Los Otros #1

3) La niña y las 10 pesadillas

El sol había salido y los rayos aparecieron cerca de los edificios más grandes de la ciudad, las ventanas se notaban mas y mas a medida que la luz llegaba, el cielo se tornó celeste como el agua y las nubes blancas surgieron una vez mas para abrazar al cielo como si fuesen amigos, el viento parecía un susurro, estaba muy calmado y se movía produciendo una suave brisa que hacía que las hojas se movieran de lado a lado, bailando entre los bosques de aquel verano desastrozo, los árboles tenían vida y sus hojas eran muy verdes.

Me siento y muevo mis hombros lentamente hacia abajo hasta conseguir una posición muy cómoda pero no lo suficiente para quedarme dormida, mis ojos se concentran en el sol que acaba de salir y un suspiro sale de mi boca pronunciando unas suave palabras

--por fin.

Aquel por fin de que la pesadilla que dura 12 horas se ha detenido una vez más y nos han dado la oportunidad de seguir con nuestro destino, seguir huyendo y corriendo hacia el horizonte. No quiero seguir corriendo pero es la única cosa que me ha hecho escoger la vida.

"o corres o te mueres". Valla palabras de aliento, aún me acuerdo cuando mi vida era normal, no era de esas personas que lo solían tener todo o que vivían una vida completamente libre pero me gustaba mi vida. Mis padres siempre habían estado conmigo y me habían apoyado. Iba al colegio como todo el mundo y no tenía las más altas calificaciones pero al menos me esforzaba. De hecho mi mamá se alegraba mucho por las notas que yo sacaba porque al menos era la hija que enorgullecía a sus padres y que no tenía vicios ni era mala con los demás, ella me preparaba pasteles todos los fines de semana para celebrar un día más de vida, no necesitábamos ninguna fecha especial para comer pastel.

--hija, este pastel es por todas tus buenas notas ---me decía con ese tono tan especial que yo amaba en ella, el pastel a veces era de chocolate y otras veces eran de fresas (mis dos sabores preferidos)-así que por favor llama a tu papá para darle un poco.

La típica chica consentida de los padres, la que jamás tuvo que luchar por algo que quería ya que siempre lo tenía en sus manos, valla error, es como si me hubiesen tratado como una reina por mucho tiempo y ahora que estoy sola se me hace muy complicado el valerme por mí misma. He querido mejorar, desde el momento en el que salí de aquella casa gracias a que unos mounstros nos perseguían tuve que buscar la manera de aprender sobre la supervivencia. En las noches nos escondíamos pero en el día corríamos.

Un día no quería seguir corriendo y me detuve a esperar no sé qué cosa pero lo hice, me quedé inmóvil y ella me agarró de la mano. ¿Para qué seguir corriendo?--me preguntaba a mí mismo--, ¿Por qué correr hacia el horizonte si no hay nada del otro lado?

Nosotras habíamos corrido por casi un kilómetro, no queríamos quedarnos atrás y esperar a que anocheciera, entonces los otros saldrían de sus escondites y nos matarían a ambas, sin embargo escuché el sonido de una voz (la voz de un hombre) salir de un radio que se encontraba en la parte de atrás de un carro abandonado, la camioneta era negra y se había estrellado contra un árbol, las ramas le cayeron en todo el parabrisas y algo entró por el techo y se llevó al conductor quien, con muchos gritos y patadas, no quería morir en ese lugar pero lo hizo, murió como todo el mundo en esta ciudad. Me acerqué y tomé el radio, estaba atorado con unas correas así que tuve que usar mi daga negra para cortarla y liberar el aparato. Giré la ruedita que se encontraba casi por la mitad y escuché de nuevo la voz de un hombre.

--a todos los supervivientes, no están solos, si escuchan este mensaje les tenemos un comunicado, hemos establecido una ciudad fortaleza a unos cuantos kilómetros al norte cerca de la ciudad de New York, tenemos refugio y comida, repito, no están solos, transmitiremos este mensaje una vez al día a las 2 de la tarde en la zona horaria actual.