Capítulo veinticuatro.

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Capítulo especial: La historia de Dianne.

"Tengo tu sonrisa dentro de las estrellas que forman todas mis constelaciones"

Dianne cerró el libro después de haber leído los tres primeros capítulos, se alegró al darse cuenta de que en los libros existían grandes mundo por descubrir. Se puso el libro sobre la cabeza y dio algunas vueltas sobre el piso de la pequeña biblioteca como si fuera una bailarina que había ganado un concurso.
Se detuvo en medio y luego guardó el libro donde pertenece, cerca de su colección favorita de ciencia ficción.

A la edad de 7 años humanos ella había adquirido una gran pasión por los libros ya que estaban llenos de historias, algunas de estas contaban sobre el mundo de una manera asombrosa mientras que otras creaban sus propios mundos ficticios. Su amor por estas historias creció con el pasar de los años y aprendió mucho sobre la mente humana.

Dianne se sentó en su mueble de lectura con una tableta de chocolate.

--¿ y si el mundo fuera como lo dicen en los libros de utopía o de romance?, sería un hermoso planeta--ella comenzó a cuestionarse sobre la existencia de las personad--.

Cuando era apenas una bebé ella había sido dejada cerca de un orfanato, la criaron hasta los 4 años y le enseñaron sobre la religión.
Fué adoptada por unos padres muy amables, su mamá le había agarrado mucho cariño pero a su papá adoptivo no le gustaba la idea de tener una hija que no sea de su sangre. Pero luego cambió de idea.

Dianne era la mejor estudiante en todo el jardín de niños, su capacidad de aprendizaje le permitía almacenar grandes cantidades de información dentro de su pequeña cabeza. Los padres de sus amigos pensaban que ella no era humana.
Sin embargo ellos tenìan razón y nadie lo sabía, solo ella.

Un ave pasó por su ventana y sintió un fuerte frío recorriendo por todo su cuerpo, se puso de pie y cerró la ventana y escuchó unos pasos cerca de la puerta, se dio media vuelta y vio a un hombre encapuchado, tenía una máscara metálica de color negro azabache con una forma casi parecida a la de un águila, son embargo él no tenía plumas.

--¿Zacovich, que haces aquí?--le dijo la niña con su voz dulce--, mis papás pueden verte.

Zacovich se encogió de hombros y luego levantó un dedo al cielo y cruzó ambos brazos para simular un abrazo.

--me extrañaste, ¿cierto?

El asintió con su cabeza y formó un corazón con sus dedos. Era como uno de sus amigos imaginarios, un guardian que había sido asignado para protegerla de los humanos en caso de que ellos quisieran lastimarla, sin embargo el hombre le había cogido un gran cariño a su protegida.

--gracias, yo también te extrané Zacovich.

Ella corrió a abrazarlo y hundió su rostro en el estómago de su amigo, entrelazó sus brazos y se quedó asi durante unos segundos. Su amigo puso su mano sobre su pequeña cabeza y luego se separaron.

--no deberías arriesgarte así cuando me vengas a visitar y te aparezcas de la nada.

El hombre se encogió de hombros.

--bueno, aunque enserio, gracias por visitarme.

Zacovich comenzó a caminar por la habitación revisando los libros y las cosas que había en ese lugar. Él había surgido en la gran batalla que tuvieron los franceses cuando se independizaron de los monarcas, se llenó de odio al darse cuenta de que la esclavitud era una realidad, creció y creció hasta convertirse en un verdadero Reaper con habilidades extraordinarias fuera de este mundo.

--me gustan las mañanas ¿lo sabías?--le dijo la niña--, es porque las nubes salen y el sol brilla y hace un clima agradable y el día se vuelve mejor cuando sale la lluvia.

Los Otros #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora