Dos; ❝¿Y ahora qué?❞

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No pensó nada más en sábado y domingo. Lo único que hizo fue llorar como muerto en vida, rasgando las sábanas y mordiendo las almohadas con prepotencia. Rompió su teléfono cuando los 194 mensajes que le envió a Namjoon fueron rotundamente ignorados por este. Los había visto, pero no se había dado el lujo de responderle. De seguro estaba con esa perra malcriada. Oh, cuánto lo odiaba; cuánto detestaba a Kim Seok Jin. Era su peor pesadilla, su más gran enemigo en la historia de su vida.

Siempre había sabido que este estaba enamorado de Namjoon. ¿Cómo no saberlo, si le sonreía como tonto y suspiraba cual estúpido? Siempre que los veía charlando en el jardín trasero y tomando té..., Jin reparaba en su existencia y le miraba socarronamente antes de volver al mayor. Tocaba las manos del moreno con descaro, acariciándolas sin dejar de apreciar la escultural belleza del contrario. Y lo observaba..., con ahínco, con deseo, con profundo amor.

Entonces él masticaría su lengua y se marcharía, caminando con la espalda recta y el orgullo intacto. O eso intentaba. Las palabras de Namjoon siempre habían sabido calmarlo. ''Nunca te engañaría'', ''te amo'', ''eres el hombre de mi vida'' y diversas estupideces que se tragaba con la inocencia de un doncel. Qué idiota era; qué cruel e irónica resultaba la circunstancia ahora. Había sido demasiado dócil y fácil de sobrellevar. Los alfas nunca habían dejado de ser lo que eran, unos animales en busca de sexo. Namjoon era la viva prueba de ello. Y mientras reparaba en ello, sonreía amargamente contra la colcha.

Estaba acabado. Su vida acabada en menos de una noche. El amor de su vida, sus planes a futuro, su reputación en la universidad; todo. Todo por una puta de la alta alcurnia, todo por ese omega de veinticinco años que había engatusado a su hombre. ¡Su hombre, suyo! Rememorarlo sólo le causaba más rabia. ¿Por qué, por qué, por qué? No entendía, no comprendía. Pensaba en las opciones y no hallaba sentido. Él era el omega perfecto para su primo. Él era virgen, era bonito y pequeño. Educado para casarse y ser leal a la vida en casa, Yoongi comprendía que se había esmerado en ello. Así que, ¿qué había pasado? ¿Su cuerpo no era erótico?, ¿resultaba demasiado niño como para que su alfa deseara tomarlo e impregnarlo? Él podía cambiarlo, ¡él podía! ¿Por qué no se lo mencionó, entonces? ¡¿Por qué mierda no lo solucionaron juntos?!

¡¿Tenía que humillarlo de esa forma, en frente de todos?!

Mierda, mierda, mierda.

—Dios mío, ¡¿qué horas son estas para andar de visita, Hoseok?! —gritó la omega de la casa, bajando las escaleras. El mencionado agradeció mentalmente que no se hubiera dado cuenta de que su hijo se había escapado de la casa y acababa de regresar— Oh, cielo, te ves espantoso —la mujer no se molestó en ocultar su sorpresa. Hoseok la miró con desdén y ayudó al omega a sentarse en el sofá. Este reía, sintiendo las agridulces lágrimas entrando por su boca. ''¿Es así?'' preguntó para sí mismo, logrando que sólo su amigo lo oyera—. ¿Qué pasó? —entrecerró los ojos.

—También me gustaría saberlo —dijo el menor, sarcástico. Hoseok lo repasó con tristeza antes de sobarle la espalda con entendimiento.

Kiss and make up [ Sujin ] [ Jinsu ] OxODonde viven las historias. Descúbrelo ahora