Capítulo once

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Thomas se acerca y me da una escopeta y el traje que tendré que ponerme, recién los estoy comenzando a conocer, sus gustos, a que le temen, cuáles eran sus hobbies, como pudieron sobrevivir, tuve una mañana completa para hacerles preguntas mientras que descansábamos, habíamos recolectado comida como para 3 días así que eso no iba a ser ningún inconveniente para nosotros, nos sentamos a hacer diversas cosas, una de ellas fue la reparación de ciertas cámaras de seguridad que se habían roto en las noche anterior, la limpieza entre otras cosas más.

Thomas es un chico que le gusta mucho el fútbol, a él le gustaba mucho jugar con sus amigos del vecindario, de hecho se reunían todos los domingos para jugar unas 3 horas, no era popular ni nada por el estilo pero le encanta hacer amigos, el dibujo era su pasión, a su edad dibujaba muy bien el rostro humano, de hecho él había decorado su cuarto con algunos de ellos que pudo sacar de su casa cuando le tocó huir, no me habló de su familia, creo que nadie quiere revivir malos recuerdos así que cambie de tema muy rápido, lo noté feliz, nadie está feliz a estas alturas pero pude recobrar algo de esperanza gracias a él, Thomas me dice que quizá estos mounstros sean aliens, seres de otro mundo que se cansaron de nuestro comportamiento tan antinatural y llegaron con alguna especie de virus para que nos destruyamos entre nosotros mismos como lo habíamos estado haciendo desde hace mucho tiempo.

-- ¿Qué crees que sea ese virus, es decir, como crees que actúe en nuestro cuerpo?-- me preguntó--.

--no lo sé, quizá funcione con algún tipo de mecanismo que nos haga menos...

--humanos, ese virus nos hace mounstros ¿verdad?

Dude con mi siguiente respuesta, el solo hecho de imaginarme una especie de bacteria que viaja por mi cuerpo comiéndose todo lo racional en mí me aterra tanto, ¿me pregunto cómo se sentirá morir de esa forma?, al menos que ellos no estén muertos y estén siendo controlados, ese es la peor parte, eso significa que hemos estado matando gente controlada.

--nos hace más mounstros de los que ya éramos...

Me senté en una banca cerca del parque y observé como André barría el lado de la casa, arqueé una de mis cejas, ¿por qué hacer eso?

Él había sido el hijo único de una familia compuesta por un padre alcohólico, por lo tanto no le importaba mucho la perdida de sus seres queridos, sin embargo puedo darme cuenta de que es la persona más solitaria en todo el grupo aunque él no se dé cuenta, como la flor blanca, como la primera estrella que sale en una noche cubierta de nubes.

-- ¿Cómo encontraste al resto?-- le pregunté--.

--ellos me hallaron, estaba buscando comida en un bote de basura y Silvia me apuntó con su pistola pensando que era uno de ellos.

Se rio, una de las curas para un día triste es una risa natural, la suya por ejemplo, él se lo decía siempre a su papá pero el hombre no comprendía, no tuvo una vida tan feliz, ¿para qué extrañar algo que no te hace feliz?--, para abrir heridas.

No creo que estar en esta situación sea algo por el cual sentirse satisfecho, él lo entendía, todos nosotros estamos aislados.

El hombre original de Rutherford es Alex pero él quiere que lo llamen así, por el descubridor del átomo, ese loco señor que vio un día en química, le preguntó al maestro porque su apellido o nombre (quien sabe qué cosa era), era tan largo pero el maestro no supo cómo explicárselo, de hecho no le dio anda de importancia. Rutherford había crecido con una hermana mayor y con sus padres, pero los perdió a todos aquel día cuando el infierno comenzó, él había corrido por todo el campo de futbol y podía observar como los otros lo perseguían, corriendo como bestias sedientas de sangre, mostrando sus afilados dientes, él sintió pánico, logró escapar y se escondió en uno de los edificios abandonados de una antigua planta de reciclaje, estuvo ahí por 2 meses, saliendo en el día para buscar comida y volviendo de noche para protegerse de la oscuridad. Silvia lo encontró un día deambulando por las calles, a él no lo apuntaron con un arma porque ella se dio cuenta de que no estaba contaminado, lo miró a sus ojos y arqueó una ceja y luego supo que había hallado otro sobreviviente.

Los Otros #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora