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Ciudad de La Okthe.

Fue éste el lugar donde una de las sedes del gremio de mercenarios se mantuvo para brindar asistencia a sus alrededores. Siendo la mas cercana a las zonas caídas.

Como tal, la defensa del lugar siempre se mantuvo asegurada.

Aunque los que mayormente vivían en La Okthe fueron [No favorecidos], quienes tenían la primera y ultima palabra fue una única familia.

La cual adopto el nombre de [Descendientes].

La familia de [Descendientes] se trato de la mescla de aquellos favorecidos por el mundo, hijos de los [No favorecidos] quienes no abandonaron sus raíces.

Fueron los antepasados de estos quienes crearon la ciudad de La Okthe. 

Aunque con el tiempo mantuvieron las promesas y los objetivos de sus antepasados, el pasar del tiempo junto a la presión que recibieron de otros poderes, los llevo a declinaran al punto de convertirse en esclavos.

Con la amenaza de ser aniquilados por el mero hecho de ir contra el orden del mundo, los [Descendientes] no pudieron mas que aceptar sin posibilidades de resistir el convertirse en meras marionetas de ciertas familias.

Estas familias jugaron con la vida y la muerte de los [No favorecidos], a pesar de conocer de ante mano la caída de las raíces, no fue hasta muy tarde que enviarían a los mercenarios para aniquilarlos.

Para cuando esto sucedía, solo se encontrarían con todas las personas ya corrompidas y convertidas en parásitos. 

Fueron pocas las ocasiones donde actuaron antes de que esto sucediera, y eso se debió a que ciertos mercenarios descubrirían por cuenta propia cuando seria la caída. Y por ello actuarían a tiempo.

Pero cuando esto sucedía, aquellos que se atrevieron a ir contra las familias fueron asesinados sin piedad, recordándoles su lugar.

Como los [Caídos], los [Descendientes] tuvieron su propia maldición. Y este fue nacer de [No favorecidos]. Esclavos de nacimiento.

Aunque Yothome conocía sobre el hecho de los [No favorecidos] no fue al punto se saber sobre los [Descendientes] y su maldición.

Hasta que su tiempo llego.

Ya por la tarde fue cuando finalmente se acero hasta las afueras de la ciudad de La Okthe.

Ante sus ojos, un enorme muro negro de veinte metros de alto se extendía por varios kilómetros.

En medio de ella, una enorme puerta de acero junto a los que fueron varios guardias dieron la bienvenida a todo aquel que decidiera entrar a la ciudad. No sin antes pasar por lo que fue una inspección.

Fueron numerosos los individuos que entraron y salieron de La Okthe, de los cuales, la mayoría fueron pequeños comerciantes y viajeros.

Acercándose a la puerta de acero, el camino de tierra por el cual antes caminaba fue cambiado por uno perfecto hecho de piedra. Las subidas y bajadas que antes tenia con su pequeño carro se detuvieron al momento en que se puso sobre ella.

Su  aparición trajo algunas miradas, las cuales iban desde la curiosidad hasta el desprecio. 

No fue nueva esta experiencia, por lo que simplemente lo ignoro y continuo avanzando hasta llegar a la fila que daba ingreso a la ciudad.

Aunque algunos sintieron rechazo hacia Yothome, no se atrevieron a actuar de manera impertinente en las puertas de la ciudad. Ya que si provocaran problemas, su entrada podría ser prohibida.

Cuando finalmente fue su turno, Yothome fue recibido por una guardia femenina. Quien tras acercarse a él, le hizo dos simples preguntas.

-¿Nombre y motivo?