82 |Ay, cómo me duele|

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Maratón 5/10

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Maratón 5/10

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Blair

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"Mi corazón dolido hoy se muere por ti. Yo sigo convencida que nací para ti."

Sé que es patético, yo luzco patética en este preciso momento, pero no es como que me quiera ver atractiva para las personas que me rodean justo ahora.

Alguien toca mi hombro y me quito los audiófonos, aún a la distancia la triste canción sigue resonando y creo que me quedaré sorda, pero si antes eso no me interesaba ahora mucho menos que tengo el corazón hecho polvo.

Volteo y me encuentro a Daniel, que desde que llegué para ser su inquilina temporal no ha dejado de verme con pesar. Conmigo no es el Daniel de siempre, el que tiene un chiste para contar cada segundo, es uno un poco más serio y temo que sea porque no me quiere aquí.

Pero no tengo a donde más ir. En todos los otros lugares Joseph me podría encontrar sin querer y no es que me esté escondiendo de él, es que no quiero verlo hasta que deje de sentirme puta de lujo que le deja entrar en ella así tenga compromisos.

Daniel levanta su puño cerrado y yo veo ese gesto con confusión, aunque en el fondo deseo más que nada que sea alguna de sus terribles bromas para saber que soy bienvenida en su casa.

Abre la mano y la alegría me inunda.

—¿Dónde lo encontraste? —Apenas puedo contener mi emoción al ver la pequeña piedra rosada en su mano ¡Es mi collar! Le falta la cadena, pero al menos es el cuarzo que tanto he extrañado.

—Evie lo tenía enredado en el cabello, sigo sin saber cómo llegó ahí. —Mientras me río de esa corta anécdota, Daniel se sienta a mi lado en el sofá y toma mi mano para depositar ahí la piedra. —No sabía si lo querrías de vuelta, pero creo que lo necesitas.

Aprieto la piedra en mi mano, tanto que sus bordes limados parecen encajarse en mi piel salvajemente. Extraño que esté en mi pecho para darme esa sensación de que Joseph está a mi lado, pero él ya no está aquí y no volverá.

—Creo que tienes razón. —Veo mis nudillos tornarse blancos y una lágrima cae por mi mejilla, pero Daniel la limpia inmediatamente para que no caiga. —Solo extraño a mi amigo. —No me puedo creer eso, es una mentira.

—¿Ah, de verdad? —Daniel suelta con ironía y desearía que no decidiera ser él mismo justo ahora. —Blair, no sé cómo tratar a las personas con corazones rotos, es por eso que preferí dejarte sola y...

—No tengo el corazón roto. —Le arrojo la mentira más grande que he dicho en mi vida. No lo veo, porque sé que eso sería un desastre magistral. —Viví con él durante meses y es mi mejor amigo, lo extraño, pero estoy feliz de que esté con ella, porque eso era lo que quería.

Roommates {Joseph Morgan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora