Capítulo 28

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Agapios.

-¿en dónde está?- pregunto a uno de mis hombres mientras me adentro al almacén.  

No necesita responder ya que de inmediato veo a aquel hijo de puta atado a una silla, sus ojos están vendados mientras sus manos y pies se encuentran atados en una silla, escucho como sorbe por su nariz mientras lo miro con atención, su ropa está manchada de sangre gracias al golpe que propine en su mandíbula, golpe que aún se encontraba sangrando. 

Doblo las mangas de mi camisa mientras me acerco, mis botas resuenan en todo el almacén que se encuentra en total silencio, los berridos de este cabrón son lo único que se escuchan aquí. 

Me detengo frente a él y puedo ver como su cabeza se mueve un poco, ha notado mi presencia ya que a pesar de tener los ojos vendados levanta esta como si intentara mirar a alguien frente a él.

-no lo sabía- suelta en un hilo, no puede hablar bien y su mandíbula parece que caerá en cualquier momento- lo lamento. 

-no me importan tus lamentos- respondo con voz dura.

El hombre frente a mi es un señor que ronda entre los cincuenta y sesenta años, se supone que debería tener respeto por mis mayores, pero, el hijo de puta frente a mi lo único que me causa es repulsión, asco y cólera, no hay duda, no merece ni una pizca de mi respeto. 

-¿quién más sabe sobre Medusa?- pregunto mientras me cruzo de brazos, quito la venda de sus ojos, parpadea rápidamente mientras se adapta a la pequeña y tenue luz que ilumina el almacén. 

Traga saliva mientras sus ojos me enfocan, me mira con terror, con miedo, con esas emociones que amo causar en los demás. 

-he hecho una pregunta- suelto entre dientes una vez más- ¿Quién más sabe sobre Medusa?

Mi voz es dura, mi paciencia se está agotando y el cabrón no ayuda de mucho en mi carácter de mierda. 

Intenta hablar pero se calla, veo como intenta hacerlo una vez más pero vuelve a cerrar su boca de manera lenta. 

-si no cooperas lo único que harás es que termine contigo cuanto antes- hablo de nuevo, me mira, sus ojos lagrimean y aún así no logra darme ni un poco de remordimiento- ¿¡quién más sabe sobre Medusa!?

Grito cerca de su rostro mientras tomo su cabello y levanto su cara obligando a que me mire, sus ojos coinciden con los míos y traga saliva una vez más. 

Cierro mi mano y sin más dejo ir mi puño hasta su rostro, golpeo también su abdomen, este se retuerce sobre la silla, no puede meter las manos dejándome vía libre, golpeo una vez más e intenta tomar aire mientras grita preso del pánico y del dolor.

-¡te he hecho una puta pregunta!- grito mientras lo pateo y hago que caiga junto a la silla. 

Llora, llora como si el fin del mundo estuviese por venir.

-solía ir a casa de muñecas con mis socios- responde finalmente- Cibran nos dejaba entrar gratis algunas veces siempre y cuando corriéramos la voz del burdel, poco a poco comenzó a ganar fama- continúa- mis socios y yo nos volvimos en sus clientes frecuentes íbamos cada semana, sobretodo los jueves, cuando Medusa hacía acto de presencia. 

Escuchar eso hace que mis puños se aprieten una vez más. 

-el burdel se convirtió tras las sombras en uno de los más importantes y famosos de Atenas, no solo por sus clientes o las hermosas mujeres- habla de nuevo- ella lo volvió famoso, esa mujer es la responsable de que el lugar se volviese aclamado. La sensualidad, la belleza, la mirada enigmante, Medusa es la maldita diosa del lugar, la responsable de que hombres como yo hayamos caído entre las ramas de la lujuria y el pecado. 

Dueño de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora