Scott
Los gritos insaciables de las personas son como las mismas balas que se desatan en una guerra. ¿Por qué?, porque tienen el mismo destino: el de causar terror en las personas quienes lo escuchan, un sonido desagradable como mil fantasmas que gritan hacia el Eco de una cueva, tan terrorífico que la misma oscuridad que inmoviliza a cualquiera. ¿Qué es peor que aquellos gritos que retumban en el eco?, sencillo, el mismísimo silencio innato que se pega a los tímpanos. Un silencio tan frío y tan muerto a la vez.
Giro hacia ambos lados y suelto la mano de Silvia, no la quiero meter en problemas y ya no quiero perder a más personas, esto terminará hoy.
Las nubes apagan la luz del sol (al parecer va a llover muy pronto), el reloj marca la sexta hora de la tarde, mis piernas tiemblan por alguna razón. El metal que me rodea el cuerpo comienza a deshacerse hasta que solo quedan los brazos, es cuando se detiene dejándome desprotegido, es muy extraño, lo he hecho a propósito por alguna razón.
—Scott... ¿oyes ese silencio?—Stratus comienza a comportarse de una forma muy extraña, sus dedos se mueven lentamente y se relame los labios cada cierto tiempo, sus ojos siguen rojos y una pequeña sonrisa aparece en su rostro—.
—dale Stratus, terminemos con todo esto...
—¿terminar, porqué querías terminar una fiesta?—me pregunta con la voz más apagada del mundo, casi medio ronco. Tose unas tres veces y se aclara la garganta—, esto no termina, uno nunca dice cuando dejar de tener una pesadilla, uno simplemente no puede controlar sus propias pesadillas.
—estas demente, ¿lo sabías?
Comienzo a correr sin vacilar e intento golpearlo con una de las colas de metal, Stratus extiende su brazo atrapando el látigo que iba con furia, aprieta fuertemente y no me deja ir por alguna razón, entonces es cuando la pesadilla de la que hablaba se hace realidad.
Sus ojos ruedan varias veces hacia los míos acompañados de una sonrisa desquiciada y una risa iracunda.
—¡ha!, te he atrapado...
El monstruo en el que se ha convertido no es un ser distinto a lo que fui aquella vez en la resistencia, el momento culminante donde mi cordura perdió fuerzas y la locura se apoderó de mi cuerpo. Este sujeto acaba de hacer lo mismo.
Stratus hala de la cola levantándome por los aires como un muñeco de trapo, intento zafarme pero ya es muy tarde, mi espalda golpea contra el muro rompiéndolo en mil pedazos. Él se lanza sobre mí y agarra mi cabeza con ambas manos, siento su risa muy cerca de mis oídos. Agarro su cuello y el sujeto mi brazo, una gran esfera de luz golpea mi estómago obligándome a soltarlo y a escupir sangre. Siento como todos mis órganos se funden y se regeneran al mismo tiempo (casi al segundo) pero el dolor no para, de hecho se hace cada vez más y más fuerte.
Intento ponerme de pie pero soy golpeado en la espalda.
Salgo del gran hoyo en el que me han metido y doy unos cuantos pasos hacia delante, mi estómago me arde. Observo a Silvia desde aquí y niego con la cabeza cuando ella intenta acercarse. Tuerce sus labios y se enoja pero no quiero que ella venga. No quiero que ella muera.
Si es posible voy a salvarla sacrificando mi vida, ¿acaso el amor puede hacer eso, acaso nosotros podremos morir por amor? Y sí es así entonces la muerte se enamoraría a cada rato de ver a muchas personas hacerlo por esa causa, durante esta guerra ha habido muchos casos. Personas que mueren salvando a sus seres queridos, mueren por amor. Entonces ¿la muerte es el primer paso para el verdadero amor o el amor es el último paso para la muerte?
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Los Otros #1
Science Fiction¿Cómo se puede sobrevivir a algo que nace de uno mismo? Scott Blue es un chico que deberá escapar de sus propias pesadillas. Su mundo será atacado por seres oscuros que se meten en lo más profundo de las almas de las personas y lo único que buscan e...