Capítulo cincuenta y dos

186 18 13
                                    

Scott

Mi hermanita me mira con sus ojos de miel y sonríe, creo que un recuerdo ha pasado por su cabeza, tal vez está recordando aquella vez que casi me caigo de una de las bancas del parque por tratar de agarrar una mariposa que me estaba molestando. Ella me miró y comenzó a reírse y yo levanté una de mis cejas.

—casi me voy de boca—le había dicho, ella agarró mi brazo—.

—listo, ya no vas a caerte...

Me levanto y le doy un fuerte abrazo, ella me había convertido en su ángel guardian y al parecer sus deseos se habían hecho realidad justo en el momento más oscuro de mi vida. La oscuridad me estaba comenzando a devorar cuando la daga se enterró en mi piel, creí que iba a morir. Sin embargo algo extraordinario pasó, las nubes pasaron de ser grises a blancas, mis ojos se tornaron rojos como la sangre y mi mundo cambió de repente.

Ella, fue una promesa que me salvó...o quizá fue mi hermana quien me salvó.

Al mirarla justo ahora puedo recordar lo que hizo en la otra resistencia, una luz blanca la rodeó para protegerla y acabó con Edén en menos de unos segundos, me había quedado estupefacto, pero ahora estoy dispuesto a seguir protegiéndola y dejar esas preguntas que rodean mi cabeza a un lado.

Estamos vivos, eso es lo que importa—me repito esa frase varias veces—.

Las horas pasan volando, los soldados de la resistencia habían aparecido como cuervos (incluyendo a Erick quien se había convertido en algo más que un general, ahora era un líder) él me reconoció a mí y a mis amigos y nos ayudaron, afortunadamente las personas de este lugar habían vuelto a la normalidad preguntándose qué era lo que había pasado con sus vidas.

—¿Qué pasó aquí?—me preguntó Erick mientras sanaban mis heridas, mis ojos giraron hacia los de Silvia y ella asintió con la cabeza—.

—Erick, tengo mucho que contarte—-le respondí—, ven, toma asiento...

El hombre debía saber todo lo que pasaba en este mundo, le conté todo lo que había pasado, desde el encuentro con el Master Stratus hasta mi repentina muerte y el fin de la batalla. Le conté sobre su plan de acabar con toda la especie humana y sobre como perdí mis poderes dándole inmunidad total a Miranda y Chris, ellos ahora eran parte de nosotros. Erick aceptó la oferta y se puso de pie.

—¿Qué harás ahora muchacho?

—comenzar a vivir de nuevo—le respondí—.

—está bien, nosotros seguiremos con nuestra batalla, aún quedan cosas por hacer en este lugar y, aunque hemos reestablecido el orden en ciertos lugares aún quedan muchos otros que debemos limpiar.

—tienes razón, yo sé que lo lograran...

Me despedí de Erick y me levanté para ir donde mis amigos, ellos estaban sentados juntos en una de las mesas del lugar, todas las personas caminaban de aquí para allá recibiendo ayuda por parte del ejército, otros en cambio comenzaron a regresar a sus casas a seguir con sus vidas. Erick había organizado una especie de junta pública en medio de la ciudad que habíamos formado y se preparaba para dar un discurso.

Rutherford me mira mientras como la sopa de pollo que nos han entregado.

—vaya que tienes hambre...

Los Otros #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora