Capítulo 76

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Acacia.

-siempre metiéndote en problemas- Atenea frente a mi habla, se cruza de brazos y solo me mira.

-¿qué haces aquí?- susurro intentando procesar lo que está pasando.

-eso es lo de menos, Cacia- queda frente a frente conmigo, sus ojos grises me analizan como si intentara ver más allá de estos, alejo la mirada y suelta una carcajada- los años pasan y sigues buscando problemas a donde sea que vayas.

-eres la menos indicada para decirlo, ¿no crees?- suelto molesta.

-¿qué clase de Pride sería si no me meto en problemas cada cinco minutos?- eleva una ceja acomodando su cabello castaño.

-¿qué haces aquí?- pregunto de nuevo, esta vez lo hago con más firmeza en mi voz.

-ayudo a Cibran- responde con simpleza, mis ojos se abren más de la cuenta sin creer en sus palabras.

-mientes- susurro implorando que sea una mentira- no puedes estar de su lado- las lágrimas se acumulan en mis ojos- tú no puedes traicionarme de esta manera.

Se mantiene en silencio algunos minutos y cuando finalmente está dispuesta a abrir la boca otra voz la hace callar.

Cibran entra por la puerta para después encender la luz y mirar a ambas.

-las mellizas Pride finalmente se han reencontrado- una sonrisa se pinta en su rostro- Atenea y Acacia Pride, que halagado me siento de tener a dos diosas a bordo.

Mi vista no se despega de Atenea, no me mira y solo siento como las lágrimas amenazan en mis ojos.

-dime que no es cierto- suelto en dirección de mi melliza- ¡dime que no lo hiciste!

-¿en verdad quieres una respuesta que ya conoces?- pregunta, lentamente gira hasta mi, los ojos grises que compartimos coinciden.

Niego con la cabeza.

-¿por qué?- mi voz se rompe- ¡¿por qué?!

Intento acercarme pero saca un arma y apunta en mi dirección.

-un paso más y juro que te perforo- amenaza.

-tú no puedes traicionarme de esta manera- el dolor en mi pecho comienza a crecer- ¡eres una traidora!

-¡ellos murieron y tú nunca me lo dijiste!- grita en mi dirección- ¡yo merecía saberlo!

-¡tú te fuiste!- suelto- ¡tú nos dejaste, tú huiste!

-¡eran mis padres también!- las lágrimas se acumulan en sus ojos- ¡yo merecía saber lo que había pasado!

Ambas nos quedamos en silencio, mira a Cibran.

-llévatela antes de que accidentalmente una bala atraviese su abdomen- habla hacia el pelirrojo, guarda su arma y comienza a caminar hacia la salida de la habitación.

-At, no- intento acercarme pero Cibran me toma por la cintura- ¡At, por favor!- veo su espalda mientras se aleja, comienzo a forcejear con el pelirrojo- ¡por favor, Atenea, por favor, no me dejes aquí!

Cibran me lanza hacia el piso, da una patada en mi abdomen haciendo callar mis gritos.

-¡te dije que pagarías caro si me hacías quedar mal!- una patada más, comienzo a volverme un ovillo en el piso.

Veo como entran algunos hombres más.

-recuérdenle lo qué pasa cuando se juega conmigo- ordena, intento ponerme de pie.

Dueño de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora