SARA
Los árboles alrededor mío se mueven como las luces de una estrella, cada una de ellas van quedando detrás de mí cuando mis pies y mi cuerpo logran pasarlos, corro como si no hubiera un mañana y ni siquiera me percato si realmente estoy corriendo o si ya estoy muerta, ¿Cuántos mounstros me siguen?-no tengo tiempo para contarlos, solo para correr.
Ana se aferra a mi espalda y ella se va haciendo pesada por cada segundo que corro, es como que si el tiempo la estuviese volviendo de plomo o algún material más pesado que el plomo.
La primera vez que la vi ella era una niña que se asustaba con todo y me gustó adaptarme a su forma de hablar, la enfermedad no es degenerativa pero es permanente, su vocabulario no iba a mejorar jamás, sin embargo ella trataba de mejorar día a día, incluso con sus miedos, ahora lo único que hace es apretarme con sus pequeñas manos mis hombros y cerrar sus ojos para no tener que estar presente cuando ellos nos encuentren.
Cruzo por unas ramas y cambio de dirección, debo ir más al sur si quiero encontrar un escondite, uno de los pinos se interpone en nuestros caminos y me veo obligada a detenerme, me doy media vuelta y los escucho a lo lejos, los mounstros me siguen y no se detendrán hasta verme morir en sus propias manos.
--creo que habrá que esconderse linda--le digo a Ana, ella me escucha y separa su cabeza de mi espalda--.
--hay que buscar econdite
--sí--rodeo el pino y me doy cuenta de que hay ciertas ramas del árbol ese que están muy abajo y en ciertas zonas hay huecos que deja el tiempo como si fuesen cicatrices, entonces una idea viene a mi cabeza--, tendremos que escalarlo, esperar a que los mounstros pasen de largo y luego bajamos y tomamos otra ruta.
--buena idea.
Agarro la maleta y, con mucha fuerza logro tirarla hasta la rama más grande,la que por lo general se encuentra en medio del árbol, comienzo a subir colocando mi mano sobre la primera rama, he tenido que emplear el doble de mi fuerza ya que también tengo que lidiar con el peso de Ana, me cuesta trabajo agarrar la segunda rama y hago que mi pie encaje en uno de los orificios del tallo, luego sigo subiendo hasta llegar a la rima principal.
Ana se separa de mí y se sienta a un lado, me apego contra el tallo y me seco el sudor de la frente, he escalado apenas unos 3 metros de tallo ya que al parecer el pino es grande.
Me quedo quieta y Ana mira hacia abajo, los rugidos se escuchan desde al fondo.--aquí vienen--le digo--no hay que hacer ningún ruido para que no nos vean.
--etá bien--me responde con su voz suave y apagada, casi se convierte en un susurro--.Ella se apega junto a mí y yo la encierro entre mis brazos, ambas nos quedamos estáticas como rocas pegadas al pino de hojas verdes más grande que haya visto en mi vida.
Los rugidos y los pasos se hacen cada vez más grandes a medida que los segundos pasas, es cuando las gotas de lluvia comienzan a caer del cielo y hacen ruido lo cual es una ventaja para nosotros.Los mounstros corren y salen de los arbustos, se golpean con las rocas de la tierra pero a ellos no les importa, algunos tropiezan pero se levantan, y otros rugen y sonrien con sus afilados dientes de demonio. Pasan cerca del pino pero a ninguno se les ocurre de mirar hacia arriba, sonrío cuando me doy cuenta de que el peligro está pasando cerca de nuestros ojos y ellos no se dan cuenta.
Los rugidos paran y se convierten en un silencio tranquilo de esos que uno escucha cuando se concentra en el eco que produce un insecto en una cueva.El silencio que nos rodea cuando recien nos levantamos, entonces podemos escuchar nuestros propios pensamientos.
Suspiro.
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Los Otros #1
Science Fiction¿Cómo se puede sobrevivir a algo que nace de uno mismo? Scott Blue es un chico que deberá escapar de sus propias pesadillas. Su mundo será atacado por seres oscuros que se meten en lo más profundo de las almas de las personas y lo único que buscan e...