49 |Preparativos|

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Soy de Colombia, un país en el cual el 14 de febrero se celebra en privado, más que todo en los moteles, donde nadie se entera de festividades ajenas, tampoco hay propagandas de productos con la temática romántica de corazones, bombones y rosas

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Soy de Colombia, un país en el cual el 14 de febrero se celebra en privado, más que todo en los moteles, donde nadie se entera de festividades ajenas, tampoco hay propagandas de productos con la temática romántica de corazones, bombones y rosas.

En mi país se celebra algo similar al día de San Valentín, pero es en septiembre; en esas fechas todas las papelerías y supermercados están repletos de letra Timoteo en tonos neón, peluches de grandes ojos saltones con camisas que dicen "te amo" y esas tarjetas que son copia de las animaciones de Tim Burton.

En este país, o por lo menos en este súper mercado, hay un montón de estanterías repletas de corazones con mensajes bonitos, chocolates, rosas y demás. Es diferente a lo que se ve en mi país, sin embargo, sigue teniendo la misma energía.

Sin tarjetas con personajes de grandes ojos y mensajes depresivos de "sin ti me mataría".

—¿Qué se te antoja para la cena de mañana? —Pregunta Joseph tirando de uno de los carritos y este se desliza suavemente fuera de la fila.

Por acto reflejo veo las cuatro ruedas del carrito y todas están en buen estado. Desde que llegué, no me he topado en ningún momento con un carrito de compras que tenga algún desperfecto, pero los hábitos no desaparecen; recuerdo que cuando era una niña y mi mamá me enviaba en búsqueda de un carrito, yo siempre por desgracia del destino elegía uno con algún desperfecto que limitaba la marcha de las compras, ella me regañaba por ser una tonta, iba a la sección donde se toman los carritos y escarbaba entre ellos hasta finalmente dar con uno medianamente decente.

Y desde entonces yo veo los carritos sin importar que Joseph me diga que encontrar uno en mal estado es poco probable.

—No lo sé. —Encojo los hombros y Joseph comienza a caminar, así que yo lo sigo. —¿Qué pueden hacer tus manos talentosas?

—Vamos a un rincón oscuro y te muestro. —Bromea dándome una sonrisa malvada y yo ruedo los ojos, aunque en el fondo la idea suena atrayente.

—A la hora de cocinar, señor Morgan. —Pensé en decirle "en la cocina", pero eso daría pie a más comentarios y no soy de piedra, caería por él.

—¿Qué tal si te preparo una lasaña? —Me doy un momento para ver su sonrisa antes de sobrepasarlo y llegar al frente del carrito para poner mi mano ahí y dirigirlo.

—¿Por qué una lasaña? —Suena delicioso, la verdad, todo a él le queda delicioso, sin embargo, por su sonrisa deduzco que hay una razón de fondo. —Me gusta, pero ¿Por qué?

Llegamos al pasillo de lácteos y yo aprovecho para tomar una caja de yogurt griego surtido que necesito para la dieta y los dejo en el carrito. Joseph también aprovecha y selecciona algunos quesos para la cena de mañana.

—¿No lo recuerdas? —Pregunta sin perder su preciosa sonrisa, dejándome ver esos hoyuelos que hacen a mis piernas flaquear y me obligan a sujetarme del carrito solo en busca de apoyo.

Roommates {Joseph Morgan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora