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JungKook miró a TaeHyung ir de un lado con una sonrisa, el pequeño joven tarareaba mientras buscaba moras silvestres entre los arbustos. El Sultán lo observaba entretenido, la bonita sonrisa de TaeHyung se asomaba de vez en cuando, sus mejillas ruborizadas y grandes ojos miel brillantes hicieron que su pecho se sienta cálido.

JungKook sacudió la cabeza tratando de alejar aquellos pensamientos, no debía verlo de esa manera, ni mucho menos pensar en él, acabaría loco con tanto. Sabía que debía alejarse del pequeño de cabellos castaños, debía... pero creía poder.

Se esforzó pensar en su destino, debía centrarse en ello ahora más que nunca, dirigiría el reino junto a una persona elegida por sus padres, estaría atado a ella de por vida y tal vez con el tiempo podría quererla, pero no podía imaginar sentirse así de cálido y feliz con otra persona.

TaeHyung alzó su mirada y notó los ojos negros del Sultán fijos en él, sonrió con timidez y bajó la cabeza de inmediato haciendo sonreír a JungKook sutilmente.

Cuando la canasta de Jin estuvo también llena, TaeHyung se acercó con inseguridad hacia el Sultán y alzando la canasta le pidió regresar a casa de HoSeok. JungKook asintió manteniendo su frío semblante y TaeHyung dudó si se había demorado demasiado y ello lo había molestado, había intentado apresurarse a llenar ambas canastas para no quitarle tanto tiempo al Sultán.

—TaeHyung—. Llamó JungKook tomando una de las canastas, el menor se giró a mirarlo en silencio. —Aún no es hora del almuerzo ¿quisieras ir conmigo cuesta arriba? Te prometo que la vista será increíble. —Prometió, TaeHyung abrió más los ojos demostrando la sorpresa de su invitación, JungKook pudo notar también como él desvió la mirada con temor en el rostro.

Intentó decir algo más, aclararle que con él se sentiría seguro, nunca le haría daño, a él no.

—Yo... yo creo q-que deberíamos volver a-ahora, señor. —Murmuró tartamudeando, manteniendo la mirada gacha.

JungKook se inclinó ante él y tomó con suavidad su barbilla haciendo TaeHyung lo mire al rostro. —No bajes la mirada, por favor. —Susurró. —No prives al mundo de tu hermoso ser.

«No prives mi mundo de tus ojos, por favor...»

TaeHyung respiró hondo al escucharlo, sonrió asintiendo y JungKook se sintió complacido de verlo un poco más relajado, sin rechazar su toque. TaeHyung no se estaba alejado de su toque y aquello era un detalle que JungKook no iba a dejar pasar.

—Vamos, niño bonito—. Volvió a invitarlo y esta vez TaeHyung asintió un poco más animado, aun con la mano del Sultán posicionada suavemente debajo de su mentón.

—S-Sí... me gustaría ir con usted, Sultán—. Aceptó y creyó ver un brillo dócil en los ojos del Sultán. ¿Estará bien aceptar?

—Llámame JungKook, por favor—. Rogó él.

TaeHyung subió al caballo con la ayuda de JungKook y tomó ambas cestas abrazándolas contra su pecho, los brazos de JungKook lo sujetaron a cada lado mientras que el animal caminaba. El menor se recargó contra su pecho notando lo construido del cuerpo del Sultán, sintió sus mejillas arder y agradeció que JungKook no podía ver su rostro rojo en aquel momento.

TaeHyung se perdió en sus pensamientos alejándose inconscientemente del contacto de JungKook, pero él lo acercó con un brazo al sentir su lejanía y entonces una idea errónea cruzó por su cabeza.

Su cuerpo tembló con más fuerza e intentó mantenerse quieto en su lugar, no quería que JungKook se diera cuenta que estaba sintiendo miedo, él sabía que no le haría daño, él no querría lastimarlo ¿cierto? JungKook siempre se había mostrado bueno con él, si quisiera hacerle daño lo hubiese hecho hace mucho. Además, él estaba enamorado de TaeHee, su supuesta hermana, el Sultán no dañaría a la familia de la persona que decía amar.

The Belly Dancer ❀ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora