Capítulo 20.

1.1K 71 1
                                    

Cada fibra vertebral tembló, el pánico subió por mis piernas como las llamas de fuego siguiendo a la pólvora. El terror agujeró mi piel, erizándola. 

Me quede petrificada. Inmóvil, igual que la foto que tenía frente a mis ojos. 

Una foto de mí en algún lugar, tachada con una cruz, escalofriantemente de color rojo. 

¡¿Qué tipo de mensaje satánico era este?! 

No pude más que mirar aquella foto con los ojos abiertos, como si en cualquier momento esta se levantara y me atacara. 

La mano blanca, surgente del agua, me vino a la cabeza. No era posible que estuviera mi cámara ahí…en mi cama, cuando la perdí en el posadero. 

Miles de pensamientos aterradores asecharon mi mente.
Analizando cada cosa. 

Respiré hondo, asimilándolo.
Ese alguien que me había ahogado en el posadero de agua, es el la misma persona que presentí en la estación. Sabía que no estaba sola a pesar de que toda la estación se encontraba vacía. 

Esa inquietud de saber que alguien me miraba, pero a la vez no había nadie.
Es una fuerza singular, pesada… que irrumpe la estabilidad de todo. 
Siento cuando no estoy sola. 

Y si ese alguien del posadero y la estación son la misma persona, posiblemente también era la misma que entró a mi casa hace un tiempo atrás. 

En sí, hay alguien que ha estado atormentándome, eso ya lo sabía, pero he podido unir dos cabos sueltos. 
¿Pero, por qué? 

Me siento tan insegura, tan…turbada. No puedo dejar que alguien me haga algo, que atormente mi vida. No debo dejarme amedrentar…eso es lo que quiere, que no pueda respirar en paz. 

¡Pero, diablos! ¿A quien mierda engaño con todo eso?
Estoy que me cago de miedo. No puede estar pasándome a mí, aquí en la vida real. Esto se lee en libros, se ve en películas. No ha mí. 

Un psicópata está siguiéndome. Intenta hacerme daño…y Justin no está aquí para protegerme. Pero él no es nada mío. No tiene la obligación para hacerlo, él si quiere puede irse sin más, y yo no podría impedírselo. Sin embargo, me prometió que me protegería…pero si yo misma trate de evitar que me viera esta misma tarde. 

Soy víctima de una guerra interior, una paradoja circunstancial. Revolviéndose con mis miedos, con mis peores temores e impulsos. El pánico subió rasguñando mi pecho, creí que me pondría a tiritar del frio que sentía. 
No un frio literal, es un glacial de peligro que invade mis sentidos. 

— ¡Déjame en paz! —vociferé a la nada. 

Agarré la cámara y la aventé contra la pared de mi habitación. Tomé la foto, y la rompí por la mitad, con ira. 
¡No-me-harás-daño! Determinó mi mente.

Pero no podía asegurar que en realidad eso no pasara. 

Baje corriendo las escaleras, con un impulso bullendo en mí. 
Necesito a Justin.

Sus abrazos, sus consuelos, sus palabras. Correría al bosque y sea como sea me lanzaría a sus brazos. Me importa una lechuga, un pepino, una bendita mierda lo que diga Omer, lo que diga todo el jodido mundo. 

Bajo el último escalón, agitada por la determinación y la anticipación. Mis emociones son totalmente volátiles, y solo Justin el guardabosque puede lograr aquello. 
Él es como la luz al final del túnel…
Ha prometido protegerme y ahora estoy siendo el blanco fácil de quien sea quien quiera hacerme daño. 

Y también, el por qué iba por Justin…estaba muy en el fondo de mi ser. Donde mi yo subterráneo buscaba lanzarme a sus brazos porque no hay nada como estar en ellos, ni estar bajo su mirada de arena movediza, saborear sus labios y escuchar su voz. 

Era lo único que podría mantenerme cuerda.
Y sí, porque me gusta. Esa es la razón de todo. 

Pero cuando iba a salir, unos golpes en la puerta me detuvieron. 

Me pare en seco, en medio de la oscuridad.

Un terror punzante invadió mi corazón. Respiré hondo mientras giraba sobre mis talones. 
Caminé lentamente a través de la sala. 

Mi mamá nunca se olvidaba de las llaves. 

Además de que hay timbre, ¿Quién toca simplemente la puerta? 

Palpé la pared, buscando el interruptor, lo presiono y las luces se encienden, iluminando la sala de estar con calidez. 
Me dirijo hacia la puerta. 

Apoyándome en la punta de mis pies, miro con miedo a través del agujero que da vista hacia afuera. 
Pero veo tan solo oscuridad al otro lado de la puerta. 

Retrocedo unos pasos, con un escalofrió permaneciendo en mis vertebras. Debió ser alguna broma de los niños que juegan en la calle, no sería la primera vez. 
Negando con la cabeza, doy media vuelta, deseando ir por Justin. 

Pero como si esa fuera su intención, otros golpes en la puerta me lo impidieron apenas al instante. 

Volví a girar sobre mi misma. 
Sigo los mismos pasos de vuelta, con más determinación. Apoyo mis manos en la madera, inclinándome a ver por el agujero de la puerta. 

Una máscara sonriente apareció al otro lado. La del juego del miedo. 

Aúllo asustada, apartándome de la puerta, repelida. Mi corazón golpea fuertemente mi pecho, la respiración se atasca a medio camino de mi garganta. Retrocedo mirando expectante la puerta, como si en cualquier momento se abriera y el de la máscara viniera por mí. 

Una serie de golpes más fuertes hacen vibrar la madera. Golpes furiosos. Potentes. 
¡Podía caerse!

El pánico me atraviesa como un cuchillo. 

Con la adrenalina subiendo por mis piernas, un impulso eléctrico, salgo disparada. 

En segundos cruzo la sala, la cocina, el patio trasero, la puerta de la cerca y corro al bosque sin pensarlo. 

No me importa el tiempo y corro. Sin respirar, sin ningún límite para que mi pulso no dejara de ir más rápido. Mis ojos lagrimean por el viento, todo me hiela. 
Y sigo entre la naturaleza lúgubre, con esa espeluznante sensación que da cuando uno piensa que lo vienen siguiendo. 

Y me refugio en el bosque, a pesar de que esta oscuro, inhóspito y el psicópata puede seguirme y puede matarme entre las hojas otoñales, los árboles, donde sería difícil encontrarme. 

Al pensar en aquello me detengo en el camino, ya invadida por las tinieblas. 

No. 
No. 
Por favor. 

La angustia tomo mi cuerpo y lo hizo cruelmente su víctima. 

Me desespera el paisaje aterrador que me rodea, me desespera que alguien, un vil psicópata este acechándome. Que nada este bien. 

— ¡Justin! —Bramé con voz ahogada. — ¡Justin!

Me abrazo a mí misma, sintiendo al frio quemarme la piel. Mi respiración agitada se convierte en vapor en el aire. 
Mis pensamientos dejaban de bombear cuanto lo necesitaba en aquel instante. 

— ¡Justin! ¿¡Donde estás?! —Grité otra vez, al borde del llanto. — ¡Justin! 

Llevándome las manos al rostro, deje que mis facciones se contrajeran y pudiera soltar un par de lágrimas totalmente aterrorizadas. 

¡Que alguien me ayude! Joder…

Me siento en la tierra, encogiendo mis rodillas al pecho. Escondo mi cabeza, tiritando del miedo y del frio. 

Nunca había sentido tanto terror en mi vida. 

Justin…no estaba ahí, conmigo. Habían vuelto a atormentarme. Quien quiera que sea siempre ve la oportunidad de encontrarme sola. Cuando Justin no está para protegerme. 
Y en los momentos en que menos me lo espero, vuelve a atacarme. 

¿Para qué diablos?
¿Qué es lo que yo he hecho para que me hagan esto? 

Que te guste Justin…susurro mi subconsciente. 

¡No! 

No tenía nada de malo que me gustara Justin… ¿Cierto? Eso no puede provocar que alguien empiece a acosarme. 

Algo está fuera de lugar, me dije. 

Un ruido me saco de mis cavilaciones, rompiendo mi bullicio interior. 

Me exalte al escuchar la canción desde mi teléfono. 

Lo llevo a mi oído al apretar “contestar”. 

— ¡Algodoncin! ¿Dónde te has metido? Te estoy esperando. —la voz tranquilizante de mi madre sonó al otro lado. 
—Estoy en….espera. ¿Dónde estás? 
—En casa, esp…
El corazón se me paralizó. 
— ¿¡Que?!...¡Mamá! ¡Sal de la casa! ¡¡Sal ahora!! 

Me pare como un resorte y corrí como si mi alma se la llevara al diablo.

O puede que el diablo no se llevara mi alma, se llevara a mi madre.

The Monster (Justin bieber & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora