Capítulo 44

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Acacia.

Miro a mi alrededor, la confusión me invade de inmediato al no reconocer el sitio en donde estoy, este lugar alberga paz, esperanza, luz, una tranquilidad logra colarse en mi interior en cuanto mis ojos admiran el panorama lleno de flores. 

Una sonrisa se pinta en mis labios y mis ojos se cristalizan en cuanto los veo a la distancia, ellos me miran también y aquellas enormes sonrisas que tanto extrañe se hacen presentes en sus rostros. 

-no deberías estar aquí- mi padre habla con sus ojos cristalizados mientras me acerco a ellos. 

Mi corazón se acelera y la felicidad se instala en mi pecho, no espero ni un segundo más y me lanzo a sus brazos, en el momento en que ellos me envuelven las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas, los sollozos salen desde mi garganta y me abrazan con aún más fuerza.

No puedo explicar los sentimientos encontrados que se apoderan de mi, la chispa en mi interior que me pide nunca soltarlos. 

-te hemos extrañado tanto, pequeña- mi madre suelta entre sollozos y dejando un montón de besos en mi cabello.

-yo los he extrañado mucho más- las palabras salen entre sollozos y entrecortadas, no puedo decir más, no puedo hablar porque lo único que quiero es abrazarlos. 

Me separo lentamente de ellos, los miro a detalle, están justo como los recordaba, la ropa blanca que llevan encima hace que ambos luzcan tan tranquilos, tan hermosos, tan celestiales. 

-me hacen mucha falta- no puedo controlar las lágrimas que mis ojos emanan- los necesito tanto. 

El dolor en mi pecho comienza a cesar lentamente, ellos me hacen sentir en paz, ellos me hacen sentir en casa, hacen que mi felicidad se sienta completa de nuevo.

Mi padre se acerca y toma mi rostro entre sus manos, sus ojos cristalizados coinciden con los míos y las lágrimas comienzan a correr por sus mejillas para después acercarme a él y abrazarme con tanta fuerza que lo único que puedo hacer es abrazarlo de la misma manera. 

-mi niña- besa mi coronilla- no tienes idea de cuanta falta nos haces tú. 

Mi madre se acerca y se une a nuestro abrazo, los tres sollozamos y nos abrazamos de aquella manera en que siempre solíamos hacerlo.  

-¿qué haces aquí?- mi madre pregunta mirándome con aquellos ojos grises que compartimos- aún no deberías de estar aquí.

Miro a mi alrededor y comienzo a entender lo que pasa.

-no sé que hago aquí- respondo finalmente- yo, no sé que hago aquí- repito.

Un pequeño tinte de preocupación se tiñe en mi voz, ¿estoy muerta?

-¿estoy muerta?- pregunto y ellos niegan. 

-aún no, cariño- mi madre responde mientras peina mi cabello.

-y aún no debes estarlo- es mi padre quien habla ahora. 

Comenzamos a caminar, mi madre y yo entrelazamos nuestros brazos con mi padre dejándolo en medio de ambas. 

-estás en un punto medio- mi padre comienza- entre la vida y la muerte. 

Trago saliva, llegamos a un pequeño jardín lleno de flores, tomamos asiento y solo miramos el cielo azul. 

-entre la vida y la muerte- susurro y ambos asienten.

-una parte de ti sigue aferrándose a la vida- comienza mi madre. 

La imagen de Agapios llega a mi cabeza. 

-nos alegra saber que hay razones que te hacer querer vivir- mi padre suelta con una sonrisa mientras aprieta mi mano, sonrío también. 

Dueño de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora