11 |El día después|

4.6K 504 124
                                    

Me muevo un poco y es entonces cuando me siento incomoda, pero no es porque tengo a Joseph Morgan recostado sobre mí, es algo entre mis piernas, algo que incluso se siente pegajoso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me muevo un poco y es entonces cuando me siento incomoda, pero no es porque tengo a Joseph Morgan recostado sobre mí, es algo entre mis piernas, algo que incluso se siente pegajoso.

Muy húmedo.

Vuelvo a moverme y siento como si el útero se me estuviera saliendo por la vagina ¡La menstruación!

¡Oh, por dios! Si mancho el sofá no podré ver a Joseph a la cara nunca más.

Abro los ojos y lo veo; se encuentra recostado sobre mi cuerpo, abrazándome con fuerza y con el rostro tan calmado que por un segundo dejo de pensar que tengo una escena de Viernes 13 entre las piernas. Me muevo un poco para salir de su agarre y eso es terrible porque siento que no solo el útero se me sale ahora, con él todos mis órganos.

¡Maldita menstruación!

Logro soltarme de su abrazo y veo la tela oscura del sofá en el que dormimos, suspiro al no encontrar manchas rojas y lo agradezco infinitamente, pero en cuanto me levanto, siento como como la sangre se resbala por mi pierna y no necesito ver hacia atrás para saber que debo estar manchada, pero la tela gruesa de mis vaqueros salvó el sillón y mi dignidad.

No durará mucho ¡¿Por qué sangro tanto?! Cualquier hombre ya estaría murto por sangrar de esta manera.

Comienzo a dar pasos hacia atrás, rezando porque Joseph no despierte y poder ir a mi departamento para cambiarme antes de que él despierte. Debí quedarme dormida poco después de él y no me cambié la compresa en la noche, es un milagro no haber manchado el sillón. Tal vez deba ir a un doctor, sangrar tanto no puede ser normal.

Joseph abre los ojos en forma lenta y lo primero que hace es verme, lo cual automáticamente logra que mis mejillas se sonrojen. Cruzo las piernas para así cubrir la mancha causada por la sangre que se desliza por mi cuerpo y termina atrapada en mi calcetín, lo cual es bueno en cierta forma.

—Ey, tú. —Me saluda como de costumbre y se incorpora en el sillón. Más sangre baja y en serio debo irme. —¿A dónde ibas? —Me pregunta como si escapara la mañana después de una noche de pasión. —Vamos, no puedes irte sin desayunar. —Se queja, incorporándose en el sofá. Es curioso que quiera darme comida de esta manera, dulce, pero curioso.

—Yo... —¿Qué le digo? La verdad es ¿asquerosa? Y la excusa de "solo me voy" es terrible porque me ve con esos hermosos ojos azules parecidos a los míos, pero que a la vez me derriten por ser ¿distintos? Debo dejar de hacerme tantas preguntas.

—Tu... —Me sonríe como si le diera gracia.

Al diablo, voy a decirle la verdad: —Creo que estoy teniendo una hemorragia en estos momentos y necesito irme a mi departamento antes de dejar un charco de sangre en tu bonito suelo.

Mi honestidad lo deja con la boca abierta un segundo.

—Creo que exageras. —Levanto una ceja y descruzo las piernas. La forma en que ve mis pantalones me hace pensar que en serio las gotas que se desbordaron se notan. —Necesitas un médico... —Jadea negando con la cabeza, sin apartar la mirada del punto entre mis piernas.

Roommates {Joseph Morgan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora