Capitulo 46

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Maraton 5/5

Mi cabeza no tuvo espacio para extrañarse por el por qué él estaba aquí. 

Sus ojos celestes, intensos en un momento tan denso, se fijaron quietos a mí. 

Y supe que él era el único que podía ayudarme. 

— ¡Ayúdame a salir de aquí, por favor! —me apresuré hacia él, esperando que aceptara. 

Incluso era algo que no necesitaba ni dos dedos de frente, o unos segundos que pensar, pero Omer si lo hizo, miró sobre su hombro izquierdo hacia el pasillo.

Meditó tal vez la forma de huir y asintió, volviendo su atención. 

—Ok, ven conmigo. 

Sus dedos se anclaron a mi muñeca, haciéndome avanzar junto a él. Comenzamos a bajar las escaleras, cuyos escalones iban desvaneciéndose, en el fondo, entre un mantra asfixiante. En la primera planta flotaba la neblina espesa del humo, se enardecía el caos, los gritos, los pasos trastabillantes, cuerpos moviéndose como sombras espectrales a través del lugar, los humanos nunca sabemos cómo vamos a reaccionar en situaciones como estas. Donde está la muerte dentro y la vida afuera. 

Están desencajados de sus quicios, al borde de la desesperación. Al igual que yo. 

Piso el último escalón, tomada por Omer, avanzamos a ciegas por el salón. Las llamas se han esparcido como si las paredes tuvieran gasolina. Me sorprendió la rapidez con la que el fuego lo estaba consumiendo todo, dejando el desastre a cada lamida, en la casa de las gemelas Bradbury. Parece que la casa estuviera inyectada en pólvora provocando a la llamas a ser más salvajes, la escena, el aire desesperante se me hizo familiar y la sensación de haberlo vivido en la piel, la angustia es la misma. No era un Deja Vú, es un recuerdo limítrofe. 

En el bosque, el incendio tenebroso e indescifrablemente nacido de la nada, se me vino por un instante frente a mis ojos. 

Con una marea de ir y venir de la gente dificultó el camino hacia donde sea que Omer me llevaba. Hay mucha gente en una mansión en llamas, demasiada. Hombros contra mis hombros, gritos contra mi angustia, esquivando chocones, corridas, respiraciones agitadas. Y soy llevada a través de la oscuridad. 

Doblamos ligeramente hacia la derecha donde está hay un pasadizo conciso, libre de las llamas, por ahora. Omer me suelta para abrir el ventanal hacia al patio trasero. Me reprendo interiormente por ser tan estúpida y no haberlo hecho antes, pero lo justificable es el maldito pánico que me desvió del camino correcto, yo solo quería escapar de lo inevitable: el humo y el incendio. Las escaleras fueron mi primera opción. 

El aire fresco chocó contra mi rostro como agua fría, di pasos torpes por el césped, escuchando el leve bramido de las llamas. Omer vuelve a tomar de mi muñeca, y corre guiándome por el amplio patio, hay personas que se salvaron de la suerte del fuego y todas huían desde las orillas. Adentrándonos a la oscuridad del jardín, llegamos a la pandereta lateral, que cerca con la mansión vecina. 

Era una pandereta no muy alta y conformada de piedra. 

Omer giró sobre sus propios talones, acercándose a la pared, se apoyó en ella sobre su costado y se agacho mirándome. 

—Vamos, yo te ayudo a trepar. —Aseguró con su voz ronca. Entrelazó sus manos hacia abajo, expectante a que yo diera el paso. Tragué saliva y volteé después sobre mi hombro, viendo por última vez como la mansión ardía infernalmente, el fuego viéndose a través de la ventana con un aleteo incesante de despedida, es como si me dijera adiós. Giré otra vez a ver a Omer, sus brazos musculosos predispuestos, estirados hacia abajo. Con un movimiento de cabeza quiso decir “¡Vamos!”, puse la planta de mi pie izquierdo en sus manos entrelazadas, y me aferré a las piedras de la pandereta. —Súbete por mi hombro. —masculló, después. 

The Monster (Justin bieber & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora