41 |Entre la madrastra y el hijastro|

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No sé cómo, pero logré llegar al baño ¿es el de hombres? ¿el de mujeres? No lo sé, tengo problemas más urgentes como la hiperventilación que sufro ahora; a pesar de que inhalo y exhalo a velocidad impresionante, siento que no logro que ese aire ll...

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No sé cómo, pero logré llegar al baño ¿es el de hombres? ¿el de mujeres? No lo sé, tengo problemas más urgentes como la hiperventilación que sufro ahora; a pesar de que inhalo y exhalo a velocidad impresionante, siento que no logro que ese aire llegue a mis pulmones.

A punta de golpes con la mano consigo abrir el grifo de uno de los lavabos y el chorro de agua brota tan salvajemente que empapa toda mi ropa, pero no me importa poco porque necesito enjuagarme la cara, beber agua ¡Necesito algo!

No respiro, no puedo, siento que en cualquier momento me voy a desmayar y de lo único que soy consciente es de que una de mis manos aprieta con desespero la piedra del collar que me dio Joseph.

Estoy sufriendo otro ataque de pánico y temo volver a gritar porque podrían despedirme.

Cuando estoy por desplomarme en el suelo alguien me sujeta, me fuerza a darme la vuelta y me cubre la boca y la nariz.

Me topo con los ojos oscuros de Gian y eso es lo que menos necesito justo ahora, porque verlo es como si viera al fantasma del amor de mi vida y eso me pone peor, además que está tratando de asfixiarme.

Lo empujo con la poca fuerza que tengo y él me suelta, lo cual es malo porque termino en el suelo, sujetándome la garganta como si me hubiera estrangulado.

Quiero gritar, abro la boca e incluso expulso aire, pero la voz no sale, solo es un chillido patético mientras trato de arrastrarme fuera del baño.

—Blair, solo quiero ayudarte. —Habla Gian atrapándome por los tobillos tan sorpresivamente que cuando tira de estos mi cuerpo se estrella contra las baldosas, sacándome más aire y haciendo que todo a mi alrededor brille con luces que no son reales.

Gian me obliga a darme la vuelta, se coloca sobre mí y vuelve a cubrirme la boca y nariz con su enorme mano, que puede abarcar ambos órganos sin problemas.

Trato de luchar contra él, pero es mucho más grande que yo y también más fuerte, además que tiene todas las de ganar porque está sobre mí y yo no tengo casi oxígeno en el cuerpo.

De un momento a otro comienzo a respirar normalmente y es ahí que Gian se levanta de mi cuerpo, dando pasos hacia atrás para darme el espacio que tanto quiero. Inhalo y exhalo de forma lenta, logrando que las luces se vayan, también el cosquilleo horrible que me recorre.

Minutos después puedo sentarme y Gian se acerca al lavabo, toma agua entre sus grandes manos y sin decir palabra deja caer todo ese líquido fresco sobre mi cabeza.

Se aleja y lo hace de nuevo mientras yo logro tranquilizarme, aferrada a mi collar, que gracias al cielo no tuve que quitarme para la escena.

—¿Qué fue lo que me hiciste? —Pregunto luego de un rato, cuando mi cabello está completamente empapado al igual que mi ropa.

Siempre he odiado la sensación de la ropa húmeda, pero ahora, como se siente tan fresca en un momento de desesperación, me gusta.

—Obligué a tu cuerpo a respirar más despacio. —Afirma inclinándose frente a mí, viéndome como si fuera un animalito que puede lastimar. —Después es fácil que tu propio cuerpo borre el ataque.

Roommates {Joseph Morgan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora