerra interna, el de estar huyendo, el de poder vivir sin este "qué pasará".
Si hubiera estado consciente, habría respondido lo mismo, después de todo.
Creo.

Entonces le asentí con la cabeza. Desorbitado.
—Sí. —logré mascullar, con la lengua dormida.

_____________.

Lo peor que podría pasarme entre todas las habilidades que no tengo, es que no he aprendido a conducir. ¡Maldita sea!
Todo este tiempo hemos hecho de todo con Justin, menos a que me enseñe a manejar un jodido auto.
Ahora que sigo aquí no sé que haré con nuestro coche. Ni cómo me movilizaré para empezar a buscarlo.
Estoy jodida.
¡¿Qué mierda hago ahora?!

Me devuelvo a casa caminando, con su bolso en mi hombro. Apesadumbrada y con el paso lento.

Pensando, en qué es lo que haría la CIA con Justin.
Torturas, sonsacarle información, y en el peor de los casos matarlo. ¡NO!
Siento tanto miedo.
Tengo que actuar rápido.
Bien, supongo que se lo llevaron a alguna parte. Obviamente. Creo que esta organización tan grande y tan diabólica debe tener cedes por todos lados. Imagino que en este país deben tener por lo menos sus ojos puestos.
Aunque yo cruzaría el mundo entero con tal de encontrarlo.
Debo averiguar eso primero.

Termino durmiéndome como a las cuatro de la madrugada, encima de mi cama aún vestida. Con un sentimiento de inmovilidad, culpabilidad y sobre todo una ansiedad catártica que me aplastaba el pecho a pesar de estar boca arriba en el colchón.
Me quedé viendo en mi computador, alguna página web que pudiera ser de la CIA. Sí efectivamente tienen una, pero no sale ninguna información sobre alguna sede. Eso creo que es información clasificada. Tienen residencia en cada embajada que tienen en lo países del mundo.

Sin embargo, dudo totalmente que lo llevaran a una embajada al ojo del público canadiense.
Tengo que saber donde está.

En la mañana mi mamá me encuentra en mi habitación, cuando se suponía que debía estar con Justin camino a la costa.
Le dije que habíamos discutido y que lo postergamos. No me creyó. Por supuesto. Pero no siguió preguntando. Creo que supuso que el tema era peliagudo. Se mostró contenta por tenerme a su lado y partió al trabajo sin tener ni una idea de lo que en realidad está pasando en mi vida.

Bajé en pijama a servirme un vaso de agua. Mi estómago es una piedra pesada y seca. No puedo tragarme nada.

El timbre resuena por toda la casa, haciendo que me exalte.
Puede que a mi madre se le haya olvidado algo. Por un breve segundo, cuando voy de camino a la puerta, tengo la ilusión de que sea Justin.

Me aproximo al ojo de vidrio para ver quien era.

El vaso de agua se me resbala de la mano. Cae sobre mis pies y el cristal se hace pedazos.
Perpleja, no logro moverme.
Vuelve a tocar el timbre.
Yo vuelvo a asustarme.
Con el aliento agitado, y los dedos temblorosos, toco la manilla de la puerta.
Y la abro lentamente.
Es real.
Está aquí... vivo.

—¡¿Félix?!   

The Monster (Justin bieber & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora