72 |Adiós. Siempre te recordaré|

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—Joseph, vas a tener que superarlo y elegir un lugar. —El verlo caminar como condenado a muerte buscando donde poder sentarse sin que Marco y yo hayamos pecado sobre él es exasperante porque en esta propiedad no hay ni uno solo. —Siéntate, que si hay algún fluido con los años se evaporó.

—Pero la energía sigue ahí. —Me suelta la estupidez que Persia le enseñó mientras estaban casados, esa de que el mundo se mueve con energías y que ellas quedan unidas a los lugares donde se hacen ciertas cosas.

No me meto en creencias, pero que ella se lo haya enseñado me irrita aún más que verlo señalar sitios al azar mientras yo le digo que no.

—¿Qué energía ni qué mamadas? ¡Siéntate o te siento a las malas! —Mi grito lo hace arrojarse al suelo con posición de flor de loto, con las manos sobre las rodillas y todo igual que un niño recién regañado. —Siéntate en el sofá.

—El suelo es uno de los lugares donde menos te gusta tener sexo, así que prefiero quedarme aquí porque no está tan contamino. —Me explica y quiero gritarle que no sea tan inmaduro, pero tiene razón, no es mi lugar favorito para tener sexo, pero cuando no hay algo más dejo de lado eso. —Ahora sí podemos hablar.

—Eh... —Hace un rato estaba inspirada a hablar, ahora que pasamos como media hora discutiendo donde tuve sexo con Marco se me han ido las ideas que quería discutir con él. —Sea lo que te haya dicho mi prima, exagera mucho.

—Me contó lo de las pastillas. —¡Ay, jueputa! —¿Fue exagerado que terminaste inconsciente en el hospital durante dos días?

—No, no lo fue... —Bien puedo decirle lo que le he dicho a todo el mundo, que me pasé con las dosis del medicamento para dormir porque estaba estresada, sin embargo, Joseph no se lo va a creer y yo no sé si le miento o no porque no tengo idea de qué pasó ese día. —Compré esas pastillas porque no estaba durmiendo bien. —Creo que lo mejor es decirle mi verdad, porque no tengo otra cosa. —Y no sé qué pasó ni qué pensé, solo recuerdo tener el frasco de somníferos en la mano y luego despertar en el hospital ¡Nada más!

Joseph me observa, buscando cualquier indicio de que le miento y no puedo culparlo porque esto ha sido un secreto entre nosotros hasta este momento.

—¿No recuerdas nada? —Me pregunta sin poner en tela de juicio mi honestidad, solo quiere saber los detalles que le puedo dar.

Y la verdad, es que no son muchos.

—Recuerdo estar desesperada porque tenía un examen y no había dormido en muchos días porque estaba abrumada por Marco, fue un año especialmente malo aquél y ese día todo fue a peor. —Joseph me mira con tristeza cuando no debería porque me hace sentir aún más apenada. —Compré las pastillas en una farmacia y me dijeron que tomara una y que me dormiría en un par de horas. Llegó la noche, yo seguía desesperada por todo lo que ocurría y tomé el frasco, ya no recuerdo haber hecho más.

Roommates {Joseph Morgan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora