Capítulo treinta y nueve

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SCOTT

Las personas nos miran desde las ventanas de sus casas, ellos han tomado la desición de que no saldrían para nada y que dejarían que los del ejercito controlaran la situación, sin embargo algunos de ellos han sido asesinado en muy poco tiempo y escucho como los camiones se aproximan desde el horizonte, han traído refuerzos y nos van a interceptar en menos de veinte minutos.

Respiro profundamente antes de hablar una vez más, antes de eso analizo como está la situación a mi alrededor, nosotros somos tres, ellos son más de cinco, todos nos están mirando con esos rojos que más detesto en este mundo y no se encuentran tan felices de vernos. Me doy cuenta de que todos ellos se han estacionado en aquel lugar para esperar a los humanos, quieren una rendición total.

--¿quién es tu amigo Dianne?--le pregunta el hombre a ella, en este momento lo que surge de mí no es miedo, es algo parecido al enojo combinado con insertidumbre--.
--me llamo Scott Blue--le digo antes de que las palabras de Dianne escapen por su boca--.

Miro a mi alrededor, justo de mi lado izquierdo puedo apreciar con horror un tumulto de soldados que han caído en su intento por destruir a estos monstruos desquiciados, sin embargo sus intentos se han esfumado junto con sus vidas y el deseo en cada uno de sus corazones simplemente se convirtió en un agujero negro existencial.

Lo miro de nuevo, al hombre que ahora me devuelve la mirada y mis ojos se hacen rojos.

--este es el chico que sobrevivió al ataque de un Reaper ¿no es verdad?--le pregunta a Cleyton, él ha aparecido desde las sombras y se me queda mirando con cara de pocos amigos--.

--sí señor, este es el chico milagroso.

--vaya sorpresa, pensé que jamás te conocería--me dice--, mi nombre es Edén, aunque Dianne ya te habrá contado sobre mí...

Edén me mira como a un experimento raro, una de esas cosas que comienza a desafiar a la naturaleza desde el momento de su nacimiento, me siento estúpido pero a la vez algo me arrebata desde adentro, sigo sin dejar de mirarlo a los ojos y mis cinco sentidos se activa. Trago saliva, aquel día no sé exactamente que me habrá salvado de convertirme en un monstruo, pero ahora sé que no es coincidencia, este mundo está lleno de misterios y este es uno de ellos.

--¿Qué hacen aquí?--pregunta Dianne, creo saber exactamente esa respuesta tan mórbida--.

--nosotros no hemos venido con las intenciones de matarlos a todos, de hecho si hubiésemos querido, este lugar ya no existiría, sin embargo tenemos que defendernos de las personas que quieren matarnos y para ello debemos matar a sangre fría--sonríe--, además, nuestro propósito aquí definirá el destino de lo que queda de la humanidad.

--cállate---le digo en voz baja, él me escucha y se sorprende de mi reacción, de hecho Dianne pone sus ojos en mí mirándome con extraña sutileza--.

--¿qué acabas de decir?

--dije que te calles, no me importa a que han venido y no quiero saberlo, ¿quieren hacernos creer que no quieren matarnos a pesar de que literalmente han acabado con más de la mitad de la población humana?...todos ustedes buscan un deseo de venganza contra los humanos y eso los convierte en humanos, ¿no se dan cuenta?, eso es lo que son...

--¡jamás nos compares con un humano!--se enfurece, sus ojos decaen hacia el suelo y noto que algo oscuro sale de su espalda, nadie más puede verlo pero yo sí, esa oscuridad se forma en su espalda y se levantan dos alas negras--.

Los soldados aparecen detrás de nosotros, algunos llevan armas muy letales y otros en cambio están equipados con bombas y cosas incendiarias, giro para ambos lados y trato de que ellos no lleguen hacia los malos pero es inútil, el poder de la libertad los consume con violencia y no son capaces de ver las consecuencias.

Los Otros #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora