-O— Eso es todo por hoy.— Digo finalizando la reunión. Me levanto de mi silla, agarro mi teléfono y algunas carpetas. Sin decir nada más, salgo de la sala de reuniones y me dirijo a mi oficina.
Paso a un lado del escritorio de Norma el cual está al lado de mi oficina.
— Señor.— Me detengo antes de tocar la manecilla.— La señorita Tiffany a vuelto a llamar.
Gruño.
— Bloquea su numero, ignorala. Has lo que sea pero no quiero volver a tener comunicación con esa mujer.— Abro la puerta y antes de entrar me recuerdo de la semana pasada.— Ah, otra cosa. Quiero que no la dejen entrar en este edificio, muestrale una foto a todos los guardias y diles que tiene prohibida la entrada.— No espero su respuesta, término de entrar y cierro la puerta.
Dejo las carpetas y el teléfono en mi escritorio para después dirigirme hacia el ventanal.
Coloco mis dedos en mi tabique y doy un masajes lentos para ver si así se disminuye el dolor que empecé a sentir al escuchar el nombre de esa mujer.
Cuatro putos meses han pasado desde que me engañó y no ha dejado de molestarme para que volvamos.
Descarada.
Como si yo quiera volver con ella después de su engaño. Suspiro y me dirijo al escritorio para volver al trabajo.
Mi estómago gruñe y me hace fruncir el ceño. Observo el reloj de mi muñeca y me sorprendo al ver que son las tres de la tarde.
Me levanto agarro mi teléfono y me dirijo a la salida.
Paso al lado del escritorio de Norma y ella asiente cuando me ve.
Entro al elevador y presiono el subterráneo. Se abren las puertas del elevador y voy hacia mi auto.
Saco las llaves de mi saco y preciono el boton para quitar el seguro. Abro la puerta y entro en el. Coloco la llave para después encender el carro y dirigirme a cualquier restaurante que me quite el hambre.
Las calles están llenas de personas, yendo de aquí para allá, paro en un semáforo.
Suspiro.
¿Dónde estás?
Por más que he buscado no he podido encontrar a Elizabeth. Contraté a un investigador privado pero nada, es como si hubiera sido producto de mi mente.
Pero esos ojos, esos ojos que he pintado ya tantas veces no pueden ser producto de mi mente. Su tacto, sus palabras, su rostro en ese momento eran tan reales que me hacen dudar.
Escucho el pitido de un carro que hace que vuelva a la realidad. Miro el semáforo y me doy cuenta que ya está en verde.
Rápidamente coloco el carro en movimiento, después de unos minutos doy con un restaurante italiano. Dejo el carro en el estacionamiento del restaurante y me dirijo dentro del lugar.
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Una nueva oportunidad
RomanceÉl, un empresario multimillonario. Guapo, sexy, gruñon, con un ego bastante grandre y sexy ¿Ya había dicho sexy? ¿Si? bueno es que es realmente sexy. Con padres exigentes y una novia que a sus ojos es perfecta. Ella, huerfana, se escapó del orfanato...