Capitulo 46 [SEGUNDA PARTE]

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Maratón 1/6

Es como ir en declive sobre un túnel. 

Corrompiendo abruptamente el aire, con el vértigo asolador perforando las cavidades de mí ser. El espacio se hace seco y frágil, el tiempo se dilata en cámara lenta, como si nunca fuera a estrellarme y estuviera flotando en medio del mundo, en medio de un péndulo oscilante que se desequilibra hacia el lado del peligro. 

Solo que al final de este túnel no hay una luz esperándome, tal vez esté después, pero lo único que me aguarda ahora es la mortal y difícil superficie del lago que el agua de la cascada constituye.

Un hondo destino. Voy cayendo como una cascada, a través de la oscuridad. 

Siento que mi garganta duele por el grito desgarrador que suelto, pero no logro escucharme a mí misma. Es que el atentado de pánico que me paraliza hasta el alma adormece todo lo demás. Me agarro fuertemente al asiento como si eso evitara la caída, cierro mis ojos, entregándome a lo inexorable. 

Deseé poder despertar de este sueño espeluznante (que tan solo fuera un sueño), deseé que este día nunca hubiera existido, que nunca hubiera salido de casa y que nunca jamás en la vida hubiera conocido a Omer. 

Deseo no habar hecho nada de lo que hice, ponerle stop, y apretar el botón de regresión. 

Es un pequeño instante decisivo. Toda una vida puede empezar en un segundo, al igual que puede terminar al siguiente. 

1 segundo…1.05, 1.06, 1.07, 1.08….Latido por latido, una pulsación, dos pulsaciones. Tres. 

La amenaza crece, la vida se recorta pedazo a pedazo mientras caigo en picada. 

Una soledad sin salvación. ¿Así es como terminaría? 

A apenas unos centímetros del agua, abro valientemente los ojos, permitiéndome ver la superficie oscura que en el siguiente segundo va a entreabrirse paso ante mí, y puedo distinguir el nebuloso reflejo del auto avecinándose. De pronto ya no tengo miedo, tragando un suspiro ardiente, me respondo mi propia pregunta: Si, así es como terminaría, fui empujada hasta aquí. Ya no hay vuelta atrás. 

Me abriga la sombra de la muerte, advierto su hálito frío. 

Entonces primero lo veo antes de escucharlo, el chasquido del agua siendo corrompida y abierta por el impacto que el capó del Mustang causa. Me adentro al magma sombrío, las aguas se levantan a reverencia, chapotean, un hoyo negro se configura. El lago me consume, traga el Mustang, dando pasos mortales. En medio del parabrisas nace una grieta con un leve crujido viperino, le siguen ramas de grietas que avanzan como culebras. Miles de fisuras desmenuzan el cristal que no es capaz de soportar la presión del agua, al entrar. 

Me protejo poniendo mis brazos frente a mi rostro. El parabrisas se rompe y sé que lo vidrios y el agua se avecinaran hacia a mí. Soy impactada por el flujo que colisiona contra todos mis vértices. Nos hundimos el Mustang y yo, a través de la masa liquida, envolviendo mis músculos rígidos y mis sentidos. Soy abarrotada por el agua más fría que alguna vez sentí, el dolor en mis sienes fue insuperable, mis parpados protegían las cuencas de mis ojos fuertemente, pero aun así brotó el ardor, toda mi piel sufriendo el choque del frio, mis oídos sumidos en la mudez. Alcanzo a aguantar la respiración antes de que mis fosas nasales estén amenazadas. 

Caigo vertiginosamente, hundiéndome a zancadas graduales. No puedo ir contra la corriente que me combate, el pavor llega a otros límites, más allá de mi cuerpo y mi alma. 

Juro que intenté. Juro que luché por escapar por la única salida que se había roto, pero cuando abrí mis ojos un instante después, sin ver nada aproximarse, en la desesperación de la oscuridad gélida del agua, se colaron a través del espacio las partículas de vidrios, picando dentro de mis ojos, de una forma tan intensa que pensé que me echaría a llorar en la profundidad del lago. Cerré fuertemente mis parpados, retrayéndome, moviendo mis extremidades, desesperada, aunque no tengo hacia dónde ir. Todo es una oscuridad total y agónica. Floto en medio de la nada, siguiendo en mis movimientos frenéticos con la urgencia de sanar mis ojos, y respirar. A cada segundo adelantándose mi tanque de oxígeno natural se va agotando. Persevero por nadar hacia el parabrisas quebrado, a pesar de que no veo si voy en la dirección correcta, mi instinto de supervivencia saca lo que queda de mí. No palpo nada mas allá, no sé si estoy dentro o fuera del auto, me pierdo en un punto nómade. 

The Monster (Justin bieber & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora