Capitulo 9

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No deseaba despertar. Quería quedarme allí, inmóvil. No enfrentar la realidad, no ejercer mi vida de forma cotidiana. Solo dejarme estar. 

El mundo empezó abrirse ante mí. Los sonidos eran audibles, los olores flotaban en el aire, mi cuerpo fue despertándose. Fui consciente de mis músculos adoloridos y mi piel sensible, de la ropa mojada pegada a mis extremidades. Tengo una pesadez en el pecho y mi cabeza palpita. 

Por fin, trate de abrir los ojos.

Estaba viva. Respirando, aquí. Ahora…

Mis parpados se despegaron lentamente, teniendo que adaptarme a la penumbra. Vi ante mí, un techo de madera. Oscuro y alto. Fruncí el ceño, extrañada por lo desconocido. Toque con las yemas de mis dedos, la seda suave de las sabanas. Estaba en una cama. Tapada hasta al pecho con una manta muy pesada. 

Muy confundida mire a mi alrededor. Estaba en una habitación, y en lo primero en lo que me fije fue en los objetos que colgaban del techo. Tranquilos, pendían atrapa sueños de varios tamaños, grullas de papel, figuras ficticias de pájaros y paños de diversos colores. Las paredes de madera eran más sobrias. Más allá había una cocinilla donde algo se calentaba en una olla oxidada. Y había un sillón, nada más. 

Todo el lugar estaba tenuemente iluminado, por la luz del fuego que flameaba en la chimenea. 

¿Dónde estoy?

Fue la primera pregunta que me asalto antes de darme cuenta en la figura que estaba frente al fuego. 

Una espalda ancha, desnuda. Con unas oraciones escritas en su omoplato derecho y una cabeza india en el otro. Nunca me había percatado de aquellos tatuajes. Su cabello castaño asemejado al oro sucio estaba cortado por la penumbra y la luz naranja de la chimenea, toda su piel tersa estaba en la mitad de la oscuridad. 

Hermético, pensativo, misterioso. 

Justin. 

Recordé lo que me había pasado, vinieron imágenes a mi memoria como flashes de escenas terroríficamente reales. Esa mano blanca, moribunda tomándome del tobillo. Yo cayendo al agua, siendo arrastrada hacia a la oscuridad. Luchando por vivir, nadando ferozmente hacia arriba. Me dolió el tobillo con tan solo pensar en esa mano clavarme las uñas en la piel. El último aliento de mis pulmones y unos brazos rodeándome. Lo último que paso fue que Justin estaba dándome respiración boca a boca y pujaba mi pecho para que yo pudiera sacar el agua que tenía dentro. Sus manos en mi rostro, aun podía sentirlas. Me preguntó si estaba mejor. Me tomo en sus brazos y yo me desmaye. 

Y estaba allí, viva. 

¡Justin me ha salvado la vida! 

Recordar lo que me acababa de pasar me abrumo de una forma no determinada. Una angustia caustica subió por mi pecho, hasta obstruir mi garganta. Estuve a punto de morir. 

Solté un sollozo de agobio, pestañando para dejar salir las lágrimas que nublaban mi vista. 

Justin me escucho, y volteo sobre su hombro inmediatamente. Lo mire suplicante, sin poder hilar palabras. Cualquier palabra que pudiera pronunciar se quedó enredada en el nudo de mi garganta. La cabeza me empezó a latir de forma vertiginosa, y llore aún más. 

Él entrecerró sus cejas, y camino hacia mí. 

—Hey. —susurro. —Tranquila. 

Se sentó a mi lado en la cama, obviamente incomodo por mi estado de llorona. Pero aun así podía ver algo de preocupación en sus ojos. 

Trate de contenerme, juro que lo hice. Pero estaba aterrorizada, adolorida como el infierno. Tenía un inmenso dolor omnipresente en mi pecho. Miedo, mucho miedo. Más que eso. Porque ahora no me sentía segura. No puedo. 

The Monster (Justin bieber & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora