Capitulo 3

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Petrificación era la palabra que describía mi cuerpo y mi mente en estos momentos. Estática, miraba frente a mí, al chico por el cual había estado obsesionada hace meses. Al que le había visto hacer cosas que ningún ser humano mínimamente normal, podría hacer en toda su vida. El que después de tanto tiempo de mirar por la ventana, le temía por lo que me había hecho esa mañana. Le temía a lo irreal que podía ser. Allí estaba, nunca me había ni imaginado el momento en que tendría que enfrentarme a él. No creía que ocurriera de esa manera, tal vez esperaba una presentación formal o un saludo. Pero como todo lo que rodeaba a ese chico, no era común, teníamos que conocernos de aquella forma extraña.

Mis palabras inocuas no reaccionaban en mi lengua. Los engranajes de mi cerebro se detuvieron. ¿Qué se supone que debía decirle, en aquel trance visual en el que estábamos inmersos? 

Era como si mi mente se fundiera bajo sus ojos quietos.

Deseaba darme una cachetada o auto-patearme el trasero para poder reaccionar. Él era un intruso y no podía quedarme callada. 

— ¿Qué haces aquí? —Me digne apenas a preguntar. 

Como si le hubiera hablado en modo “mute”, se dio vuelta ignorándome por completo. Estaba frente al lava trastes, donde descansaba pesadamente, lo que podía llamarse toda la carne que guardábamos en el refrigerador. El chico guardabosques estaba comiendo de la carne cruda que reservábamos ¡para toda la semana! Aquello explicaba la sangre de animal, que manchaba sus manos y su boca.

Comía como condenado a muerte, casi de forma feroz. 

El sonido resbaladizo de sus dedos manoseando la carne y el oír sus dientes masticándola, me provoco escalofríos. 

— ¿No vas a decirme nada? Entras forzosamente a mi casa, tragándote todas las reservas de carne y no me dirás ni una palabra que explique esta situación. —El chico ni se inmuto, los músculos de su espalda se tensaban al inclinarse sobre el lava trastes. Su silencio empezó a enfurecerme. — ¿Quién eres? 

No lo quise, pero soné como si lo repudiara. No era la intención de mi pregunta, lo que más me llegaba en ese momento era la intriga y el…miedo. 

—No. Dime tú, quien eres. —El chico guardabosques se dio vuelta, mirándome con sus ojos afilados. Su voz era enormemente profunda — ¿Eres la psicópata que me espía todos los días por la ventana?

Una oleada de calor me estremeció las mejillas. Un oleada de vergüenza. 

Él ya lo sabía. 

Tense mi mandíbula. — ¡¿Psicópata, yo?! Te recuerdo que tú fuiste el que me ataco a plena luz del día, en el instituto. 

—Yo no te ataque, te di un susto. Para que aprendieras la lección. —la misteriosa inexpresividad de su voz esporádica, me revolvió el estómago. 

Se volteó a tomar un pedazo de carne y morderlo con ahínco. 

Sus palabras solo confirmaron mi teoría. ¡Él había sido!

— ¡Tú fuiste quien me mando ese terrorífico mensaje! ¿Verdad? ¿Aquella nota en el pico del buitre? 

—mmmmh….—trago la carne cruda que masticaba. — ¿Crees que debería aplaudirte por ese magnífico descubrimiento? No es tan difícil de descifrar. 

Agudice mis ojos como rendijas. — ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué tratas de asustarme? Yo no te he hecho absolutamente nada, ni te he molestado siquiera…es más, tú has sido el que ha irrumpido en mi casa. 

En apenas un pestañeo, lo tuve frente a mí. Su calidez corporal estaba más cerca de lo que esperaba y sus ojos escurridizos, se incrustaron en los míos de forma avasalladora. Cada uno de sus movimientos rápidos, eran esotéricos. 

The Monster (Justin bieber & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora