62 |Algún día cuando me dejes|

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Termino de barrer los garbanzos del suelo y en cuanto están en el recogedor yo me arrojo sobre el sofá para asegurarme de que no quedó ninguno y de que una vez más es apto para usar.

Lo confirmo, así que me levanto y voy hacia la habitación para revisar que el colchón esté secando, porque tuve que frotarlo durante una media hora con jabón para poder quitarle la peste a pipí, pues Klaus aparentemente tiene un olor extremadamente fuerte para esto.

Continúo limpiando todo en el departamento hasta que este finalmente reluce como una tacita de porcelana, pero yo aún me siento sucia porque fui una desgraciada con Joseph y merezco que me parta un rayo justo ahora.

En teoría, no tuve razón para molestarme porque él no tiene que defenderme de Mecca cuando yo misma puedo hacerlo, ¡Pero me dolió su indiferencia hacia mí!

Claramente no esperaba un "respeta a mi novia" porque no somos nada, pero que no se quedara como un idiota en la puerta era suficiente.

—¿Aún estás enojado conmigo? —Le pregunto a Klaus, que está sentado a un lado del salón y no se ha movido, como si vigilara que estoy dejando todo el lugar impecable.

Hoy Klaus me dejó preparar su desayuno y vestirlo, sin embargo, cuando ya estuvo listo comenzó a portarse mal conmigo y eso se traduce a que está molesto.

Y yo también lo estoy.

Mi pequeño bebé sale corriendo lejos para ocultarse, haciéndome saber que no se le ha pasado la rabia.

¡Y no lo culpo!

Lo acepto, fui una desgraciada con todos los honores y medallas el día de ayer, comenzando con que le hablé muy grosero a Joseph, lo insulté, le dije una terrible mentira a la cara que sabía que lo lastimaría y para terminar de completar me aseguré de que tuviera que dormir en la bañera.

Me siento cucaracha y si me pisan yo lo agradeceré.

Me siento en el sofá una vez más y enciendo la televisión en busca de un poco de descanso después de mi arduo inicio de día, además, tal vez distrayéndome logre recordar que estaba molesta y creerme el cuento de que Joseph se merecía mi actitud de perra.

Sin embargo, el universo me odia, porque enciendo el televisor y aquí están pasando un capítulo de The Vampire Diaries ¡¿Y cómo no?! Resulta que justamente hay una escena de Klaus Mikaelson en pantalla.

"Él es tu primer amor." Dice el hombre de mis sueños en la pantalla. "Yo pretendo ser el último".

Mi corazón comienza a aletear en mi pecho, como si esas palabras tan bonitas fueran en realidad para mí y no para la despampanante rubia que se adueña de la pantalla con expresión de sorpresa.

—¡Tú cálmate! —Grito viendo a mi pecho y señalando, pero eso no impide que mis latidos vayan en aumento y la adrenalina por ver a ese bombón actuar como el ser más maravilloso sobre la faz de la tierra me recorra el cuerpo. —Se supone que estoy molesta con él.

Roommates {Joseph Morgan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora