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Liodex fue alguien del quien todos tenían conocimiento, ya sea por su actitud bromista desde pequeño, o como la cabeza de la familia Hekkata. Su notoriedad fue evidente haya donde fuera.

Por ello, fue inevitable que llamara la atención al caminar por las calles de la ciudadela. 

Aunque sea una vez, cada persona dirigiría una mirada en su dirección. Habiendo muchos sentimientos diferentes en ellas.

Las cuales iban desde la curiosidad hasta la sorpresa.

Y aunque hubo miedo y rechazo. No fue del tipo negativo en lo mas mínimo.

Tan solo fueron reacciones "normales" de quienes fueron victimas de su tan conocida actitud bromista. 

Por ello, los ciudadanos ya se habían acostumbrado al verlo en las calles buscando una posible victima. Quien a diferencia de otras cabezas de familia, "interactuó" mas con sus habitantes. Aunque dicha "interacción" fue un tanto única.

Pero al verlo el día de hoy, los ciudadanos notaron que Liodex no era el mismo de todos los dias.

Pese a tener la misma sonrisa tonta en su rostro, el aire a su alrededor daba una sensación diferente a la habitual.

Los ciudadanos conocieron muy bien a Liodex, por lo que pudieron notar éste cambio sutil en él.

Y aunque tuvieran curiosidad por averiguar el porque de su actitud, no se atrevieron a hacerlo ya que se encontro rodeado de sus seguidores.

Además, por su dirección, fue claro que se encaminaban hacia  [La torre de los Hekkata]. 

Por estas razones, y dando suspiros interiormente, las personas continuaron con sus propias actividades al ver que hoy no habría victimas.

Ver el rostro de alivio de las personas por donde quiera que pasaran, provoco que los seguidores de Liodex no pudieran evitar sonreír irónicamente al darse cuenta de los pensamientos que estos tuvieron.

Pero no se atrevieron a culparlos ni mucho menos, ya que fueron mucho mas consientes de las problemáticas ocasionadas por su señor que cualquier otro.

Pero toda ésta situación acabo una vez se acercaron a su destino. Ya que las personas no tuvieron el privilegio de acercarse demasiado.

Una vez en la entrada, Liodex y sus seguidores fueron recibidos por una gran puerta de madera que se abrió al detectar su presencia.

En su interior, no hubo nadie mas que un hombre viejo con túnica de pie esperándolos. Al verlo, la sonrisa en el rostro de Liodex desapareció, siendo reemplazado por seriedad y respeto.

-Eh visto a padre.

Dijo antes de inclinarse un poco en señal de saludo.

Sus seguidores no dudaron antes de caer en el suelo con una rodilla sin atreverse a decir siquiera una palabra.

Por otra parte, el hombre viejo se mantuvo mirando a Liodex de manera serena, sin mostrar ningún cambio en su expresión o actitud.

-Entonces has venido. Sube, ella te esta esperando.

Liodex se mostro confuso ante la presencia y las palabras de su padre, pero no se atrevió a preguntar el porque lo estaba esperando, ni como sabia que iba a ver a la sacerdotisa.

Desde que se retiro y lo dejo como la cabeza de la familia, su padre no volvió a preocuparse por los asuntos de la familia Hekkata, dejando todo a su cargo.

Aunque se sintió curioso por ello, siguió su camino hasta llegar a una inscripción en el suelo.

Al ponerse por encima, la inscripción brillo y Liodex desapareció, dejando en la gran sala de entrada tan solo a su padre y sus seguidores.

-Retírense.

Con esta simple palabra, los seguidores de Liodex se levantaron y se marcharon, dejando solo al hombre viejo, el cual se encontro mirando la inscripción en el suelo de manera profunda.

Luego de que todos se fueron, la frente del hombre viejo se abrió de forma vertical revelando un ojo en el.

Luego de un suspiro del hombre viejo, su ojo vertical se cerro, se dio media vuelta y desapareció del lugar donde estaba.

Todo quedo en absoluto silencio.

-

En la cima, la figura de Liodex apareció sobre otra inscripción.

A pesar de tener sus dudas, las dejo de un lado y comenzó a moverse hasta llegar a lo que fue una puerta sencilla.

Antes siquiera que pudiera golpear, una voz surgió desde el interior.

-Entra.

No sorprendiéndose por ello, Liodex no dudo y abrió la puerta.

Al hacerlo, se encontro la figura de una mujer sentada frente a un escritorio sencillo. A su alrededor se encontraros varias estanterías, todas y cada una de ellas llenas de todo tipo de libros y pergaminos. Incluso cristales y jades se encontraron repartidos en estos, los cuales se vieron iluminados por la luz de varias lamparas, reflectando sus colores y dando la imagen de un lugar místico pero sencillo.

La mujer que se encontro sentada no aparento tener mas de veintiséis años, su piel al igual que su cabello fueron blancos como la nieve. Lo cual comparándolo con Liodex, o cualquier otro, la hizo ver como alguien en extremo diferente.

A pesar de tener una tez pálida, sus ojos violetas brillaban en una luz llena de vitalidad, el cual junto a sus labios carmesí, le dieron un aire de belleza exótica.

Pese a que Liodex había entrado, la mujer en ningún momento aparto sus ojos del pergamino en sus manos. El cual lo veía con gran curiosidad.

Sin atreverse a molestarla, Liodex se limito a esperar a que terminara, mientras aprovechaba y admiraba su apariencia.

Tras terminar, la mujer finalmente dejo el pergamino sobre su escritorio, y sus ojos violetas se dirigieron hacia Liodex. 

El cual, tras hacer contacto visual con ella, no pudo evitar poner una sonrisa de cortesía.

-Entones, que quieres ésta vez. Si vienes a molestarme, tendrás que irte. 

La voz de la mujer fue melodiosa, la cual transmitía paz con tan solo escucharla. Pero a la vez era firme y segura.

Liodex no tardo en volver en si, pese a encontrarse en trance admirando la belleza de la mujer, no se atrevió a perder el tiempo. Aunque tenia muchas ganas de hablar por simple ocio, éste no fue el momento adecuado para ello.

Además, conoció muy bien la actitud de la mujer, y ésta no dudaría en echarlo si no tenia nada importante que decir.

Fingiendo una toz, Liodex hecho a un lado estos pensamientos.

-Sacerdotisa. Ésta vez las tres cabezas necesitan de tu manifestación.  Queremos que veas algo para nosotros.

Tras terminar sus palabras, Liodex se callo y se limito a esperar la respuesta de la mujer. 

Quien soltó un suspiro antes de levantarse.

-Entonces no estaba equivocada. Vayamos, reúne a las otras dos cabezas.

Ante la actitud inesperada de la mujer, Liodex se mostro un tanto confuso.

Viéndolo reaccionar así, ella le hablo.

-Lo diré una vez todos se reúnan. Ahora vamos, no hay tiempo que perder.

Sin decir mas, la mujer paso al lado de Liodex y salió de la habitación, éste aun confuso pero sin dudar siguió tras ella.


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