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—Despertaste—. HoSeok le regaló una suave acaricia en su pálida mejilla cuando ella se removió sobre su lugar. Narae pestañeó tratando de ver a su alrededor, cuando de pronto recordó.

—HoSeok, mis padres... ellos...

—Lo sé—. Se inclinó para abrazarla y reconfortarla. —No te preocupes más por ellos.

—Debo ir a verlos, HoSeok. Yo... yo debo buscar un lugar donde enterrarlos. —Pensó en voz alta, con un nudo creciendo en su garganta.

HoSeok sonrió con tristeza antes de decir. —JungKook se está encargando de eso. Él ha recogido sus cuerpos y han limpiado tu casa. Podrás despedirte de ellos en el castillo.

Ella asintió quedito, desvió la mirada y un pensamiento fugaz cruzó por su cabeza. Se giró para mirarlo con los ojos totalmente abiertos. —Mi papá... él no lo hizo ¿verdad? Él no mató a mi mamá ¿verdad?

—No. Él no lo hizo, Nana. Él no la tocó. —Le aseguró después de haber conversado con JungKook, se habían movido rápido para sacar los cuerpos y revisarlos. Todo antes que los vecinos despierten y curioseen sobre lo sucedido. —Tu mamá estaba muy enferma, ella no pudo soportarlo más.

Narae volvió a asentir con un remolino de pensamiento inundándola. —¿Cómo se lo diré? —Susurró llevándose una mano a los ojos, restregándolos con fuerza. —¿Cómo se lo diré a TaeHyung ahora?

HoSeok la miró atento, él tampoco sabía cómo podrían decirle sin que el pequeño chico se sienta tan desbastado. —Tu papá dejó una carta escrita. —Murmuró inseguro, sacando el pedazo de papel de su bolsillo. —No lo he leído y aunque pienso que tampoco debes leerlo, quiero que sea tu decisión la que hagas. —Comentó.

Ella observó el papel hecho puño en la mano de su novio. Su cuerpo se sintió tan frío y pesado cuando extendió una mano para tomarlo. Sus dedos temblaron al momento de extenderlo y sólo se dio cuenta cuando, por culpa del temblor, no pudo distinguir las letras.

—Bebe un poco de agua antes, Nana. —HoSeok le extendió el vaso de vidrio cuando la miró cerrar los ojos con el papel extendido sobre sus piernas cubiertas con las colchas. Sin embargo, ella negó con la cabeza. —¿Quieres que te deje sola para que lo leas? —Ofreció HoSeok intentando ponerse de pie, pero la mano de Narae lo retuvo en su lugar.

—Quédate por favor. —Suplicó mirándolo con los ojos vidriosos.

HoSeok asintió y guardó silencio, esperando pacientemente que ella pueda mirar la carta y comenzar a leer. La observó palpar el papel con la yema de los dedos y se detuvo antes de tocar la sangre seca que había en una de sus puntas. Las gotas eran pequeñas pero muy visibles en el papel amarillento.


«Narae, te escribo esta carta para despedirme, probablemente sentirás indiferencia por lo que en ella te digo, y después de leerla simplemente me dejes atrás como ya lo hiciste una vez. Sin embargo, eres tú a quien reconozco como mi única hija, eres por quien intenté ser mejor. Me temo que nunca quise a tu hermano y nunca lo querré. No puedo fingir que pienso en él como un hijo, porque siempre esperé más de un hijo varón. Siento mucho no haberlo corregido a tiempo y haber permitido que sea de esa manera, ahora esa carga lo tienes tú, y siento mucha pena.

Soy consciente de que herí a mucha gente, pero nunca quise herir a mi familia, puedo reconocer el dolor después de perder a tu madre, porque ahora no tengo nada, he perdido el anhelo y la esperanza, no tengo sentido de nada. Ahora mi razón está extraviada y hago esto solo para parar el sufrimiento. No quiero vivir con el recuerdo del frío cuerpo de tu madre.

The Belly Dancer ❀ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora