Capítulo Seis

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He salido de las redes del mal pero aún no estoy seguro, quizá porque aún me encuentro dentro del cuarto, escucho los pasos de los mounstros y su aliento a azufre, sus colmillos que resaltan en la oscuridad y que brillan ante mis ojos. Ellos nos miran, al hombre y a mí, el miedo se esparce como una plaga dentro de un campo de rosales y comienza a podrir sus hojas, las flores caen al suelo todas negras y los gusanos se los comen. El miedo se apodera del hombre y él comienza a hablar casi tartamudeando.

--les he traído lo que querían--les dice el hombre a las bestias--ahora liberen a mis hijas.

Comienzo a enojarme, no puedo creer que él confíe en estas cosas, una persona que ha visto el infierno no puede confiar en los demonios.

-- ¡cállate!--le grito, no me importa si ellos me oyen, no puedo creer lo que estoy haciendo--, ellos jamás te harán caso, acabas de firmar nuestra sentencia de muerte.

No puedo mirar al hombre pero sé que se ha dado cuenta de que tiene razón, él también se libera de las cuerdas y cae al suelo pero se incorpora de inmediato, quiero salir de aquí, quiero ver la luz del sol de nuevo pero para llegar a la puerta debo pasar por esas cosas y no tengo idea de como haré eso.

--Dime ¿donde estamos?--le pregunto--.

Escucho su voz desde las sombras, la de un hombre mayor que lo ha perdido todo y ahora se encuentra al borde de la locura.

--yo, estamos en un edificio de dos pisos...

--escaparemos.

Camino y llego hacia la puerta pero la han cerrado, mi única oportunidad yace en la puerta de salida o por las ventanas pero para eso debo llegar al segundo piso, eso será un gran reto, pasar por al lago de los cadáveres sin que ninguno de ellos te devore es complicado y peor aún si no puedes ver nada.

--por aquí--le digo--.

Comenzamos a correr en las sombras.

Llego hacia las escaleras, el hombre detrás de mí choca con algo y cae al suelo, mis ojos se adaptan a la oscuridad del cuarto y observo una silueta de metro y medio de altura, un niña con un vestido de bodas.

Abro los ojos, lo más terrorífico que alguien puede ver es una novia en miniatura, debe ser algo adorable si no contásemos con que estoy en un edificio con mounstros a mi alrededor.

La niña se abalanza sobre el hombre e intenta clavarle sus afilados dientes en su cuello, la agarro de sus hombros y la tiro contra la pared, no pesa casi nada, es como si cargara el peso de un gato muy gordo. La niña se escabulle entre los escritorios y las cajas mientras ayudo al hombre a levantarse.

--vamos, salgamos aquí

Subimos las escaleras y el mounstro nos persigue, somos los que escapamos de una niña, como las ratas huyen cuando ven a un gato, quizá ellos piensen que nosotros somos las plagas o quizá ni siquiera tengan cerebro (no como un zombie), si somos plagas para ellos porque nos convierten en ellos, porque no simplemente envían alguna especie de toxina en el aire y nos matan a todo de una vez por todas.

 ¿Qué son exactamente esas cosas?

Cuando era pequeño solía tener pesadillas con los aliens, con personas que mueren y de la nada regresan a la vida pero ya no son ellos, son otros, entonces me sumergo en el pantano de los morbido e intento no quedarme ahí por mucho tiempo, miles de manos salen del pantano y comienzan a agarrarme, dos se clavan en mi rostro y me tiran hasta que me hundo en el fango.

Llegamos al segundo piso, observo cuatro habitaciones y solo una tiene la puerta abierta, el resto debe estar repleto de los mounstros, quizá ellos duerman, quizá la niña que vi sea alguien que se levantó cuando escuchó el ruido que hicimos. 

Los Otros #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora