The Monster (Justin bieber & ___)

Capítulo 33.

—Justin…—farfullé ante sus palabras. 

Cegada por el libido instinto. 

El resto del mundo no existía. Solo estamos yo, él y este campo de flores. 

Su cabello castaño me hace cosquillas en el cuello, su nariz se asienta en la línea de mi escote, absorbiendo el olor de mi piel, su mano me sostiene fuertemente. 

Aunque el sentimiento era naciente, apenas tanteando terreno en mí interior, sentí que ya era suya. 

Justin levanta su vista, bajo esas frondosas pestañas largas, sus ojos impregnan en los míos, son oscuras arenas movedizas, son el reflejo de sus palabras…las cuantas cosas él quisiera hacerme. Y aquello tan solo provoco que me sintiera más húmeda de lo que jamás pensé. Todo en mi era nuevo ante sus caricias, y me gusta. Me gusta como el infierno, también verlo afectado. Sus mejillas con un leve enrojecimiento, sus posesivos, ¡Jesus!... Carnosos y devastadores labios hinchados por los besos; tienen forma de corazón; su aliento caliente chocando contra el mío. Su mandíbula indestructible, apretada. Pareciera que tan solo está conteniéndose. Esta, auto controlándose en este momento. 

Pero yo no quiero…no quiero que se controle. 

—Puedo sentir tu olor, nena. Maldita sea que puedo oler cuan mojada estas para mí.

Su voz nunca había sido tan ronca y condenadamente sensual. 

En otras circunstancias me hubiera dado vergüenza el verme descubierta de esa manera. Pero esta vez, me torne una completa desconocida. Alce mi barbilla, mirándolo altiva y con lascivia. Me mordí el labio inferior, profundizando mis movimientos, empujándome mucho más hacia él, y su duro pene, que se cernía bajo el molestoso pantalón. 

Su boca se abrió un poco más, soltando un imperceptible gemido. No dejamos de mirarnos en ningún momento. 

¿Qué estábamos haciendo? No lo sé. Pero extrañamente en ese momento no me importaba. Estábamos descubriéndonos. Aquel lado del deseo que no habíamos experimentado del todo. Y estamos volviéndonos locos, perdiéndonos, sin importar las consecuencias. 

¿Quiénes éramos ahora? No lo sé. Vamos por el camino de lo salvaje. Yo no me siento la chiquilla friki que todos ignoran. Me siento más que eso, más poderosa, lasciva, deseosa. Y me gusta este lado de mí. Tengo a Justin, el ser sobrenatural que domina el bosque, yo la chica “Cabeza de uva”. 

Y siento el efecto que provoco en él, ahí justo bajo mis bragas y ese pantalón. 

Definitivamente, dejaría que hiciera conmigo lo que él quisiera, aunque estuviéramos en el lugar y momento incorrecto. 

Me acerco aún más, rozando nuestras narices, miro hacia donde van mis manos y Justin tan solo espera. Cuelo mis dedos bajo su polera. 

—Nunca traes polera y justo hoy se te ocurre ponerte una. —acoto, en voz baja. No puedo reconocer mi voz…suena hasta ¿Sexy? 

Él se ríe, expandiendo esa sonrisita coqueta en su rostro. —Si hubiera sabido que esto pasaría, habría venido desnudo. Pero, no tienes tanta suerte. 

Siento su piel ardiente en mis yemas, los cuadros de su abdomen marcado, sus pectorales. Lo toco con insaciable deseo. Luego mi índice va por su ombligo, justo bajo este le sigue un camino de finos bellos castaños que se pierden bajo sus calzoncillos. El camino al paraíso…

Sonrió ante ese pensamiento, y tiro de la liga de su bóxer, no alcanzo a ver mucho, y lo suelto, haciéndolo chocar contra su piel. 

—Oh, no juegues con eso __________. —masculló apercibo.