Capítulo 31

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Acacia.

Anoto algunas recetas en el recetario que tengo sobre la mesa, había encontrado el recetario que pertenecía a mi madre, en estos días me la he pasado haciendo cada receta, la mansión es aburrida y el estar encerrada aquí me hará enloquecer en cualquier momento, hornear me ha ayudado a mantenerme cuerda. 

Escribo algunas nuevas recetas que he creado y que he agregado en la cafetería. Mis ojos están fijos en la libreta en mis manos hasta que la voz de Maya Thalassinos me hace levantar la vista. 

-hola, cariño- la mujer de cabellera castaña me mira mientras sonríe, me pongo de pie mientras la saludo.

-hola, señora- respondo mientras tomamos asiento, ella toma asiento frente a mi.

-te he dicho un centenar de veces que puedes llamarme Maya- responde dejando su bolso sobre la mesa, está elegante como siempre suele estarlo, sus ojos avellana me miran y solo sonrío mientras cierro lentamente la libreta en la mesa, Cora se acerca dejando unos vasos con limonada- vine a buscar a Agapios pero no está.

Asiento mientras bebo de mi vaso, no hablaba con Agapios desde la discusión que tuvimos, no cruzamos palabra, es como si no nos conociéramos aunque para ser sinceros creo que nunca nos conocimos.

-fue a Francia- respondo. Neo me había informado aquello esta mañana después de regresar a la mansión y dejar la cafetería.

-sí- responde- lo llamé, está junto a Giselle y Noan.

No conozco a ninguna de aquellas dos personas así que solo asiento. 

Guardo silencio mientras miro a Zeus correr por el jardín jugando con una pequeña pelota, una sonrisa se pinta en mis labios. 

-¿cuánto tiempo estuviste en el burdel, cariño?

-dos añ...- guardo silencio mientras giro lentamente la mirada hasta aquella mujer, trago saliva, sus ojos avellana me miran y siento como los nervios se apoderan de mi de un segundo a otro.

-lo sé todo, Medusa- la mención de aquel nombre hace que mi piel se hele, se supone que nadie sabe sobre esto a excepción de Agapios, Naia, Neo, Ava y yo. 

Me pongo de pie.

-iré a preparar mis cosas- hablo, mi voz es solo un pequeño susurro. 

-¿por qué?- pregunta y solo la miro. 

Seguramente ahora ella querrá que me vaya de aquí, que salga de la vida de Agapios, de la vida de los Thalassinos. 

Me encojo de hombros, aferrando la libreta en mi pecho. 

-supongo que ahora que sabe todo quiere que me vaya.

Su mirada se suaviza mientras una pequeña y nerviosa sonrisa se pinta en sus labios.

-¿por qué querría eso, Acacia?- pregunta- toma asiento, por favor.

Lentamente y después de unos segundos vuelvo al sitio en donde estaba antes. 

Sus ojos no dejan de mirarme y solo puedo bajar la mirada lentamente sintiéndome cada vez más pequeña, solo espero por su humillación o lo que sea que tenga por decir en mi contra, que soy una aprovechada, que soy una mentirosa, hipócrita, no lo sé, algo de eso, pero no, nada de eso llega. 

-gracias- habla finalmente después de unos minutos y subo mi mirada lentamente encontrándome con su mirada café sobre mi, sus ojos se cristalizan y es ella quien baja ahora la mirada mientras veo como algunas lágrimas bajan por sus mejillas- eres el ángel en esta familia- continúa con la voz rota- mantuviste a salvo a mi pequeña en ese lugar y jamás voy a saber como pagarte por eso- vuelve a mirarme, esta vez no esconde sus lágrimas, esta vez me deja ver como sus mejillas están empapadas, mis ojos se cristalizan también- fuiste su ángel, la protegiste aún cuando no la conocías, no dejaste que nada malo le pasara, ni dejaste que le hicieran daño y yo...- su voz se rompe dejándose caer en llanto completo- yo solo quiero decirte gracias. Gracias por mantenerla a salvo, por ser su ángel.

Dueño de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora