Capitulo 27

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El momento expectante.

El momento que anhelaba desde hace dos semanas, estaba ahí. ...

Sus labios suaves y carnosos se estrecharon contra los míos. Despacio, dulce, un tacto apenas reconocible e igual de sensitivo. Grandes sensaciones de multicolores me corroen por todo el cuerpo. Cada fibra despierta y siente aquel hormigueo vertiginoso.

Un momento de silencio en donde todo en mi bulle. Cierro mis ojos, deleitosa del dulce manjar que es peligrosamente su boca.
Él nunca sabrá cuanto anhele esto, cuanto lo deseaba.

Abro despacio mis ojos a los segundos después cuando aún tengo sus labios acoplados en los míos.

Justin también me observa, sus ojos mieles más cerca que nunca.
Nos sonreímos boca contra boca. Nos separamos apenas unos centímetros.

Él relame sus labios, reafirma sus manos en mis mejillas, y me mira con algo más oscuro escondido detrás de su iris. Ladea su cabeza un poco, acercándose con agónica lentitud. Se mantiene a unos casi inexistente milímetros de mis labios, dejando un campo magnético hacerse sentir entre esa distancia. Expectantes, un juego peligroso en los que nos quedamos ahí necesitando del otro, de esa piel carnosa, esperando por un beso más avasallador.

Hasta que Justin acorta la distancia y posee mi boca con movimientos parsimoniosos y malditamente destructores. Acoplándonos de forma intensa. Yo atrapo su labio superior y él mi labio inferior. Justin pasa su lengua por este, y yo le doy acceso a más adentro. Nuestras lenguas se tocan de forma tímida, rozándose con coqueteo.
Luego juegan más atrevidas, frotándose. Me dejo perder en nuestra pequeña guerra de dar y recibir.

Apoyo mis manos en sus pectorales, su piel desnuda está caliente. Siento su tensión bajo mis palmas. Me coloco en las puntas de mis pies para llegar más a su altura, queriendo más, pidiendo más de su boca. Siento las manos de Justin descendiendo desde mi rostro, por mis hombros y por mi espalda, lentamente. Hasta que sus manos se quedan en la curva de mi cintura, atrayéndome más hacia su cuerpo.

¡Dios! Sus besos me hacen perder la jodida cabeza. No solo eso, mis emociones corren hacia el cielo, toda mi sangre corre rápida por mis venas, y mi piel se eriza.

Un complot que nunca antes había sentido, y que dudaba en el fondo que lo volviera sentir.

Rodeo su cuello, profundizando el beso. Mientras todo se vuelve más brutal, con más ferocidad. Justin me envuelve con sus brazos, fuertemente, elevándome del suelo. Da media vuelta, y sube las escaleras del porche, sosteniéndome contra él, sin dejar de besarnos. Luego me acorrala contra la puerta, mientras toco el suelo con mis pies.

¡A este chico le encanta acorralarme!

Me mantengo con la cabeza hacia arriba, ya que Justin es más alto que yo y no me puedo separar de sus devastadores y sensuales labios. Soy sumisa, soy poseída por su lengua prodigiosa. Ya no queda aliento que absorber, no queda respiración que seguir reteniendo. Y seguimos más salvajes.

No podemos dejarlo, es una interminable adicción.

Y de verdad cumple su promesa. Está devorando mis labios.

Sus manos afirman mis caderas, me aprieta contra su cuerpo y contra la puerta. Seguimos hasta al máximo punto.

Nos separamos con las respiraciones agitadas. Veo su pecho subir y bajar, su aliento chocando contra mi boca. Yo suelto un suspiro deleitoso que me es inexcusable soltar.

Justin eleva imperceptiblemente una esquina de su sonrisa.
—No hay nada como tus besos. —Murmuró roncamente, descendiendo su vista a mis labios.

¡Jesus!
Esa voz no debería ser legal.
Se me suben los colores a las mejillas.

—Y no hay nada como verte sonrojar.

—Ya basta. Con eso me haces aún más sonrojar. —Le reclamo, bajando mi cabeza. Un poco cohibida.

Lo escucho carcajear enternecido.
Me escondo en su pecho, mientras siento que me da un beso en la cabeza.

—Y bien…—dice. Me toma del rostro otra vez, haciendo que lo mire a los ojos. —Entonces… ¿Me perdonas?, ¿Me das esta oportunidad para hacer las cosas bien?

Me quedo un momento en silencio, meditándolo.
—Tienes que estar seguro de que no saldrás corriendo de mí, una insignificante humana. —le aclaré seriamente.

Justin rio despacio.
—De todos los humanos que hay en la tierra. Para mí, eres la menos insignificante, _______.

Agudizo mis ojos.
—Ni creas que con palabras bonitas compraras mi perdón.

Carcajea otra vez.

—No puedes resistirte a mi verdad, nena.

Tiemplo internamente al oír su sexy “Nena”

—Claro que puedo… ¿Debería creerte? —le inquirí retóricamente
—Haré que confíes en mí. —Aseguró él.
—No me defraudes…
—No lo haré.
—No me rompas el corazón. —advertí.
—Y tú no me lo rompas a mí.

