Narae sonrió al recibir el pergamino con el mandato real de la reina Kim, la anciana palmeó su hombro en aceptación para pasar al siguiente nuevo ministro del palacio. Sus ojos se alzaron y observó a su pequeño hermano sonriendo entre la familia real, JungKook estaba detrás de él sosteniendo su cintura con una mano y manteniendo el rostro serio, observando hacia el público. Sus ojos mostrándose amenazantes.
Era día de fiesta en el reino, los nuevos ministros habían sido elegidos y Narae era una de ellos. YangMin había ido a verla a la pequeña cabaña de HoSeok días atrás y habían tenido una plática larga y tendida, con el único fin de convencer a la joven de ojos castaños oscuros a ser parte de la orden de ministros, quienes reemplazarían a los viejos sabios y acompañarían a los reyes en cada decisión que se tome en el reino.
«La abuela dice que no puedo ser parte de la orden y al mismo tiempo ocupar un lugar junto a SeokJin y me gustaría que usted pueda tomar ese lugar en el ministerio para que alguien me escuche y me apoye dentro». YangMi le había dicho mirándola directamente a los ojos, Narae contempló todas las posibilidades de poder hacer algo por las personas que no se podían defender así mismas.
Personas como TaeHyung.
Aunque aquel pensamiento no acalló el manifestar su miedo y sensación de no ser suficiente, pero YangMi le había recordado cada momento vivido junto a TaeHyung, cómo lo había sacado de aquel infierno y cómo podría ayudar a muchas personas si ella participaba en el ministerio.
HoSeok había estado de acuerdo en que podría hacer mucho más que sólo quedándose en casa a coser vestidos, si ellos hacían un cambio, por más pequeño que sea, podrían liberar a muchas personas del prejuicio de la sociedad.
«TaeHyung podría usar vestidos en el pueblo sin que nadie lo mal mire», le había susurrado HoSeok aquella noche que salieron al lago para conversar sobre el tema.
Narae era consciente de los murmullos que inundaron el pueblo cuando JungKook dejó el castillo para ir a vivir a una cabaña junto a un chico. Muchos se escandalizaron y varios pensaron que podrían liberar al joven Sultán de las garras de aquel mal muchacho, por ello se sintió tan aliviada cuando JungKook resguardó su cabaña con muchos soldados alrededor, por supuesto nunca permitieron que TaeHyung se entere de aquella situación, por lo que no le permitían ir sólo al pueblo, muchos de los ciudadanos conocían su rostro y es por eso que JungKook veía hacia el público con cara de pocos amigos, desafiante de cualquiera que se atreva a dirigirle la palabra a TaeHyung para ofenderlo, mientras que dejaba su mano reposar en su cintura, diciéndole a todos sin palabras, que absolutamente nadie podría acercarse a su pequeño novio.
Ella también sabía que TaeHyung no podría ser libre de la opinión de los demás, ellos aún seguían viéndolo con malos ojos puesto que los rumores decían que JungKook había renunciado a la corona sólo por un simple plebeyo.
Contempló el pergamino que tenía entre sus manos y lo tomó con fuerza. Ella no iba dejar de pelear nunca por su hermano, iba a defenderlo sin importarle lo que suceda. YangMi había sido mucho más lista que ella, también fue la única persona —después de JungKook—, con quien pudo hablar sobre lo sucedido en aquel calabozo. No podía recordar aquel momento, aunque sentía como si se hubiese grabado en su piel y simplemente no podía aceptar el toque de su pareja al sentirse mucho menos.
HoSeok había sido muy paciente y cuidadoso sobre ello, nunca obligándole a nada. Pero un día, cuando regresó del pueblo —luego de haber estado horas con el médico del castillo haciendo algunas visitas médicas ya que él se había vuelto su aprendiz—, él la había encontrado sollozando encerrada en su habitación.
YangMi se había ido apenas unos minutos antes y Narae tenía el corazón en la boca y simplemente no podía dejar de llorar. Entre el llanto, HoSeok entendió que ella sentía un dolor interno y demasiado rechazo a sí misma, sintiéndose impotente de no haber hecho algo aquella noche. HoSeok besó sus labios y le prometió que nada de lo ocurrido era su culpa, por supuesto que no y ella nunca sería menos por algo así. Que él la amaba y la admiraba, porque a pesar de todo, ella seguía ahí, dando cara por quienes más amaba.
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The Belly Dancer ❀ KookTae
Fanfiction"¿Por qué siempre quieres amar, a aquel quien siempre te hirió?" ⇢ › Favor de no resubir, ni adaptar, ni compartir, ni hacer pdf.