El amor que hemos construido

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JungKook bajó la espada respirando con dificultad, miró a los soldados caer rendidos sobre el pasto mojado y sonrió de lado, negando con la cabeza.

—Apenas estamos comenzando. —Informó alzando la voz, escuchó quejas murmuradas por parte de sus hombres. —Sólo cinco minutos de descanso, continuaremos entrenando. —Advirtió.

Los soldados asintieron con un movimiento de cabeza, exhaustos por el entrenamiento que su general mayor estaba ejerciendo por la mañana, aún no era medio día, pero muchos de ellos querían regresar a la cama y dormir hasta el día siguiente.

—Señor, está llevándolos a su límite muy temprano por la mañana. —Mencionó Minho luego de saludarlo con una venia. —Buscamos que se unan más jóvenes al ejército, no ahuyentar a los que se han reclutado voluntariamente.

—Ya, ya lo sé. —JungKook chasqueó la lengua al escucharlo. —Pero no servirán de nada que se recluten más soldados si no saben defender al reino, Minho. —Dio un trago de agua antes de continuar diciendo. —Quiero que sepan defenderse y puedan proteger a nuestra gente.

Minho lo miró por unos segundos y luego asintió estando de acuerdo con JungKook. —Entonces es cierto que se retira. —Murmuró.

JungKook lo miró directamente a los ojos y asintió con seguridad. —Necesito pasar más tiempo con mi familia. Debo dejar soldados capaces de defendernos para vivir con tranquilidad y seguridad con mi pareja y con mi hijo.

—¿Cómo se encuentra el joven TaeHyung? —Preguntó con cautela Minho, JungKook enderezó la espalda y endureció la mirada.

—Se encuentra mucho mejor que hace días. No llegaron a lastimarlo físicamente, pero él... TaeHyung aun siente temor de regresar a dar clases. —Cerró sus ojos y respiró hondamente tratando de mantener la calma. —Dice que tiene miedo que algo les pase a sus estudiantes si regresa a dar clases, pero sé que él teme que vuelvan a herirlo también.

—Siento mucho lo que pasó, señor. —Dijo con sinceridad el general de la guardia real. —Aun seguimos buscando quien originó el incendio, pero no tenemos mucho con lo que podamos trabajar, se quemó absolutamente todo.

—Lo sé, SeokJin me mantiene informado de lo que sucede y sobre lo que averiguan con lo sucedido. —Mencionó JungKook con amargura en la voz.

La imagen del pequeño salón de baile que construyó para TaeHyung en el cruce del bosque y del reino envuelto en llamas que llegaban hasta lo alto del cielo se había grabado en sus pupilas, el miedo y terror que lo recorrió al pensar en TaeHyung atrapado en aquel pequeño lugar incendiándose aún seguía congelándolo. Nunca había sentido tanto miedo como aquel día.

Le habían avisado de lo sucedido, montó su caballo y salió del palacio galopando, TaeHyung y los niños a quienes enseñaba danza, estaban refugiados con algunos soldados y pobladores, mientras que otros trataban de apagar las llamas, pero el fuego consumió por completo aquel pequeño refugio.

Taeyang había estado con él en el palacio, jugando con la pequeña princesa Sunhee, hija del rey Yoongi y de la reina Suji. JungKook resguardó a su hijo junto a los reyes visitantes y buscó de inmediato a TaeHyung.

Había pasado poco más de cinco años desde la coronación de SeokJin y de la promulgación de nuevas leyes para dar una igualdad entre hombres y mujeres, pero aún había pobladores que mostraban su desacuerdo y repudio con aquellas legislaciones. Su odio creció cuando los reyes condenaron los burdeles, imponiéndoles graves sanciones a los dueños y visitantes. Muchos aun parecían pensar que el valor de las mujeres era absolutamente nada, creyéndose con el derecho de oprimirlas y desecharlas si creían que ya no les brindaban algún valor.

The Belly Dancer ❀ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora