Capitulo 12

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Los algodones de azúcar quedaron abandonados en el basurero. Los columpios dejaron de balancearse. Ni siquiera el viento los movía. Los niños ya no corrían por el parque. Las parejas ya no caminaban de la mano. 

En el parque ya no había nadie. Y yo ya no estaba allí, desde hace varias horas. 

Me fui a casa peor de lo que había venido. Mi estado de ánimo había subido la escalera, con más entusiasmo. Pero luego cayó torpemente, rodando hasta la orilla, herido y golpeado. 

Vaya que metáfora tan triste. Pero así es como mi ánimo estuvo hoy. 

Justin me había dejado abandonada en el parque. No tengo el menor conocimiento del porqué, ni con qué propósito tan importante tuvo que irse sin siquiera avisarme. Y eso no es lo que hacen los amigos. Si se le puede llamar amigo, sinceramente yo no lo veo como un amigo… porque ese beso que <<él>> me dio, limita esa brecha. Y al dejarme repentinamente sola, me provoco un desosiego inaudito que tan solo me hizo dudar si podía contar con él en cualquier ocasión sin que desapareciera.

A pesar de las circunstancias, la mayor interrogante es: A donde fue. 

Con Justin, todo es preguntas y más preguntas indescifrables sobre su comportamiento y su vida. Lo cual me exaspera demasiado. Siento que no llegare a conocerlo jamás.

Al cerrar la puerta, mi madre estaba viendo televisión, envuelta en su cobija, con unos pañuelos arrugados y una taza de café. Estaba viendo la película “La decisión más difícil” lo que quiere decir es que, ella estaba echa un mar de lágrimas, literalmente. Ni se percató de que yo no estaba en casa. Creo que es porque cada domingo yo me encierro en mi Baticueva (mi habitación) y leo todo el día. No permito que nadie me moleste o me mueva de allí. Entonces mi madre no se toma la molestia de irrumpir, hasta que yo salga de mi cueva y me digne a saludarla, para posteriormente tener una conversación productiva. 

Así que cuando me vio entrar, se sorprendió de que yo anduviera fuera. Trate de transformar toda la expresión de mi rostro para no parecer ni perturbada ni decepcionada por el abandono que recientemente acababa de sufrir. Una sonrisa falsa (habla la experta en fingirlas) afloró en mi boca, sin que ningún atisbo de tristeza se vea en el exterior de mi caparazón protector.

Una cara de niña buena y traviesa, y mamá frunce el ceño, enojada. 

— ¿Y dime quien te dio permiso para salir hoy? —Inquirió ella, suspicaz. 

—Pensé que después de una semana, y todo el esfuerzo que he puesto en mis estudios, el castigo impuesto no se extendía hasta los domingos. 

— Un castigo abarca todos los días de la semana. Sin excepciones. 

Baje la mirada, removiéndome de mi lugar.

Me senté a su lado en el sillón. 

—Fui a ver a papá. 

La mire significativamente, porque ella sabía lo que eso conllevaba. 

Tomo mi mano, sonriéndome fraternal.

—Oh lo entiendo. Si fuiste a verlo no importa, es la excepción del castigo…

Le sonreí. 

Su tono comprensivo me hizo sentir un poco culpable, pero omitir el hecho de que estuve con Justin era lo más sensato. 

Después de salirme de ese apuro, subí a mi habitación. Me derrumbe sobre la cama, con una aleación de pensamientos inculcados por la desaparición del guardabosque, la inerte vitalidad humana de mi padre y la mirada penetrante de Omer.

The Monster (Justin bieber & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora