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Año 782 de la nueva Era. D.D.M (Después de la era de los dioses y las mazmorras)

Gran imperio Dux Elaire Sun

A tan solo dos dias del gran evento anual mas esperado, muchos jóvenes de distintas partes del continente, como de otras edades, se encaminaban de manera solitaria o no, hacia la capital del Imperio en busca de su oportunidad para brillar en la vida.

Avali era una de estas personas, ya cumplido sus dieciséis años de edad, oficialmente era un adulto. Y como tal, ya no podía continuar viviendo en el orfanato en el que lo hacia hasta entonces.

Tomando sus pocas pertenencias, con pasos solitarios y fríos, Avali salió del orfanato sin que una sola alma le dedicara un momento para despedirla. Pero sinceramente nunca espero que algo como eso sucediera.

Aunque su vida en el orfanato había sido solitaria, no fue dura ni mucho menos. Como los demás huérfanos, tenia tanto comida como un lugar para dormir. Pero salvo eso, el resto careció.

No tenia amigos, ni tampoco nadie que se atreviera a hablarla, ella desconocía la razón del porque. Pero con el tiempo simplemente se acostumbro y dejo de darle importancia.

Sin amistades, y con mucho tiempo libre, Avali se sumergió en la lectura de los pocos libros que había en el orfanato. Los había leído cientos de veces, y hasta se los sabia de memoria pese a no entender las palabras que había en ellos, y en un momento, sin saber cuando fue que sucedió, su pasión por leer dio frutos. Ella quería saber que decían esos libros.

Por primera vez no se sintió contenta con su situacion.

Su libertad no era restringida, y el personal del orfanato no impidió que saliera a las calles de la ciudad aun cuando no era adulta. Por lo tanto, ella siguió su deseo hasta que termino en la biblioteca luego de escuchar que era el lugar que buscaba.

Esto llevo a que se convirtiera en alguien recurrente de visitar la biblioteca de la ciudad, incluso las personas en su interior les parecería raro el no verla todos los dias parada frente al mostrador.

Pero debido al aire frio y solitario de su alrededor, como su abrumadora concentración, pocos fueron los que se atrevieron a dirigirle una palabra. Una de estas personas era el bibliotecario del lugar, un anciano de carácter aburrido e irritable, que se había cansado de verla todos los dias insistiéndole que le dejara leer los libros del lugar.

El anciano se llamaba Barlow, y se trataba de un ex erudito de la capital. El mismo había decidido dejar su antiguo estado para vivir una vida tranquila como un bibliotecario alejado de la muchedumbre de la capital que le molestaba. 

Pensaba pasar sus últimos años de esta manera, ya que no había nada que le llamara la atención. O eso fue hasta que Avali apareció ante sus ojos.

Cuando la vio por primera vez, no era mas que una niña de diez años, débil y no diferente a cualquier otra. El aura que desprendía era nula, haciendo que cualquiera que no le prestara atención se olvidara de su existencia, su mirada seca parecía carecer de vida, pero en lo profundo se podía ver una pasión que pocas personas tendrían.

-Quiero leer.

Fueron las primeras palabras que le dirigió.

El anciano Barlow se mostro intrigado, pero manteniéndose firme a su deseo de vivir en paz, sin molestarse demasiado en la niña frente a él, sacudió su mano indicándole que no le molestara y se fuera.

Pero lejos de hacer eso, se quedo quieta mirándolo.

Por un momento el anciano Barlow pensó que la niña era estúpida y no entendió sus intenciones, por lo que irritado le dirigió las palabras que tenia en mente.

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