Nos quedamos mirando directamente a los ojos, de forma intensa. Tratando de confiarnos más de lo que dicen los ojos que las palabras.
Un trance que dura varios segundos. Lo está diciendo en serio. No hay vacilación, ni un atisbo de mentira.
Por lo menos puedo verlo sincero.

Y con eso me basta aunque sea un poco para convencerme.
—Ni pienses en una tercera oportunidad la próxima vez. —determiné.

Una bella y congénita sonrisa se expande en su cara.
Sus dientes refulgen como perlas, y unos hoyuelos se dibujan a ambos lados de la curva de su boca.

—No vas a arrepentirte de gozar de mis encantos. —afirma contento.

Me toma del rostro, y me da un corto beso en los labios, luego uno en la mejilla, otro en la nariz, otro en la frente. Y así esparce besos por toda mi cara, repetidas veces.

Me rio entre besos, me besa los parpados. Todos lados.
— ¡Basta!
Trato de esconder mi cara. Pero sigue acribillándome a besos.
— ¡Ya!

Lo empujo, pero sé que se deja, es imposible que yo pueda moverlo con mi endeble fuerza. Se ríe de su hostigamiento. Lo miro entre reprobatoria y divertida, giro sobre mis talones para buscar las llaves en mi bolso y abrir mi puerta.

Cuando rebusco en mi bolso, Justin me vuelve a atacar, besando a cada lado mis mejillas, poniendo sus manos en mis caderas.
Trato de encajar la llave, pero él me hace cosquillas en el cuello, con sus besos. Me encojo de hombros riéndome.

Después de que anímicamente estaba en la Sub-tierra, puedo reírme naturalmente. Se siente como la llama de una vela en medio de la oscuridad. Aunque eso no quiere decir que repentinamente soy la chica más feliz y contenta del universo. Solo es que Justin, indirectamente evita que me hunda en mi miseria.

Logro abrir mi puerta, retorciéndome para evitar que me haga más cosquillas, pero su nariz se hunde en mi cuello y no puedo evitar reírme y encogerme. Entramos a tropiezos, con Justin abrazándome por detrás.

De pronto pienso, en lo natural que se nos dan las cosas. No podemos estar separados por algún cósmico motivo y ahí estamos jugueteando, sin preámbulos y sin restricciones. Todo surge de forma no premeditada…
Y me encanta.

Cruzamos la sala. Le ofrezco algo para beber o comer y él acepta un vaso de agua. Nos dirigimos a la cocina, donde saco un vaso de la estantería y abro el grifo del lavatrastos. En el reflejo del microondas veo mi cara aun con lágrimas negras dejando un camino seco en mis mejillas. Aprovecho en ese mismo instante lavarme el rostro, ¡Que horrible debo verme!
Con unas servilletas me seco las mejillas, quitando todo rastro de rímel. Siento la mirada de Justin sobre mí. Lo miro de vuelta un poco cohibida ante su escrutinio. Luego tomo el vaso de nuevo y lo relleno de agua. Se lo paso, sonriéndole.

Justin lo toma en silencio, sin despegarme los ojos de encima. Se toma el agua al seco.
Después de dejar el vaso en la encimera, abre la puerta de la cocina.
Sale a mi patio trasero, y se gira para mirarme, haciéndome una seña con la cabeza para que lo siga.

Le hago caso y voy tras él.
Se dirige hacia los columpios.

Justin se sienta en uno, y yo me dispongo a sentarme en el otro, pero me lo impide.
—Hey, ven aquí.

Toma de mi mano y me tira hacia él. Atrayéndome de la cintura, hace que me siente en sus piernas.
Mi espalda queda apoyada en su pecho, y nuestros pies enredados tocando el suelo, provocando pequeños balanceos en el columpio.

—De todos modos…puedo preguntarte. ¿Por qué llorabas? —Pregunta él, después de un momento de silencio.

La tensión me inmoviliza.
Contengo la respiración, mientras mi mente busca una salida. A pesar de lo que hemos pasado, estamos recién conociéndonos. Y mi padre, no es un tema que comparta con todo el mundo. Cara es la única que me ha oído llorar. Solo oído, porque no dejo que nadie me vea o me abrace con esa lastima en la tensión de sus músculos.

Y ella es la única con la que apenas establezco una conversación sobre mi padre. Pero nadie más.

No puedo llegar y soltarlo, me es imposible. Es algo muy difícil para mí.

Y…entonces, ¿Qué puedo decirle?

Lo miro con suplicio, mordiéndome el labio inferior, no puedo confesarle que mi padre estuvo a punto de morir por un derrame cerebral, simplemente así.

—Es un asunto familiar…. —le digo sin más.

Sus ojos me miran inquisidores. Como si quisiera descifrar lo que estoy escondiendo. Y con aquellos ojos observándome fijamente, casi me siento descubierta.

—Puedes confiar en mí, ________.

Bajo la mirada, sintiéndome un poco acorralada.
No. Falta mucho para que pueda contarle de eso.

—Justin, por favor. Esto es muy difícil para mí. —murmuro con voz ahogada.

Veo como su mano busca la mía, y sus dedos cálidos se entrelazan con los míos.

—Tranquila…si no puedes contármelo, no hay problema. —Me tranquiliza con ese tono tan cálido y profundo. — Debe ser algo muy grande como para ver cuanto te contienes en este momento, para no derrumbarte y echarte a llorar ahora mismo.

Lo miro sorprendida, con mis ojos vidriosos. Siempre me llega a sorprender la manera con que tan solo verme puede llegar a conocerme como nunca nadie antes. Su manera de desglosarme, de entenderme, cuando para los demás a veces soy un maldito acertijo que desean ignorar. Justin con tan solo ver que estoy destrozada, lo sabe todo. Eso da miedo pero a la vez es sorprendente y reconfortante.
Este chico es único.

De la forma más dulce que me han hecho jamás, Justin con un suave beso en mi mejilla, detiene el recorrido de mis lágrimas.

Ahí, él entiende que es un tema delicado.

— ¿Qué tal si salimos mañana?
— ¡Salgamos a tomar helado!
— ¿Un qué?

Abrí mis ojos, atónita. — ¿¡Nunca has probado un helado?!

— ¿Son esas cremas de colores?...Nunca me ha interesado probarlas.

— ¡Es que no! ¡Tienes que probarlo! Mañana mismo.

—Ok. —Justin frunció las cejas, mirándome como si yo estuviera delirando.

Me río maquiavélica. Hay tantas cosas que puedo enseñarle, cosas dulces como los helados.
Estábamos ya en la puerta, nos pasamos la tarde, juntos, tirados en el sillón, hablando de cosas muy estúpidas, que yo no tenía idea de las que él se iba reír. En realidad tiene un humor bastante bobalicón como el mío. Es muy idiota. Me trajo alegría tenerlo aquí conmigo, se notó su esfuerzo por animarme, y eso se agradece, ha sido una tarde agradable, en comparación a la mañana, aparte de nuestra sesión de besos que nos dejó bastantes veces sin respiración, pues puedo decir que no estoy sumisa en mi miseria ahora.

—Entonces mañana te vengo a buscar.
—Te quiero puntal aquí a las cinco. —le dije en broma.
Se llevó los dedos a la frente, como un saludo militar.
—Lo que mande capitán.
—Ya vete que mi madre debe estar por llegar. —Le dije a punto de abrir la puerta trasera de la cocina.

—Ok, el último beso.
Se acercó tomándome del rostro.
Yo negué con mi cabeza.
—No, no, no. Espera hasta mañana.
— ¡No! ¡Dame un beso!
Me reí, tratando de esquivarlo de todas las maneras, su boca estaba estirada para besarme.

— ¡No! —refunfuñé derrotada.

Me dio varios besos cortos, obligados, pero lindos.
De pronto muerde sensualmente mi labio inferior.
¡¡No!!
¡Esto es provocación!

Lo rodeo del cuello, adentrándome en su boca espontáneamente, jugando y frotando nuestras lenguas, otra vez. Justin acaricia mi espalda, mi cintura y mis caderas, casi desesperado, como si no nos hubiéramos besado ya en casi toda la tarde.
Siempre un beso es como el primero.
Justin nos separa y me empuja fuertemente contra la puerta. Sus ojos refulgen oscuros.
Cuando se acerca muy rápido, lo tomo de la mandíbula (Demasiado atrevida, cosa que no controlo en el momento) Antes de estrechar nuestros labios, la punta de nuestras lenguas se tocan, llevo mi dedo pulgar a sus labios carnosos, palpándolo deseosa. Justin me apega más a su cuerpo, y me atrae a besarlo otra vez de forma brutal.

¡Cielos…estoy perdida!

—Ya Justin tienes que irte, antes de que mi madre llegue. —le murmuro contra sus labios, cuando nos separamos muy agitados.

No es que ya no quiera besarlo, es que mi sentido común se puso en “Mode on”, y mi madre me mataría si me encuentra con un chico en casa. Es demasiado perceptiva como para darse cuenta que algo pasó entre nosotros previamente, si ella llegara en estos momentos.

—No quiero dejarte. —susurró.
—No veremos mañana ¿Si?

Él asintió.
Sonrió ladino, soltando un sensual “Rawr”, disponiéndose, más rápido de lo que lo vi venir, y atacó mi cuello, mordiéndome y provocándome cosquillas.

Me retorcí, riéndome y chillando. Me encojo de hombros, evitando su acceso a mi débil y sensible cuello.

Hasta que Justin para, con una sonrisa de oreja a oreja expandida en su rostro de querubín.
¡Maldito!
—Eso no se vale. —dije, con un puchero.

—Adiós, nena. Te vengo a buscar mañana.

Le asiento, cuando abre la puerta, atraviesa el patio trasero, salta la cerca de madera, más alto que cualquier ser normal haría y desaparece detrás, seguro dirigiéndose al bosque.

Suelto un suspiro.
Oh Dios…estoy segura que al final de todo esto…mis sentimientos irán más allá.

The Monster (Justin bieber & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora