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Su madre lo miró con los brazos cruzados sobre su pecho, su respiración, aunque armoniosa, delataba que estaba molesta ante las palabras de su hijo. Claramente no estaba de acuerdo con lo que oía.

—Madre, debo hacerlo y usted sabe que no puede denegármelo. Ni usted, ni mi padre pueden prohibirme hacerlo, es mi derecho. —Se oyó con firmeza con los ojos cafés brillantes, intensos y sin amedrentarse ante los ojos claros de su madre.

La reina hizo una mueca disconforme con sus labios, negó con la cabeza agotada de la rebeldía de su hijo, su hijo siempre había sido revoltoso y mimado, aunque sus berrinches habían sido pequeños y no causaba problemas cuando se lo cumplían en su mayoría, su nuevo capricho si era un problema, ella no quería cedérselo. Estaba perdiendo dominio sobre él.

—Es peligroso que estés fuera del palacio—. Dijo fingiendo calma. —Eres el futuro heredero de la corona, JungKook. Tú no puedes mezclarte con la gente del pueblo. —Su madre intentó persuadirlo, pero él se mostró reacio a lo que decía.

—He recibido clases dentro del palacio desde que tengo uso de razón, madre. Y, aunque agradezco los tutores privados porque he logrado aprender mucho, quiero experimentar la vivencia normal de nuestra gente. —Recitó su mentira haciéndola ver como verdadera. Su única intención era encontrar aquellos ojos miel, si no podía salir del palacio con libertad, no podría buscarla ni encontrarla rápidamente. —¿Cómo podré gobernar si no logro entender a nuestro pueblo? ¿Cómo podré ganarme su confianza si ellos no me conocen? ¿Cómo podrán reconocerme como su rey si nunca me han visto actuar como uno?

Sus palabras sonaron firmes ante su madre, quien le dio razón con cierto temor, ella quería protegerlo, no permitiría exponerlo ante el peligro. Había mucho que su hijo no sabía y exponerlo al pueblo no era seguro. Además, tenía en mente las amenazas que llegaban de los reinos colindantes, sus tierras eran campos fértiles y había el peligro que sean tomadas y comenzaran batallas para poder defenderse.

—Madre. —Insistió.

La reina suspiró pesadamente antes de extender una mano a su hijo para acariciar sus cabellos. Él ha crecido bastante rápido, pasando en altura a su madre cuando apenas había cumplido dieciséis años, el adolescente imponía su presencia además de contar con una impresionante belleza, que, a pesar de sus facciones suaves, su semblante era fuerte y su expresión severa. —Se te será permitido, JungKook. —Vio la suave sonrisa en su rostro al retirar su mano, por lo que continúo diciendo. —Pero hay condiciones. —El joven asintió en silencio dispuesto a escucharla. —Ingresarás a la casa de estudios que decida tu padre antes de cumplir los dieciocho años. Recuerda que recibirás la corona a los veintiún años y para ello deberás haberte desposado con una princesa.

JungKook guardó silencio brevemente antes de responder. —Lo sé, madre. —Dijo con firmeza, restando importancia a las condiciones de su madre. —No se preocupe, para entonces sé que la habré encontrado.

Su madre frunció el ceño al escucharlo. —¿Habrás encontrado a quién, JungKook? —Indagó.

Su hijo se encogió de hombros al responder. —A mi princesa, madre. Habré encontrado a mi princesa.




×××




El silencio incómodo era roto sólo por el sonido de los cubiertos al chocar contra la porcelana. Su padre comía con el ceño fruncido mientras leía el periódico que sujetaba con una mano, su madre intentaba hacer el menor ruido posible y su hermana había dejado de comer para estar atenta a él, su semblante preocupado le hacía sentir culpable.

The Belly Dancer ❀ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora