70 |Eso (Parte I)|

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—Angelito. —Joseph entra a la habitación, o creo que eso hace porque no he dejado de ver el techo en la última ¿Media hora? ¿Una hora? ¿Más? ¿Menos? —¿Qué quieres desayunar?

—No tengo hambre. —La verdad es que sí tengo, pero tal vez con el estómago vacío se me haga más fácil ponerme triste.

Solo necesito más tiempo ¡Debo ponerme triste!

—¿Estás segura? —Pregunta confundido, como la ha estado desde que despertó y me descubrió echada boca arriba viendo al techo con cara de idiota. —Vi una tienda cerca, puedo ir a...

—No aceptan dólares. —Lo interrumpo descubriendo que hay una pequeña mancha marrón en el techo ¿A caso eso será una mancha de humedad? ¡Oh! Debo decirle a mi papá. —Si quieres comprar algo, saca dinero de mi bolso.

—¿Quieres venir conmigo? —Pregunta con esperanza.

—Pregúntale a mi primo si te acompaña. —Prefiero que no vaya solo porque, a pesar de que en este barrio todos son cordiales, no falta que alguien llegue a cobrarle de más por un huevo; por esto prefiero que salga acompañado.

—Oh... —Está decepcionado y me duele el corazón ¡Pero no como y por las razones que debería doler! —Está bien...

Joseph se retira y el pinchazo en mi pecho se hace más intenso, sin embargo, me duele el corazón debido a que todo el día he estado actuando muy seca con Joseph cuando él lo único que ha hecho es quererme, tenerme y paciencia y decirme que puedo hablar con él si lo necesito.

¡No me siento mal por lo que debería!

—Primita. —Me llama mi primo Fabián.

—¡¿Qué?! —Me siento en la cama y creo que le grité tan fuerte que él parece querer salir corriendo.

—¿Le das permiso a tu novio de ir a jugar conmigo y mis amigos al futbol? —Pregunta con la espalda doblada hacia atrás, como si me grito le hubiera atrofiado la espina.

—Él es adulto, puede hacer lo que quiera. —Como lo dijo parece como si yo fuera su mamá y Joseph tuviera que pedirme permiso para hacer cualquier cosa ¡Y él es el mayor! —¿Y me pides permiso para llevarlo a jugar futbol?

—Bueno, es más como si le dices que se separe de ti, porque de aquí a la tienda me estuvo hablando de que estás muy rara y me preguntó si necesitabas espacio.

¿Ya volvieron? Vaya, llevo demasiado tiempo aquí y ya no calculo bien el tiempo.

—¿Y tú qué crees?

—Que te sangra la cuca y por eso estás inmamable, por eso quiero apartar al pobre lo más lejos de ti posible. —Tomo la almohada tras de mí y se la arrojo por ser tan vulgar, sin embargo, él con facilidad la esquiva. —¡¿Ves?! Le hago un favor al pobre alejándolo de ti.

Roommates {Joseph Morgan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora