Capitulo cuatro

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Quisimos vivir un día más, nosotros peleábamos solo por mirar el sol de nuevo, por sentir como los rayos solares caen sobre nuestra piel un dìa por la mañana.

Extraño el mundo, los lunes problemáticos que me hacían enojar mucho, los días en los que solo quería escuchar mi propia voz y no me importaba nada, las noches tranquilas llenas de notas musicales y por supuesto una comida completa 3 veces al día y no una sola vez.

Suspiro, sé con mucho odio que esos días terminaron, fueron tragados por la oscuridad y dejaron escombros hechos recuerdos, aquellos recuerdos atormentaron a las personas que sobrevivieron dia y noche y causaron que se suiciden.

Un día pude darme cuenta de eso, llegué hacia una casa en busca de alimentos y lo ùnico que hallé fueron tres personas muertas en la sala y un hombre ahorcado en el baño. Me sorprendí, la esperanze debe ser lo último en irse pero en los casos más trágicos es lo primero en marcharse, cuando la esperanza se va el ser humano se vuelve débil, cae sobre un lago profundo, frío y oscuro y entonces la persona siente que se ahoga, que todo lo que alguna vez conoció se fué, pero la muerte jamás llega, nos quieren ver sufrir como si fuésemos lo peor del mundo, la úlima roca sobre la playa.

La muerte debe ser un privilegio en estos casos pero también es señal de cobardía, las personas aùn deben tener esperanzas o sino todos nos hubiésemos colgado de pared hace rato.

Yo no soy un cobarde, yo no tengo esperanzas de salir con vida, pero peleo, lucho contra mis pesadillas por mi hermana y por Sara, porque sé que ellas aún tienen esperanzas.

--otro día más mundo de mierda--abro una ventana y entonces el sol llega a mi cara--.

--eres la única quien me recibe con buena cara.

Agarro mi revolver y salgo de mi fortaleza, me he levantado todos los días y he caminado por las escaleras, he salido del edificio en busca de vida o de comida, solo he encontrado cosas podridas.

Las carreteras son silenciosas, como si un tornado se hubiese tragado todo el ruido, ya mo escucho a las aves, ya mo oigo los corazones de las personas, las quejas de los autos en el tráfico y las personas hablando de sus vidas. Todo eso fué reemplazado por el silencio, uno muy eterno, una bestia helada lleno de rencór al ver este mundo hecho pedazos.

Camino por la carretera, observo el banco central de la ciudad, un lugar que solìa contener mucho dinero,y está casi intacto porque nos hemos dado cuenta de que el dinero no se come, para que saquear algo que no nos ayudará en nada y el dinero solo es papel verde.

Me encuentro con un supermercado, uno muy grande, ocupa casi toda la manzana.

--espero que no esté vacía--me digo a mí mismo--.

Antes de entrar al establecimiento me pongo a pensar.

Debe estar oscuro ahí adentro, al fin y al cabo no existe la luz en esta clase de lugares, debe haber cientos de esas cosas, ellos no comen comida de humano, comen humanos.

Trago saliva, el hambre me está matando y la ùnica oportunidad que tengo está detrás de esta puerta.

--venga Scott solo escabúllete y encuentra la comida y luego sal de ahí, lo has hecho cientos de veces.

Me golpeo la cara en señal de decepción.

--lo sé tonto pero esos lugares han sido tiendas pequeñas y jamás has estado en un lugar así de grande.

Me río de lo que acabo de decir y me paro firme, mi brazo se mueve por sí mismo y abre la puerta que tiempos atrás era automática.

Como lo sospechaba, la oscuridad reina en este lugar, el olor a podrido me llega hasta mis pulmones y contengo las arcadas para no vomitar.

Los Otros #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora