The Monster (Justin bieber & ___)

Capitulo 39

Desde el aire se desprendió un calor sofocante. La materia es comprimida en humo. La profunda oscuridad va siendo consumida por una luz incandescente. 

Veo el poder intransigente de una furiosa llama, que se levanta omnipresente. No solo una. Son más…son olas de llamas gigantescas. 

Puedo oler el fuego, y verlo a lo lejos, detrás de unos árboles. 

Miro a mi alrededor con desesperación y mi pecho es atrapado por las fieras garras del pánico. 

De la nada comienzo a correr, sé que estoy huyendo pero no sé de qué. Estoy encandiladamente desorientada. Solo puedo notar que me encuentro en un lugar en el que nunca había estado. Corro con todas mis ganas, sintiendo las cenizas quemar la planta de mis pies descalzos. El piso es de tierra y esta escarchado de polvo quemándose. La imagen se hace menos difusa y me doy cuenta que corro por el medio de grandes casas, son rusticas y de madera oscura, hacinadas unas contra otras, le siguen otras detrás cuesta arriba en montañas. Es como un pequeño pueblo entre valles y montañas de cuento de hadas, poco iluminado y que se vería completamente majestuoso cubierto de nieve. 

Lo único malo, lo único terrorífico que corrompe el ensueño, es que cada una de las casas arde en llamas y la gente corre despavorida por las calles de tierra. Es un caos total, un tormentoso bullicio de gritos desgarradores con las llamas flameando fértiles al desastre. 

Es un pueblo en catástrofe, un infierno en la tierra. 

Una ventosidad angustiante, un agobio me estrangula la garganta al momento en que choco con hombros, sigo los pasos de los que huyen delante de mí, hasta podría escuchar el bombardeo de latidos precipitados de la gente, es palpable la turbación, la quemante consternación. Mezclo mis gritos con los gritos de otros, no escucho mi voz pero si oigo la de los demás, es desesperante gritar tan fuerte hasta el punto de sentir llagas en mi garganta y más bien no ser escuchada por nadie. Todo se desemboco en cámara lenta, avanzaba en el aire, no me movía tan rápido como yo quería jodidamente salir de allí. Veo rostros contorsionados por acongoja, ojos brillosos de espanto, madres tomando a sus hijos escondiendo sus pequeñas cabezas en su pecho materno. Van con una vestimenta sacada de otra época, largas faldas de género, chalecos de lana, hombres con botas a media rodilla. Mejillas manchadas, cabellos enmarañados, y yo estaba ahí, en medio de la lucha por vivir, no desintegrarse entre las interminables llamas que lo lamen, lo consumen todo de una forma apabullante, una pequeña apocalipsis cristalina. 

No entiendo como llegue aquí ni el porqué, aun así se me hace vagamente familiar, no un Deja-Vú sino ese icástico presagio de que esto en realidad había pasado, alguna vez. 

Y es desgarrador. 

La calle se va acabando y la sigue otra manzana de casas en llamas, hay árboles desmayados en el suelo, ardiendo, los cables eléctricos desencajados convulsionando como culebras, soltando chispas como varitas de bengala, no hay ninguna casa que se salve…Todo bulle en fuego. 

Siento un miedo aniquilador. 

Al final de la calle no hay salida, hay un muro de llamas incipientes limitando el paso, lo que detrás sería un bosque ahora estaba siendo víctima convirtiéndose en carbón oscuro. Es tremendamente imponente, gigante, nunca había visto una pared de llamas tan grandes. Podría imaginar como en las pupilas de mis ojos y el de los demás no alcanzaba la cavidad gigantesca que abarcaba el fuego a nuestra vista, no podía caer sobre nuestros ojos estupefactos. 

Entonces… todo se detuvo. 

Al pie del muro de fuego, una figura oscura se levantaba del suelo, de a poco, paulatinamente fue tomando forma, articulándose en una figura familiar. La luminosidad iridiscente dejo ver sus brazos gruesos y piernas pisando con seguridad. Su rostro se hizo claro, despacio. Como si fuera una cámara tomando enfoque.