Capítulo treinta y seis

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SILVIA
Los días pasaron volando, habíamos encontrado lo que era una casa de dos pisos hecho solo de madera, de esas casas antiguas donde uno caminaba y el suelo chillaba, las puertas eran muy seguras y tuvimos que tapar todas las ventanas con tablas y clavos que hallamos en el molino de al lado, al parecer este lugar le pertenece a un campo donde el maíz ha dejado de crecer y lo único que hay es tierra café por todas partes.

Tuvimos que salir de la ciudad, entrar y salir del gran bosque y dirigirnos al campo donde ni una alma en pena nos molestaría y tuve razón, mi plan funcionó a la perfección, no hemos tenido contacto con los otros desde hace día y hemos dejado nuestras armas en un periodo de descanso, nos cambiamos de ropa y nos bañamos porque comenzamos a oler a pescad muerto y luego buscamos algo que comer, a pesar de todo hemos recolectado algunas semillas y las hemos puesto a plantar, los frutos aparecerán muy pronto y entonces contemplaremos el renacimiento de algo maravilloso.

Me siento en mi silla preferida de esas donde uno puede mecerse con tranquilidad a contemplar el cielo azul y las nubes tan blancas como los algodones, el sol sale como sus grandes rayos de luz y me siento tranquila al poder escuchar como el viento mueve mi cabello de un lado a otro, no quiero ser conformista pero este es ahora el mejor lugar del mundo, sin embargo nos va a costar acostumbrarnos a la nueva vida que tendremos.

Para lograr esto tuvimos que entrar en un gran debate aquella noche, el propósito era determinar nuestro futuro, teníamos dos planes: ir a la resistencia de la que tanto hablaban las radios o ir a un lugar apartado y vivir ahí hasta que todo esto acabe o hasta volvernos tan viejos como las pasas que comíamos.

--no lo sé, ambas me parecen buenas ideas pero...también son arriesgadas--nos dijo Ben, él fue el primero en hablar pero también fue el primero en tener miedo--.

--eso no ayuda mucho Ben, estas de ambas partes---le respondió Thomas con su voz perturbadora creyéndose un hombre grande--.

--eres muy peque mi querido amigo jamás entenderás...

--espera yo también soy capaz de patearles el trasero a esos mounstros.

--y mojarte los pantalones, no lo olvides.

Todos nos reímos, al parecer las bromas y las risas son la mejor medicina para los malos momentos y en ese momento estábamos en una crisis mental, cada uno tenía su propio miedo naciendo como un fantasma.

--entonces, ¿Qué hacemos?--nos preguntó Rutherford mientras se metía un trozo de carne a la boca, aquella noche tuvimos suerte, frente a nosotros apareció un venado no contagiado y tuvimos que cazarlo--.

--André, ¿alguna idea?--le preguntó Stuart--.

--apoyo totalmente la idea de Silvia, hay que ir al campo.

--¿tú crees realmente que allá estaremos seguros?

--sí, además, estamos preparados para lo que sea.

Esa frase que dijo se apegó a mi corazón, no creo estar lista para lo que sea, desde aquella noche que vi por primera vez lo que era un Reaper no pude dormir con tranquilidad, nosotros no estábamos tan solos como creíamos y ahora nos encontramos en guerra con ellos, nuestro futuro ha sido corrompido por nosotros mismos y eso es lo que me cuesta entender, ¿Por qué lo hacen?

Scott tenía razón, ahora entiendo lo que era para él proteger a sus seres queridos y yo no pude protegerlo por mi miedo a perderlos a todos, se fue por la noche como una estrella que se pierde en el cielo y es devorado por algún quásar.

--no lo entiendo--me digo a mí misma mientras me balanceo en mi silla--, ¿fui demasiado tonta como para abandonar a un ser humano?

--no deberías herirte de esa forma--otra voz habla en mi cabeza--, si Scott fue herido por uno de ellos ya les pertenece, podría significar un riesgo para el equipo.

Los Otros #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora