76 |Con tanto amor|

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Estoy enamorada.

Estoy enamorada de Joseph.

Estoy enamorada.

Lo amo.

Amo a Joseph Morgan.

Y no, no es un amor platónico como el que tengo con Henry Cavill, o Bob Morley, o Eliza Taylor, o Scarlett Johansson o... Se entiende el punto de que no es como esos amores. Este es mucho peor.

Se supone que soy su amiga, que este acuerdo del sexo es netamente placentero para no perder la amistad y ganar placer a cambio, se supone que no debíamos incluir sentimientos más allá de los amistosos y yo lo arruiné sin darme cuenta, porque estoy perdidamente enamorada de él.

Y él no me ama.

Bueno, creo que no me ama y no sé qué es mejor ¿Quedarme con la duda o decirle mis sentimientos? He tenido estos pensamientos durante toda la noche y no logré conciliar el sueño, pero gracias al cielo Joseph lo hizo muy bien.

Hasta que comienza a sacudirse en la cama, me quita la mantita y se envuelve en ésta repitiendo una y otra vez "tengo mucho frío".

Al principio creo que es algo normal, pero la realidad es que el clima está perfecto esta mañana, más inclinado hacia el calor y más porque nos cubría una manta muy pesada, así que es prácticamente imposible sentir frío. Me levanto de la cama y la rodeo hasta llegar a él y ver qué es lo que le pasa.

—Joe... —Lo llamo al descubrir que está en una especie de trance de "tengo mucho frio". Lo sacudo y descubro algo mucho peor. —Estás ardiendo. —No creo que la habitación esté caliente por el clima, es porque él está hirviendo. Trato de quitarle la cobija y él me lo impide. —Cariño, tienes fiebre.

—Déjame... —Suplica haciéndose un ovillo en la cama.

—Estás ardiendo en fiebre, tengo que quitarte la cobija. —Vuelvo a intentar, esperando no ser demasiado brusca, sin embargo, él no me deja las cosas fáciles. —Joseph.

—¡Tengo frío! —Grita y descubro que su voz está congestionada, pero creo que respira bien porque lo hace por la nariz. —¡No! —Grita cuando de un brusco tirón le arranco la cobija de encima.

—Lo siento, pero tengo que bajarte la fiebre. —Él pesa mucho, pero uso las fuerzas del universo, el poder del amor o lo que sea para lograr levantarlo de la cama y prácticamente arrastrarlo hasta el baño, que por suerte no está muy lejos. —Te meteré a la ducha y...

—¡No, Blair! —Me grita asustado, temblando entre mis brazos cuando lo dejo en el suelo. —Si lo haces te odiaré por el resto de mi vida ¡Tengo frío!

—Lo sé, pero tienes fiebre. —Los remedios de mi mamá y mi abuela para la fiebre eran inicialmente baños de agua templada, ni muy caliente ni muy fría para evitar un choque térmico. Esos remedios funcionaron porque estoy viva, ¿No? —Estará tibia. —Prometo abriendo la ducha.

Roommates {Joseph Morgan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora