Capítulo 64 [Segunda parte]

352 23 11
                                    

Algo en mi subconsciente se movió.
Y se sintió como si saliera a la superficie, después de estar en lo profundo. Y sí que lo estaba. Desde que caí dormido en aquel cuarto, en el que me tenían colgado.

De pronto noto que las cosas habían cambiado.
Lo primero que advertí fue una extensión dura y gélida tras mi espalda; eso significa que estoy acostado sobre algún lugar. Junto a un horrible dolor en mi cuello.
La neblina oscura se disipó tras mis párpados, y mi cuerpo adquiere reconocimiento de mi alrededor. Pero en ese preciso instante me doy cuenta de que hay algo más.

Instinto. 

Y como un balde de agua fría, la razón por la que comencé a despertar se hace palpable.
Unas manos heladas y temblorosas me tocan las mejillas. Siento un aliento ir y venir sobre mi boca, su cercanía me calienta la cara.

—Justin, cariño. —escucho su voz. Y me paralizó por completo. —Por favor, despierta. —susurra suplicante. Percibo un roce en mi nariz.

La piel se me eriza.

Debo estar soñando.
Debieron haberme dado un alucinógeno. Una droga muy fuerte para que la ilusión sea tan real. No soy capaz de abrir los ojos en aquellos breves segundos, por el simple hecho de que tengo miedo a decepcionarme, al encontrar nada más que un cuarto vacío. 
No puede ser cierto.
Sin embargo, vuelvo a escuchar su voz.
—Justin…Justin.
Es ahí cuando me vuelvo capaz de hacerlo. Tengo que verificar si es real.

Abro mis ojos, despacio, para adaptarme a la luz y enfocar la vista.
Logro divisar por un instante, a alguien muy cerca de mí. Lleva un gorro quirúrgico y una mascarilla cubriéndole la mitad de la cara.
Se aleja muy pronto, echando un vistazo tras su hombro. Me percato de lo amarillo que es su traje.

No entiendo. Le observo desorientado. Era una ilusión, ¿Cierto?

Vuelve a poner su atención en mí…
Y todo cambia.

Reconozco esos ojos pardos, esas pestañas largas y curvas, mirándome con el pánico cruzando su iris. Tan expresivos como los he soñado.

No.
Puedo.
Creerlo.

El color rojo se apoderó de las luces y una alarma estridente sonó por la habitación, seguramente por todo el establecimiento también.

Sus manos vuelven a rodearme, agitándome.
—¡Justin, tenemos que irnos! ¡Ahora! —exclama, con sus ojos bien abiertos fijamente en los míos.

Sí, joder…es ella.

Jala de mi brazo, con fuerza, levantándome abruptamente. Para quedar sentado sobre lo que, me doy cuenta, es una mesa.
Al hacerlo el mundo alrededor da unas jodidas vueltas, desestabilizándose por completo. Cierro los ojos muy fuerte, con el vértigo cerrando mi garganta. Cuando me llevo la mano a la cabeza, recién noto que no estoy atado.
Por primera vez en días. 

Sus finas manos se apoyan en mis hombros, devolviendo equilibrio a mis sentidos. Abriendo lo ojos, veo las correas desatadas a ambos lados de la mesa.

La miro perplejo, en su disfraz.
Me toma del antebrazo, incitando a levantarme.
Pero yo la sostengo, unos segundos, permitiéndole que se quede quieta. A pesar de que la alarma suene con insistencia y no sepa qué es lo que está haciendo aquí. Temo que en cualquier momento pueda desaparecer, y su tacto se siente tan reconfortante, así como nunca pensé en mi perra vida que iba a necesitar a alguien.
Ella se queda viendo como es que tomo su brazo y su mano, junto a mí. Sus ojos me miran, con tanto miedo, tanto anhelo que se me acelera el corazón.
Aún lo creo imposible.

Pareciera que el caos a nuestro alrededor se fuera atenuando.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo…?—le pregunto totalmente incrédulo. 
Su mano me toca el pecho, acercándose a mis latidos vertiginosos.
—Vine a sacarte de este lugar. —afirmó ella, con seguridad. A mi me pareció una locura. —Tenemos que huir, ¡ahora ya!

The Monster (Justin bieber & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora