Capítulo 26

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Agapios.

Miro a Acacia quien después de tener sexo matutino volvió a caer dormida.

La sábana blanca cubre su cuerpo, con la única diferencia de que ahora no se cubre, sus senos están al descubierto, la sábana solo cubre hasta su cintura, su cabello castaño está esparcido sobre la almohada bajo su cabeza. 

No puedo quitar mis ojos de su cuerpo, no puedo dejar de mirarla, repaso con mi mirada cada parte de su cuerpo, cada curva, cada espacio de su piel, sus senos, sus piernas, solo con mirarla vuelvo a ponerme duro, ¿será muy imprudente si la despierto para tener sexo de nuevo? Niego con la cabeza alejando esos pensamientos, pero, joder, nunca había deseado tanto a una mujer, nunca había deseado tanto perderme una tras otra vez en alguien. 

Ella se mueve un poco acomodándose en la cama, me da la espalda y mis ojos solo miran esta, siento como mis puños se aprietan al ver las marcas que tiene en su piel, el enojo comienza a apoderarse al recordar lo que Naia me había dicho cuando las rescaté del burdel. 

Acacia había soportado que el hijo de puta de Cibran Fotsis la golpeará, había soportado que el le diera latigazo tras latigazo solo por una chica a la que acababa de conocer, había hecho eso por mi hermana y esa era solo una de las pocas razones por las cuales lograba admirar a esta mujer, es noble, amable, es una de esas personas que por más rotas que esté siempre da lo mejor, siempre intenta que los demás estén bien aún cuando ella misma no lo esté.

Me obligo a dejar de mirarla, me pongo de pie saliendo de la cama y sin preocuparme de mi desnudez camino hasta el cuarto de baño y directamente voy a la ducha. 

Salgo después de algunos minutos con una toalla envuelta en mi cintura, miro a la castaña quien continúa dormida, miro el reloj en una de las mesas de noche, pasa de medio día. 

Comienzo a vestirme, tomo un pantalón negro y una polo blanca de manga larga mientras me coloco unos botines negros, peino un poco mi cabello y solo coloco loción. 

-Acacia- hablo mientras busco una chaqueta en mi closet. La castaña no se inmuta ni un poco- Acacia- llamo una vez más, se supone que ya debería de estar en la cafetería. 

-mmm- se queja mientras se mueve un poco quedando boca arriba de nuevo.

-es más de medio día- aviso, eso hace que sus ojos se abran de golpe.

-papaya santísima- suelta mientras se recompone en la cama, no se preocupa por cubrirse, la sábana queda a un lado cuando sale de la cama y mis ojos caen en ella una vez más mientras la veo tomar mi camisa de la noche anterior que yace en el piso, se la coloca encima, esta le queda gigante pero la cubre a la perfección, abrocha cada botón mientras sus ojos parecen buscar algo en el piso.

-¿has visto mis bragas?- pregunta sin mirarme y buscando en el piso.

-¿estas?- pregunto mientras las tomo en mis manos, ella voltea y ve el trozo de tela en mis manos.

-sí- suelta- esas- comienza a acercarse mientras intenta abrochar los primeros botones de la camisa que lleva encima, intenta tomarlas pero extiendo mi brazo hacia arriba haciendo que estas queden a una altura considerable- Agapios- suelta mientras ladea su cabeza al darse cuenta que no las alcanzará. 

-¿me las regalas?- pregunto y sus mejillas se tiñen de rojo, su cabello revuelto y ahora sus mejillas rojas hacen que luzca adorable.

-¿qué? no- intenta no sonreír- son bragas, ¿para qué las quieres?¿acaso aparte de usar ropa interior rosa también utilizas bragas?

Recuerdo lo que ella había dicho hace un tiempo, cuando pregunto si era un mafioso que usaba ropa interior rosa. 

-para recordar que al final de todo sí tuve sexo con mi prometida- suelto y eleva una ceja.

Dueño de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora