Capítulo 5

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                                                    -E

Arrugo el entrecejo cuando escucho mucho ruido.

Me estiro y siento como mis huesos de la espalda truenan, el cuello lo siento tenso y tengo el trasero entumecido.

Y recuerdo lo que pasó anoche.

Mis ojos se abren de golpe y bajo la mirada, el desconocido sigue aquí y durmiendo.

Con la luz del día lo puedo observar mejor. Su cabello es castaño y su piel un poco tostada, tiene unas cejas gruesas. Las acaricio con mis dedos, sus pestañas son super largas dan envidia de solo mirarlas. Sigo bajando mis dedos por su rostro hasta delinear sus grandes y gruesos labios.

Hermoso.

Hoy sus moretones se ven más oscuro, paso los dedos por estos y el desconocido arruga el ceño, alejo la mano rápidamente.

Observo como sus pestañas se mueven y yo aguanto la respiración cuando veo que abre los ojos.

Pestañea varías veces, hace una mueca con sus labios me imagino por el dolor y la resaca que debe tener. Y luego sucede.

Me mira.

Tiene unos lindos ojos cafes, su mirada recorre todo mi rostro y termina en mis ojos.

— ¿Quién eres? — Cuando voy a responder, él mira a su alrededor, se sienta de golpe y hace una mueca.— ¿Donde estoy?— Vuelve a dirigir su mirada hacia mi.

— Estás en un callejón.— Él me mira confundido y trata de levantarse, me levanto y lo trato de ayudar pero se aleja y vuelve a caer en el suelo.

Hago una mueca.

— Déjame ayudarte.— Me mira y niega, vuelve a tratar de levantarse y ahora si lo logra. Palmea sus bolsillos del pantalón y rápidamente de apresura a hacer lo mismo con los de su saco.

Me mira y se acerca, me mantengo en mi lugar sin dejarme intimidar.

Levanta la mano y me apunta enojado.

— ¡Me robaste! ¿¡Dónde están mis pertenencias!?— Me quedo muda por la rabia con que lo dice, se acerca más y agarras mis brazos apretándolos. Aprieto la mandíbula por el dolor.— ¡Te estoy hablando!— Me grita.

Me enojo.

Levanto mi rodilla y con fuerza le doy en su entrepierna. Rápidamente me suelta y cae al suelo, lleva su mano a esa parte y hace una mueca de dolor.

— ¡No me vuelvas a tocar! ¡Yo no agarré nada!— Doy la vuelta, agarro mi mochila y me dirijo a la salida del callejón.

¿Por qué lo ayudé?

Niego, yo solo lo traté de ayudar. Pero nooo, me ataca y no se da cuenta de lo que en verdad hago aquí.

¿Qué le robé?

Porfavor, puedo vivir en la calle y todo pero ¿Robar? Jamas.
Entre maldiciones escucho que me llaman.

— ¡Oye! ¡Oye! ¡Para porfavor!— Me detengo, suspiro y miro sobre mi hombro. Está todavía en el suelo, me está mirando.— ¡Perdón!— Vuelvo la vista al frente, observo la calle.

Mierda.

Doy la vuelta y vuelvo hacia él. Llego a su lado y bajo mi mirada para verlo, él me mira. Y me quedo observando sus ojos, siento como si el tiempo se detuviera.

Suspiro.

Tiendo mi mano y él la agarra, con fuerza lo ayudo a levantarse.

Lo recuesto en la pared y me alejo algunos pasos. Como puede se queda apoyado en la pared. Luego de algunos segundos me mira y logro ver en sus ojos una chispa de vergüenza.

Una nueva oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora