-OFrunzo el ceño al verla correr por el pasillo de los baños, sin pensarlo dos veces la sigo y cuando llego a la puerta del baño de damas, escucho arcadas.
Sin pensarlo entro y la consigo arrodillada vomitando en el inodoro, me arrodillo junto a ella y recojo su cabello hacia un lado, para que no se lo manche de vomito, para después acercar mi mano a su espalda sintiendo como esta se tensa al sentir mi contacto.
Empiezo a acariciar su espalda de arriba hacia abajo, haciendo que esta se relaje poco a poco. Tocan la puerta a mis espaldas y gruño.
— ¿Todo bien señor?— Dice la voz que identifico como la del camarero. Miro a Elizabeth la cual todavía vomita.— Traiga un vaso con agua.— Digo de forma dura y de inmediato escucho pasos alejándose.
Después de un rato noto como deja de vomitar y empieza a temblar. Me quito el saco y se lo paso por los hombros, ella se tensa pero no lo rechaza. Quito mi mano de su espalda, ella inmediatamente se echa un poco para atrás, echando su cabeza hacia atrás y apoyándola en la pared. Recorro su cara pálida y me fijo en las pequeñas pecas las cuales no había notado.
Hermosas.
Bajo mi mirada a sus labios detallandolos y los noto un poco morados pero no dejan de ser lindos.
Trago grueso.
Tocan la puerta, haciendo que ella abriera los ojos de golpe y me viera asustada.
— Señor, su agua.— Me levanto del suelo y abro un poco la puerta, sin decir nada agarro el vaso con agua y cierro la puerta. Me arrodillo al frente de Elizabeth, la cual retrocede un poco más ante mi acercamiento. Arrugo la cara pero no digo nada, solo le doy el vaso con agua, el cual agarra con duda y se lo lleva a los labios.
— Toma pequeño sorbos, si tomas mucha puedes volver a vomitar.— Digo levantándome y alejándome un poco, apoyándome en la pared y viéndola.
¿Por qué tanto nerviosismo cuando me acerco?
Sacudo la cabeza y me quedo esperando hasta que se termine el vaso con agua.
— Gracias.— Susurra. Yo niego acercándome un poco y veo como deja de respirar.
¿Qué mierda?
Suelto un suspiro profundo y después le doy mi mano para que se pueda levantar. Y ella vuelve a respirar con dificultad, suelta un suspiro y me mira con duda.
— Solo te quiero ayudar.— Digo firme y sin ningún rastro de duda para que se sienta segura. Después de unos segundos la agarra, sintiendo un cosquilleo en esta, dejando atrás esa sensación la impulso un poco para que se levante. La agarro fuerte de la mano cuando la siento tambalearse, ella se apoya en la pared y rápidamente me suelta la mano.
Siento como mi mandíbula se tensa al ver que no quiere ni tocarme, su mirada huye de mi y veo temblar su cuerpo a pesar de que tiene mi saco.
Hace una mueca y se empieza a dar masajes en la cien.
— Hay un caramelo en el bolsillo derecho del saco.— Digo pensando tal vez que es un bajón de azúcar. Ella me ve rara pero igualmente lo busca y logra encontrar el dulce de fresa que había en saco. Con dedos temblorosos abre la envoltura y cuando lo logra, se lleva el caramelo a la boca.— ¿Te sientes mejor?— Pregunto, me mira y asiente despacio.
Me giro y abro la puerta, doy un paso atrás y le hago una seña para que salga primero, con pasos temblorosos sale y yo la sigo de cerca por si sus piernas fallan.
Da varios pasos y casi cuando llega al final del pasillo se para, volteando su cuerpo hacia mi, haciendo que me detuviera a unos pasos de ella.
— Siento que hayas tenido que presenciar eso.— Dice sin mirarme, y mi corazón se aprieta al verla tan débil. Niego y antes de poder decir algo, ella levanta la mirada viéndome directamente a los ojos.— También lamento no aceptar tu invitación a comer, debes entender que alguien como yo no confía mucho en la gente.— Termina de decir con lamento en su tono de voz.
Suspiro y me quedo mirándola un momento, volviendo a admirar sus ojos claros, su nariz perfilada y esas pequeñas pecas que tiene alrededor de estar que me hacen suspirar como tonto, su piel pálida que hace un contraste precioso con su cabello de fuego. Pero lo más admirable de ella es su valentía y confianza al hablar.
Espectacular.
— No tiene porque disculparte. Yo lo hice porque me nació hacerlo.— Doy un paso hacia ella haciendo que esta me mirara alarmada.— Por la comida no pasa nada, entiendo. Pero lo que si me gustaría es que me dejaras ayudarte de alguna forma o solo seguir hablando contigo.— Frunce su carita con confusión. Y mi corazón da un salto al ver como su pequeña nariz se arruga de una manera muy tierna.
— ¿Por qué querría seguir en contacto con una persona como yo?— Dice mirándome con inseguridad y desconfianza.— Solo me a visto una vez y usted no estaba en todos sus sentidos en ese momento. Somos dos desconocidos que se toparon una noche y después cada quien fue por su camino.— Termina de decir con seguridad.
Va a ser difícil ganarme su confianza.
— No fui por mi camino porque ese no me gustaba, descubrí otro esa noche y ahora trato de ir detrás de el. Solo que hay muchos obstáculos, murallas y fantasmas, pero estoy dispuesto a pasar por todos ellos.— Digo con seguridad sin despegar mis ojos de los de ella.
Nota de la Autora: O M G
Este hombre va con todo para la guerra pero ¿pondrá ganarla?
¿Qué piensan ustedes?
Pobre de Eli, el embarazo la tiene un poco mal. ¿Ella le dirá del bebé?
¿Lo dejara estar más en contacto con ella?
¿Estuvo bien en rechazar la comida?
Yo creo que si porque si todo lo iba a vomitar, no valía la pena comer la rica pizza.
Pero bueno...
Espero que les haya gustado.
Gracias por la paciencia.
Gracias por leer.
Si les gustó el capítulo le pueden dar a la estrellita para saber.
Comenten cualquier pregunta o algo que quieran saber.
¡Nos leemos en el siguiente capítulo!
Bai.
-B
ESTÁS LEYENDO
Una nueva oportunidad
RomanceÉl, un empresario multimillonario. Guapo, sexy, gruñon, con un ego bastante grandre y sexy ¿Ya había dicho sexy? ¿Si? bueno es que es realmente sexy. Con padres exigentes y una novia que a sus ojos es perfecta. Ella, huerfana, se escapó del orfanato...