54 |Di que me amas|

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Joseph se deleita visualmente conmigo, sonriéndome de forma traviesa y yo todo lo que puedo hacer es rezar porque mis piernas no flaqueen y terminar en el suelo, porque la forma en que observa cada lugar recóndito de mí es demasiado excitante y mi cuerpo está desesperado por descubrir lo que planeó para nosotros hoy.

—¿Y ahora qué? —Dijo "comencemos" hace unos momentos y él no ha hecho nada más que observarme como si no me hubiera visto desnuda ayer. De hecho, parece que nunca lo hubiera hecho.

La lujuria que destila, toda esa intensidad llega hasta mí y estoy derretida.

—Es simple, angelito. —Su voz es ronca por el deseo y me da algo de calma saber que él siente por mí lo mismo que yo por él, porque sería vergonzoso derretirme por un hombre y que a él no le ocurra lo mismo. —Vas a hacer todo lo que yo te diga.

—Claro... —Respondo con sarcasmo y él levanta una ceja sin dejar de verme en esa forma tan déspota que solo él puede dominar.

¡Me encanta!

Joseph tiene varias personalidades en los diferentes ámbitos de su vida: puede ser dulce, una ternura, pero ¿Qué pasa cuando se cierra la puerta del dormitorio? Puede ser también tierno dependiendo de la situación, un amante generoso y amable que se preocupa por tener un momento repleto de cariño.

En resumen, me puede hacer el amor con tanta pasión y afecto que me siento la única mujer en su vida antes, durante y después.

Pero hay otras veces en las que se convierte en un amo y señor que me toma, me sacude y me deja inconsciente y arrastrando una pierna durante horas. Puede hacer eso, gritándome lo que quiere que haga, nalgueándome, aferrando sus manos a mí y yo me siento dichosa durante el acto ¿Y al finalizar? ¡Ni se diga!

Hoy está en esa actitud de tipo rudo que me puede partir en dos de una sola penetrada ¿Y yo? Tengo dos opciones: puedo arrojarme a sus pies dispuesta a hacer lo que él me ordene con la recompensa de alcanzar las estrellas en una explosión de placer, o puedo hacerme la ruda y no dejarme someter por completo.

La elección es mía y de cualquier forma tendré mi explosión de placer, pero ¿Qué me divertirá más hoy? ¿Cómo quiero jugar?

Joseph se levanta de la silla y con paso firme se acerca a mí. Es tanta su presencia, tan dominante que termino contra la pared, que se siente helada por mi piel ardiente.

Cuando está frente a mí sujeta mis manos, una en cada una de las suyas, luego las levanta sobre mi cabeza y usando la cadera me empotra aún más contra la pared. Su mirada es ardiente y la boca se me seca por la forma en que me observa, pero esta no dura lo que me gustaría porque baja la cabeza y sin tocarme del todo, llega a mi cuello y respira profundamente.

Debo oler a agua de rosas combinada con mi perfume Night, elegido para combinar con la lencería tan especial que eligió, pero sobretodo con estas botas que llevo puestas.

Roommates {Joseph Morgan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora