Capítulo cuarenta

399 19 20
                                    

SILVIA
El campo está dividido en tres zonas, la primera se encuentra en las plantaciones de maíz las cuales han sido rodeados por la misma muerte dejando un gran vacío lleno de escombros, la segunda se halla cerca de la carretera la cual junta a la gran ciudad llena de edificios y casas hechas pedazos. La tercera y última se encuentra sobre mis pies, el pequeño bosque que se levanta en el horizonte y que separa lo muerto de lo vivo.

Bajo la velocidad cuando me doy cuenta de que el aullido se ha detenido. Comenzamos a caminar hasta que salimos del bosque y nos adentramos al campo nuevamente.

--hay sido un gran susto--nos dice Thomas--.
--esa cosa era horrible.

Suspiro, el monstruo estuvo muy cerca de acabar conmigo...pude sentir como la muerte me acariciaba el cabello con sus manos huesudas causandome un fuerte estremecimiento.
El ambiente parece un poco más tranquilo y dejo de preocuparme de lo que sea que nos haya seguido hasta acá. Rutherford me entrega el arma y se cubre el ojo con una mano.

--siempre he sido malo con las armas.
--no creo
--enserio, solo fue un golpe de suerte.

El viento sopla por nuestras cabezas anunciándonos de nuevo nuestra llegada. Los demás están en la mesa, disfrutando un rico almuerzo y esperando el agua que jamás llegará...

*****************


--¿los atacó una bestia gigante?--me pregunta Ben con mucho asombro, fue muy dificil contarles nuestro pequeño infortunio y ahora va a ser más difìcil convencerlos--.
--sí, un perro sin pelos con grandes garras--le dice Rutherford--.
--yo le creo--responde Suart--las posibilidades de ver algo así en estos tiempos es enorme.

André se acerca y se une a la conversación, nuestra historia les ha parecido algo fuerte, es decir, los monstruos ya no son como solían ser desde el comienzo de todo el apocalipsis, antes solo eran personas que cazaban en las noches, ahora las grandes bestias han aparecido. Recuerdo aquel hombre con alas que pudimos conocer en aquel lugar plagado de monstruos. Lo recuerdo perfectamente, aquel ángel oscuro que aniquiló a mis padres sin piedad, escuchó el eco de mis lamentos pero no se inmutó al respecto, desde ahí supe que ellos no tenían corazón, desde aquel momento juré que lo encontraría y que le quitaría lo poco de vida que le queda.

--en fin, hemos escapado sanos y salvo--le digo, dejo el arma en la mesa y me siento, me duele un poco la cabeza--, lamentablemente no hemos traído el agua.

--lo tiramos todo por el miedo--añade Rutherford--, que tontería hermano.

--no importa--me dice Stuart--, lo han intentado, nadie sabía que habría un perro gigante viviendo en las profundidades del pozo.

André deja unos cuantos en la mesa revisando de que todo esté bien, lo miro y volteo nuevamente, somos como una pequeña familia de distintas madres, diferentes historias y además somos muy diferentes, pero somos eso. Una familia que se ha unido para sobrevivir.

Son mis amigos, pero también mis hermanos.

--faltan algunas horas para que se oculte el sol, ¿Qué quieren hacer?

--podemos jugar a la pelota--nos dice Thomas--.

--¿football, enserio?

--sí--él se escabulle por los muebles y mete la mano en uno de los cartones que se encontraban en la esquina y entonces saca un balón blanco con cuadros negros en perfecto estado--, lo encontré hace unos días por aquí.

--genial, ¿sabes hace cuanto tiempo que no juego a la pelota?--le dice André--.

--mucho tiempo, lo sabemos--le responde Stuart--, es buena idea, como para distraernos.

Los Otros #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora