Cincuenta y siete; ❝Pesadilla❞

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Ojalá estar dentro de un sueño.



—¿Jin? Te demoraste —señaló Jeonghan, sonriéndole mientras se acercaba con una bandeja de cupcakes. El mencionado apenas y reaccionó—. ¿Estás bien? Te noto algo apagado —musitó, dejando a un lado su prioridad para acercarse a su amigo. Este sonrió débilmente, distraído. Si estuviera en un sueño, las cosas serían mucho más fáciles. Sólo bastaría despertar y adjudicarlo a una pesadilla. Sería fácil escapar, entonces. Y su única resolución...



Por supuesto que sería correr a los labios del hombre que más quería.



—No pasa nada. ¿Cómo van las ganancias? —jugueteó, inexpresivo, tratando de escarbar la imagen que aplacó su cabeza. Qué verguenza pensar en ello ahora. Su compañero no dijo nada ante su falta de emoción. Sus prioridades rebalsaban el malestar de su mejor amigo.



—Pues..., ha llegado mucha gente, así que supongo que bien. Podrías ayudar, ¿no crees, flojo? —bromeó, entregándole un pedido— Ve a dejarlo a la mesa cinco —y sonrió simpáticamente, corriendo a la improvisada cocina que habían hecho en el salón bajo los telones. Seokjin ni siquiera protestó, sólo se comió sus quejas y con deterioro se dirigió al lugar mencionado. Podría creer lo que dijo Yoongi, realmente podría, ¿pero su ego era mayor? Se negaba a ser un simple juego. Algo no concordaba. Sólo después de media hora llorando con desconsuelo había llegado a semejante respuesta. Y tenía sentido. Quizá quería abrazar esa opción para terminar menos hecho añicos de lo que ya estaba. O quizá algo en su corazón le decía que sólo era la furia reprimida de Yoon haciéndose notar. O quizá..., quizá instinto, quizá nada, quizá se negaba a ser parte de un juego, quizá eso.



—Aquí está su orden —sonrió forzosamente, apoyando las cosas en la pequeña mesa. Frente suyo había un joven con el cabello liso y lo suficientemente largo como para taparle el rostro, observando a través de la ventana con una sonrisa ladina. Porque en su mente no cabía la idea de que Yoongi jugara con él. En su mente, Jin sabía que Yoongi no era como él. Yoongi era distinto. Sí, ambos eran egocéntricos, infantiles y jodidamente consentidos; pero había algo que Yoongi nunca pudo ser, no importaba cuánto se esmerara en parecerse a él. Yoongi nunca fue suficientemente cruel. Era un condenado pastelito lleno de merengue, dispersando dulzura para toda la vida.



Gracias.



Y cuando prestó atención a aquello fuera de su campo de pensamiento, el cuerpo de Seokjin se tensó en sí. Sus ojos se abrieron descomunalmente. La piel, de pronto, se le había erizado en un punto sin retorno. Toda duda que pudiera tener de Yoongi se había disipado. Ahora tenía prioridades mayores, ahora tenía un tema considerablemente más importante irguiéndose frente suyo. Esto tenía que ser una maldita broma de mal gusto.



—Jin, cuánto tiempo —saludó con simulada tersura, calándole aún más. Escalofriante. Seokjin se hizo atrás, frunciendo el ceño. Miró de reojo sus propias manos, temblorosas. Era su instinto temiendo la naturaleza de un alfa cruel y despiadado. Y justo, justo cuando el personaje frente suyo dio indicios de levantarse para saludarlo o algo así, sus piernas reaccionaron moviéndose por cuenta propia. Estaba arrancando. Y eso haría. Justo como lo hacía de su mente y de su pasado.

Kiss and make up [ Sujin ] [ Jinsu ] OxODonde viven las historias. Descúbrelo ahora