Capítulo 57

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Acacia.

Flashback.

-recuérdame, Acacia- el pelirrojo habla- ¿esto por qué es?

Las lágrimas se amontonan en mis ojos mientras agacho mi cara. Mis manos están atadas por encima de mi cabeza, ambas están unidas y hacen que mi cuerpo cuelgue, mis pies no tocan el piso.

-porque te desobedecí- suelto en un susurro.

-¿qué más?- Cibran pregunta.

-e intenté escapar- agrego.

Escucho sus pasos frente a mi.

Llevo dos semanas aquí, en el burdel, intenté escapar pero no lo había logrado, me habían atrapado.

Un azote en mis glúteos me hace sobresaltar, mi piel arde y las lágrimas aumentan, el dolor comienza a hacerse presente al sentir el metal de la varilla que Cibran tiene golpeando de nuevo en mi trasero con fuerza.

Me retuerzo pero mis manos atadas no me dejan hacer más, él se acerca y ata mis pies también.

-prometo no hacerlo de nuevo- las palabras salen de mi boca en un susurro, mi voz se rompe y el dolor en mi piel comienza a hacerse más intenso- por favor, lo prometo.

Siento como el hombre aquí toma mi mentón y levanta mi rostro, mis ojos coinciden con los suyos.

-¿no lo volverás a hacer?- pregunta y asiento con la cabeza de inmediato.

-lo prometo- susurro- por favor, basta.

Dejo mi dignidad y orgullo a un lado, suplico y pido piedad como nunca lo había hecho.

-ay, Medusa- Cibran suelta, comienza a sonreír dándome una siniestra y oscura mirada- por supuesto que no lo vas a hacer de nuevo- se aleja perdiéndose detrás de mi- me encargaré de que no te queden ganas de hacerlo otra vez- un azote en mi trasero una vez más hace que suelte un grito de dolor.

Cibran no se detiene ahí, comienza a propinar azote tras azote con aquella varilla en mano, duele, arde, quema, los sollozos aparecen al igual que las lágrimas e incluso llega un momento en donde puedo sentir como algo corre por mis piernas, bajo un poco la mirada y veo el piso llenándose de sangre, mi sangre.

El sonido del metal golpeando mi piel cada vez es más fuerte, ha llegado un momento en donde ya no siento nada pero aún así las lágrimas no se detienen.

Él se detiene y escucho sus pasos hasta que queda frente a mi de nuevo.

Levanto el rostro un poco y antes de verlo venir golpea mi mejilla con fuerza haciendo que gire la cara, no se detiene ahí, golpea mi otra mejilla haciendo que mi rostro gire hacia el lado contrario ahora.

-¡esto es lo que las putas como tú ganan por intentar escapar!- grita.

Comienza a romper la ropa que cubre mi torso dejándome completamente desnuda ya que momentos atrás se había encargado de quitar mi pantalón y ropa interior.

Toma mi mentón con fuerza y me hace mirarlo.

-¡deja de llorar!- exige- ¡estoy dándote una puta orden, obedece o atente a las consecuencias!

Me obligo a detener las lágrimas que brotan de mis ojos, me obligo a no llorar más.

Arroja la varilla a un lado y comienza a quitar las cadenas de mis pies para después pasar con las cadenas en mis manos, en el momento que suelta mis manos caigo al piso.

Mis piernas tiemblan de dolor haciéndome flaquear, no puedo mantenerme de pie ni levantarme, duele, duele mucho.

-de rodillas- ordena.

Dueño de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora